Durante las navidades de 1997 una frase se convirtió en uno de los primeros fenómenos virales antes de que llegara Twitter. Un anuncio de televisión metió en la cabeza de todos los espectadores su eslogan y no lo sacó hasta meses después. La empresa en cuestión era Airtel, que nació para hacerla competencia de Movistar en el incipiente mundo de la telefonía móvil. En aquellas fiestas la compañía telefónica se plantó en la televisión con un niño entrañable que llamaba a todo el mundo y les decía la misma frase: “¡Hola, soy Edu, ¡Feliz Navidad!”.
Una idea sencilla que enganchó de forma inesperada y se convirtió en el anuncio de las navidades. Todo el mundo saludaba así durante meses, y hasta se hicieron villancicos con la dichosa frase. Los que se llamaban Edu sufrieron las peores consecuencias, ya que inmediatamente se les decía que como el del anuncio o directamente se les decía “¡Feliz Navidad!”.
Aquel chaval se convirtió en estrella de la noche a la mañana, al menos en estrella de la publicidad. Los meses siguientes Edu estuvo hasta en la sopa. Empezando por los anuncios de la misma compañía, y después por los de otras empresas que se aprovecharon del tirón de popularidad de un niño de siete años que ni siquiera se llamaba Edu, sino Enrique Espinosa, y que hasta paseó por los programas de moda, como Crónicas Marcianas.
Veinte años después de aquel anuncio, el propio Enrique/Edu contaba en El Mundo qué había sido de su vida y por qué no aprovechó aquel tirón de popularidad para construirse una fama en torno a la publicidad o incluso en alguna serie de televisión. Decía entonces que cree que la clave de su éxito fue la naturalidad, y que realmente había triunfado como emprendedor en el sector del márketing digital y fundando Agencia Ninja, su propia consultoría tecnológica .
En aquella entrevista recordaba las anécdotas buenas, sus 15 minutos de fama y el cariño de los fans. Lo que no mencionaba es la cara B de la fama y la exposición, especialmente para un niño pequeño. En una reciente entrevista en el programa Versió RAC1 en la radio catalana, Enrique Espinosa contó ese lado amargo, y cómo soportó insultos de sus compañeros. “Lo peor fue la presión. Sufrí bullying. Tuve que continuar mi vida siendo el niño más famoso del país”, confesó.
Esa presión le llevó a cambiarse varias veces de colegio, y fue por eso por lo que se apartó por completo del mundo del audiovisual y no aceptó ninguna de las propuestas que le pusieron en la mesa, no sólo de publicidad, sino también de series o incluso doblaje para películas de Disney. Dio un paso atrás y volvió a ser Enrique, un chaval normal. Hasta ahora.
La semana pasada salía a la luz una campaña de Volkswagen en la que Espinosa ha vuelto a ser Edu, o al menos a no repudiar al personaje que le dio la fama momentánea. 21 años han pasado para que regresa a la publicidad en un anuncio que podría considerarse una secuela en toda regla. Ahí sale Edu, 21 años mayor, cogiendo el teléfono y cuando va a decir su mítica frase, se para: “Hola, soy...”.
En ese momento coge las llaves de su coche, de la marca de automóviles que le ha convencido para regresar, y va casa por casa de muchas personas que le reconocen al instante y gritan su nombre: “¡Edu!”. Así hasta que al final él se rinde y ya dice la frase “¡Feliz Navidad!”. El guiño definitivo a una de las campañas más importantes de la historia de la publicidad en España que concluye con su nuevo eslogan ‘En Navidad no les llames, ve a verles’.
A pesar de todo Enrique Espinosa no se arrepiente de haber hecho aquel anuncio, y así lo reconocía en la radio catalana cuando daba una lección a todos: “Estoy agradecido de haber vivido la experiencia. Si no fuera así, quedaría la idea que hay que pasar desapercibido en la escuela porque, si no, te atacan. La gente que tiene cualidades las tiene que mostrar sin miedo”.