La llegada de Yorgos Lanthimos al festival de Cannes de 2009 fue como la de un elefante en una cacharrería. A pesar de no competir en la Sección Oficial, su Canino se convirtió en la película de la que todo el mundo hablaba, y aquel director griego de nombre impronunciable acaparó titulares por un filme diferente, arriesgado y retorcido.
El fenómeno se confirmó con Alps, y ya después saltó al cine en inglés. Se rodeó de un reparto lleno de caras populares como Colin Farrell, Rachel Weisz y Olivia Colman para su original Langosta, por la que estuvo nominado al Oscar al Mejor guion original. Precisamente Weisz y Colman son dos de los vértices del triángulo que conforman La favorita, su último filme que se estrena este viernes en salas y con el que entrega su obre más accesible y redonda.
La película coge como excusa la historia de la reina Ana Estuardo, que vio morir a sus 14 hijos en abortos o recién nacidos, lo que la llevó a la locura. Las leyendas hablan de que en su estado de delirio abandonó sus labores, y fue su sirvienta Sarah la que decidía las políticas y las estrategias de Reino Unido en una época convulsa. Todo se tambalea con la llegada de Abigail, antigua noble venida a menos cuando su padre la apostó en una partida de cartas que entra como criada y ve en la debilidad de la reina por ella su posibilidad de escalar posiciones.
La lucha por el poder lleva a estas tres mujeres a comportarse como hienas, usando el sexo, a los hombres y la traición como armas en una época en la que mujer y poder eran dos términos antagónicos. El director convierte su primera obra de época en algo atemporal, que juega con disonancias musicales y estéticas para que no se parezca a cualquier filme británico de los últimos años.
Lanthimos se las apaña para hacer suyo el primer guion que no firma junto a Efthymis Filippou, y consigue hacer brillar un trabajo que en otras manos podría haber sido una intriga palaciega más. El griego coge el libreto de Deborah Davis y Tony McNamara y lo lleva a su terreno, creando un filme que encaja perfectamente en su universo, aunque sin el giro sádico que solía imprimir a sus anteriores obras. La favorita es retorcida, llena de humor negro, cruel y hasta disfruta con las desgracias de sus protagonistas, pero sin el gusto por el regodeo al que siempre acababa tendiendo.
La mano del realizador no serviría de nada si no jugara en terreno seguro gracias a la labor entregada del trío de actrices que se dejan la piel en cada plano. Rachel Weisz y Emma Stone, como las sirvientas capaces de todo por el poder brillan como nunca, pero la función es de Olivia Colman, una de las mejores intérpretes británicas del momento que construye una Reina Ana que fluctúa entre lo patético y lo compasivo. Colman camina siempre en el hilo de la sobreactuación, pero sin caer nunca en ella, consiguiente un trabajo que estará nominado con toda justicia en la próxima edición de los premios Oscar, como probablemente lo estén sus dos compañeras.
Con La favorita Yorgos Lanthimos confirma que es capaz de coger un guion ajeno y convertirlo en una obra personal, arriesgada y hasta actual. Su talento no es cuestión de idioma, y va más bien con su mirada única y retorcida que saca lo peor de nosotros y hace que los espectadores disfruten viendo hasta dónde somos capaces de llegar.