Los directores de cine siempre acaban hablando de sí mismos, aunque sea poco. En el fondo de sus imágenes, de sus historias, siempre hay un ejercicio de desnudez. El que ha realizado Pedro Almodóvar en Dolor y Gloria es un desnudo frontal e integral, ya que muestra, a través de su álter ego Salvador Mallo -interpretado por Antonio Banderas- su alma, sus miedos, sus deseos… todo el universo almodovariano está en ella.
Él mismo ha explicado que aunque no sea una “autobiografía, sí es la que me representa más. “Hay mucho de mi intimidad. Hubo un momento, al principio, cuando vi que me lanzaba a un personaje en una situación parecida a la mía, en el que sentí un vértigo, pero cuando lo superé, en la escritura es donde me siento más libre. Porque, personalmente, soy muy pudoroso. Ahora no me queda más remedio que hablar de mí”, explicaba en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Pese a ello pedía que el espectador intentara distinguir entre realidad y ficción: “Hay una dificultad, no en entenderlo, pero sí en aceptar que una película es ficción. Aunque uno intente escribir un documental crea una distancia porque tienes que darle un toque de ficción a los hechos para que sean más narrables”. Lo que sí es cierto es que hay elementos tan reconocibles en Dolor y Gloria que es difícil no establecer una relación constante de ida y vuelta entre la película y su vida, como en estos cinco elementos.
La ropa, el pelo y la casa
Cuando Pedro Almodóvar decidió que su protagonista sería un director de cine comenzó en tomar su experiencia como referencia. Era lo más práctico, mi casa es la casa donde vive el personaje de Antonio Banderas, los muebles de la cocina-y el resto del mobiliario- son los míos o se han replicado para la ocasión, los cuadros que cuelgan de sus paredes, la imagen de Antonio, especialmente el pelo, hemos tratado de que se pareciera al mío, los zapatos y mucha de la ropa también me pertenecen. Y el colorido de sus prendas. Cuando había algún rincón que rellenar en el decorado, el diseñador de arte mandaba a su ayudante a mi casa para que cogiera alguno de los muchos objetos con los que convivo”, escribe el director en una dossier de prensa creado por él y en el que reconoce que ese es el “aspecto más autobiográfico de la película”.
Incluso para la interpretación de Banderas le ofreció que si lo consideraba necesario podía imitarle en algún momento. El malagueño se negó, porque eran personajes diferentes, aunque es verdad que hay en una escena, en la que Salvador Mallo habla por teléfono con la filmoteca, que parece que sea el propio Almodóvar el que habla.
Su madre y su infancia
La película comienza con Antonio Banderas sumergido en una piscina, y ese agua le remita directamente a un recuerdo de su infancia, el río en el que su madre y las señoras del pueblo lavaban la ropa. Esa escena está directamente sacada de la vida del director. Su hermano Agustín, productor del filme, también se acordaba, y añadió que había unos peces jaboneros que se acercaban por la ropa. “Esa escena de las lavanderas la recuerdo como uno de los momentos más felices de mi infancia. Era un momento duro para ellas, pero cantaban, hablaban, era una fiesta. Recuerdo tendiendo las sábanas que después olían a poleo”, decía en la entrevista.
Esa es la versión luminosa de su madre, que ya de mayor es interpretada por Julieta Serrano, que tiene una escena en la que cuenta como quiere que sea su mortaja que también está sacada literalmente dela realidad. “Años antes de morir mi madre ya le había explicado a mi hermana mayor cómo quería que la amortajaran. Mi hermana la escuchaba con la misma naturalidad con que mi madre hablaba de sí misma muerta. Yo tengo una relación pueril e inmadura con la mortalidad, siempre he admirado la naturalidad que mi madre le inculcó a mi hermana en relación a la muerte y sus ritos, como corresponde a una buena manchega”, explica Pedro Almodóvar en su guía del filme.
Cuando escribía una escena que pasará a la historia de su filmografía entre Julieta Serrano y Antonio Banderas, en la que ella le dice “si ves que me atan los pies-suelen hacerlo para que los pies no caigan a los lados- tú me los desatas y dices que te lo he pedido yo. Al lugar donde voy quiero entrar muy ligera”, confiesa que siempre “terminaba llorando frente al ordenador”.
La movida y la droga
La movida ha sido muy importante en la vida de Pedro Almodóvar. Una época de libertad en la que se fraguó su vida y su personalidad artística. Sus actuaciones junto a Fabio McNamara han salido en sus primeras obras, y él fue uno de los puntales de aquel movimiento. La movida está muy presente en Dolor y Gloria, pero en forma de recuerdos, de diálogos y de un monólogo maravilloso interpretado por Asier Exteandía y que pone los pelos de punta.
El director explicaba a este periódico qué hay de realidad y qué de ficcionado en esta historia: “Yo nunca he tomado caballo, pero he estado rodeado de él, por eso lo conozco bien, pero pensé, y si paso de todos los analgésicos y me paso al gran analgésico, y pensé en toda la gente que podía proporcionarlo y ya, o no estaba aquí, o no sabía localizarles. Pero en un libro de direcciones antiguas tenía un número de un dealer de entonces que era amigo mío. Así que fui a su casa, no pedí nada, de hecho tomamos dos botellas de agua, pero nos pusimos al día, de la gente, de los que habían muerto, de los que no…”.
La movida marcó al personaje, igual que marcó a Almodóvar, que no se arrepiente de nada de aquella épica en la que también “había muchos riesgos”. “Hablando de la heroína como en la película, alguien dijo, y me gustó mucho, que para aquella generación que descubríamos las drogas, la heroína fue nuestra guerra de Vietnam, una guerra donde cayó mucha gente, y es verdad, muchos se quedaron por el camino”, recordaba y aclaraba que él siempre tuvo la determinación de hacer cine y la obligación de levantarse a las 6:45 para ir a Telefónica a trabajar:. “Eso dio una dirección muy clara a aquellos años locos. Me acuerdo en plena fiesta que me decían: ‘Pero cómo te vas ahora puesto hasta aquí’. No soy nostálgico, pero fue una época maravillosa.
Los dolores
Uno de los dos componentes del título, el dolor. El dolor físico y el dolor cuando la inspiración no viene es algo a lo que se enfrenta Salvador Mallo, y a los que también se ha enfrentado muchas veces Pedro Almodóvar. Los sufrimientos del personaje se resumen en un inserto animado diseñado por Juan Gatti y en el que se habla de enfermedades parecidas entre ambas. “No estoy tan mal, en absoluto. Mi operación de espalda fue menor, me fijaron la parte lumbar. Lo que sí es cierto, y de verdad lo digo sin queja, pero desde ese momento tu espalda se comporta de otro modo, y se contractura continuamente, porque el resto de espalda compensa que hay una parte que no se mueve y está cogida por hierros”.
“Yo conozco esos dolores y lo que provocan después, y realmente eso es lo que me lanza a escribir esto y la que me obliga y empuja a tomar esa postura debajo del agua que te decía. Estoy en el entorno del dolor, pero no me gusta de verdad hablar de mis dolores porque creo que realmente no tengo derecho. El personaje de Antonio no va de víctima y yo mucho menos. La mayor parte de dolencias las conozco y se las paso al personaje, pero para que no suene a queja las resumo en esa especie de listado que son dos minutos para dejarlo dicho y no hablar más de ello”, zanja.
Los actores y las rencillas
Almodóvar saca lo mejor de sus actores, y muchos de ellos han contado la dureza de sus rodajes. Lo contaba Emma Suárez al ganar el Goya, y también Banderas, que reconocía que en este rodaje se tuvo que despojar de todos sus tics. Alguno de esos actores han contado los problemas que han tenido, como ocurrió con Carmen Maura o más recientemente Lluis Homar, que contó su mala experiencia en sus memorias.
Por eso muchos se han preguntado quién corresponde al papel que interpreta Asier Exteandía, un actor con el que hace décadas que no se habla. Almodóvar aclara “que no corresponde a un actor, sino a dos o tres malas experiencias que yo he tenido, porque por lo general he tenido muy buena suerte” y prefiere que nadie busca esa analogía porque “es una putada, y no es justo con ninguno de ellos”. “Hay toque de tres, y después ficcionado, pero no es el retrato de ninguno de ellos”.