El thriller de venganza parecía trillado. Liam Neeson cogió el relevo de Charles Bronson, y desde entonces se suceden las películas de ‘hombre normal’ que se venga de una injusticia revelándose como un maestro de los tortazos. Pero de vez en cuando aparecen películas que dan la vuelta al género y lo hacen dar un paso más allá. Ocurrió el año pasado con Tu hijo, el filme de Miguel Ángel Vivas que hacía que uno se planteara sus posicionamientos y sus prejuicios jugando con las normas de este tipo de filmes.
El que ahora lo replantea es Paco Plaza con Quien a hierro mata, su filme que ya está en las salas y que da una vuelta de tuerca. Su protagonista, un magnífico Luis Tosar, trabaja en una residencia de ancianos, donde un día ingreso el patriarca de un clan de narcos gallegos, algo que trastocará su existencia y hará que comience un retorcido plan para sanar unas heridas del pasado que poco a poco se desvelarán. Lo que pasa es que aquí la venganza no es sana, no hay nada sanador en devolver el daño, y por eso su director prefiere definir su película como “un thriller sobre el rencor más que sobre la venganza”, aunque ese rencor haga a Tosar convertirse en la peor pesadilla de una familia de narcos.
“Hay algo en el rencor que repercute en ti mismo, si intentas hacer daño a alguien te acabas haciendo daño a ti, mientras que la venganza tiene algo más infantil, de ojo por ojo. Creo que la película trata sobre el dolor y cuando tratas de infringirlo a otra persona, entiendo la etiqueta pero creo que el cine de venganza es Charles Bronson”, dice Plaza a EL ESPAÑOL. Luis Tosar no es Bronson, y tampoco “es Van Damme”, como dice el director. “Es un buen tío, es una buena persona, un enfermero que cuida a abuelos, que es lo más desinteresado y altruista que puede haber, es algo vocacional.
Es una especia de Santa Teresa que se mete en este follón porque e desestabiliza y empieza a hacer algo sin medir sus consecuencias. Es como un yonki del odio, pero no puede evitarlo, sabe que no es bueno pero no puede evitarlo”, zanja.
Si la etiqueta de ‘thriller de venganza’ no le convence, hay otra que sí lo hace, la de “director de terror”. “No era una decisión premeditada lo de quitarme esa etiqueta porque es una etiqueta con la que me siento súper cómodo y creo que siempre seré un director de cine de terror, pero Emma Lustres es una persona que no acepta un no por respuesta, y me ofreció este guion que me encantó".
"Nunca había hecho una película en la que no hubiera escrito el guion o al menos hubiera estado en el proceso de creación, pero es que me encantó su profundidad, esa estructura de thriller pero en el fondo un drama de personajes complejos, con ambigüedades… Y Emma fue muy generosa porque yo estaba haciendo Verónica y tenía que terminarla y se lo agradecí mucho. Esto muy contento de que me lo propusiera y además así tener la oportunidad de trabajar con Luis”, apunta.
sta historia no es la misma si pasar en Cádiz o en Bogotá, el paisaje geográfico y humano es muy diferente, y eso creo que es lo bonito, que el sitio forme parte del ADN de la película
El actor dudó en aceptar un papel en un filme duro, seco y que deja al espectador en shock con uno de los planos finales más contundentes del cine español de 2019. Un bofetón que no tiene contemplaciones en este thriller lleno de arrebatos violentos pero estilizados que lleva con gran pulso Plaza. Tosar acababa de ser padre, “y me acojoné con la historia, era dura y me tomé un tiempo para tomar visión, porque no era un plato de buen gusto. Era un guion impresionante pero tenia una energía que se encontraba con mi momento vital, así que Emma me dijo, tómate un tiempecillo”, explica.
Otra de las señas de identidad de Quien a hierro mata es esa Galicia donde los narcos reinan e imponen su ley. Un lugar donde, como recordaba Tosar, “el neracotráfico ha dejado estragos en épocas pasadas” y que Paco Plaza aprovecha al máximo. Quizás porque él es “medio gallego”, o simplemente porque cree que el escenario marca lo que ocurre en él: “Lo que tenía claro es que creo que cuando se rueda en un sitio hay que nutrirse de ese sitio. El error es intentar neutralizar el lugar donde ocurren las cosas. Ocurren en un sitio y en un tiempo concreto, y a mí me interesa mucho anclar las historias sólidamente a un sitio. Esta historia no es la misma si pasar en Cádiz o en Bogotá, el paisaje geográfico y humano es muy diferente, y eso creo que es lo bonito, que el sitio te nutra y forme parte del ADN de la película”.