El cine social tiene cada vez menos defensores. En los festivales esa etiqueta parece sinónimo de malas críticas, y muchos creen que detrás de estos filmes sólo hay burgueses que quieren limpiar su mala conciencia y su sentido de culpa. Frente a ellos, nombres como Ken Loach siguen levantando el puño cuando dan un discurso y poniendo su lupa sobre esas situaciones a las que el cine no quiere mirar.
Desde Francia ha nacido un nuevo nombre que se une a la estela de Loach, y en esta ocasión lo hace con la seguridad que da hablar de lo que uno ha vivido. Su nombre es Ladj Ly, tiene origen maliense y se ha criado y sigue viviendo en Montfermeil, una de las ‘banlieues’ parisinas más abandonadas por las instituciones. Lo que todos llamarían un gueto donde los abandonados se asientan y que tiene un orden propio y unas autoridades que nada tienen que ver con las que se conocen en el centro de París.
Ly contó su experiencia en un corto con el que ganó el César, y que le permitió rodar su primera película de ficción: Los miserables. Su nombre no es casual, ya que con aire de thriller, de denuncia social, y muchos ecos de Víctor Hugo, cuenta la historia de la brutalidad policial en el barrio donde creció. Un filme -que representa a Francia en los Oscar- con una fuerza única que hizo que se alzara con el premio del jurado en Cannes y que ahora se estrena en salas españolas.
Enhorabuena por la selección para el Oscar, ha pasado de rodar un corto sobre su barrio a ir a Hollwood, ¿se siente sobrepasado?
Sí, lo estoy, pero tiene que ser así, porque esto no para, fuimos a Cannes, ganamos un premio, ahora nos eligen para los Oscar... evidentemente estoy sobrepasado.
Ya contó esta historia, su historia en un cortometraje, ¿por qué tenía esa necesidad de hacer un largo?
Es que el corto lo hice porque nadie quería financiar el largo, así que pensé que si hacía el corto sería más fácil. Una vez hemos pasado esa prueba y ganamos muchos premios, pensé que ya iba a ser mucho más fácil, pero finalmente no lo ha sido. Sé que es por los temas de los que hablo, los suburbios, las minorías, los abusos policiales… son temas de los que la gente no quiere hablar.
Sé que es por los temas de los que hablo, los suburbios, las minorías, los abusos policiales… son temas de los que la gente no quiere hablar
¿El cine tampoco quiere hablar de estos temas?
Evidentemente. No, no quieren hablar de la situación de la gente en los suburbios. Las películas que lo hacen se cuentan con los dedos de una mano. Es un tabú, mejor que esté lejos y no hablar de ello, por eso quería dar testimonio de ello.
En Cannes dijo que le gustaría que Macron viera su película, ¿lo ha hecho?
Sí, nos ha invitado al Elíseo para que la viera, pero he declinado, le he dicho que venga él a la 'banlieue' a verla.
También dijo entonces que los colegios deberían ver una película como esta, ¿cree en el poder del cine para educar?
Es súper importante. Gracias a la cultura yo he podido salir y contar mi historia. Si no, está película no existiría. También, gracias a mi ambición, puedo pensar en la idea de crear escuelas como la que he creado en mi barrio y construirlas ahora alrededor del mundo proporcionando educación sobre cine gratuita para los niños, que sólo tienen que venir con el bolsillo lleno de ideas.
Sus escuelas de cine rompen con el estatus quo actual en el que las escuelas de cine son bastante caras.
Sí, nos hemos roto la cabeza con estos proyectos. Les ayudamos para que desarrollen el guion, la realización y la posproducción. Hemos trabajado ya en cinco cortometrajes y el desarrollo hacia largo. Les formamos y les acompañamos. Queremos crear una estela poniendo escuelas por todo el mundo. Una en Senegal, otra en Angulema… todas gratuitas y que no se basen en el dinero y en los diplomas como el resto de escuelas.
¿Cree que esto influye en las historias que se cuentan, en que haya películas burguesas de directores burgueses?
Efectivamente. Ocurre que gente del exterior cuenta historias que no le corresponden y eso provoca que se caiga en clichés y se muestren situaciones que no son justas, por eso estamos dando voz a estas personas.
Cuando gente del exterior cuenta historias que no le corresponden y eso provoca que se caiga en clichés y se muestren situaciones que no son justas
Vive en la 'banlieue' que muestra en la película, ¿cómo de importante es ser coherente con lo que cuenta?
Muy importante, hay que serlo. Yo hace 30 años que vivo allí, 20 que ruedo allí, hice mi primer corto allí, mi primer largo también y el segundo también será allí.
La película comienza con una escena fantástica, la celebración del mundial ganado por Francia. Un momento de patriotismo y el único en el que los chavales del barrio se muestran integrados y parte de esa Francia del centro.
Es que, actualmente, el fútbol une a todos en todo el mundo, es el único momento en el que funciona la famosa frase ‘leglité, egalité, fraternité’, y sólo en partidos grandes y durante esos 90 minutos, porque cuando acaba, eso se termina.
El fútbol une a todos en todo el mundo, es el único momento en el que funciona la famosa frase ‘leglité, egalité, fraternité’, y sólo en partidos grandes y durante esos 90 minutos
Los miserables habla de la violencia policial en estos barrios. ¿Ha crecido en los últimos años con el auge de la extrema derecha?
Sí, ha subido el nivel de violencia y ha crecido con el tema de los chalecos amarillos y parece que la policía tiene carta blanca para hacer lo que quiera, y eso va a peor. Sarkozy fue el que dio carta blanca a que esto ocurriera.
Ha hablado de una nueva película en su barrio, ¿qué nos puede contar, está siendo más fácil producirla?
Será una especie de continuación de Los miserables, y normalmente tendría que decirte que sí, que por todo lo que está ocurriendo va a ser más fácil, pero después de todos los obstáculos que he tenido para hacer el corto y el largo, no pondría la mano en el fuego.