El cine europeo tiene en Ken Loach y en los Hermanos Dardenne sus guardianes del cine social. Da igual el tiempo que pase, ellos siguen fiel a sus historias, a su activismo. Todos ellos presentaron sus nuevos filmes en el pasado Festival de Cannes, y si bien el inglés se mantenía firme al discurso de la diferencia de clases, los belgas -que luego lograría el galardón a la Mejor dirección- miraban esta vez al terrorismo en El joven Ahmed.
No lo hacían contando la típica historia, sino para intentar entender cómo un joven nacido en Bélgica, musulmán de tercera generación, se radicaliza e intenta asesinar a su profesora porque la considera impura. Los Dardenne no son maniqueos, y cuestionan qué pasa por la cabeza de este niño y cómo el estado falla para que esto ocurra, lo que vincula al filme con las obsesiones de su cine: la marginación de cierta parte de la sociedad por parte del estado. En una de sus pocas intervenciones separados (Jean-Pierre tuvo que cancelar su viaje a última hora), Luc Dardenne habla con EL ESPAÑOL sobre su nueva película y el estado de Europa.
¿En El joven Ahmed cambian la diferencia de clase al extremismo religioso, aunque realmente se deje entre ver que están relacionados?
Sí, no me cabe duda que lo están, pero no quisimos dar una explicación, por eso escogimos una familia que ni es pobre ni rica, con una madre trabajadora, normal, una familia que no estaba marcada socialmente, porque queríamos que la película girara en torno al a la idea de la vida y la muerte, de la pureza o la impureza, en torno a esos temas. Y la familia es lo que dirían ‘impura’, porque la madre bebe alcohol, enseña el cuerpo... y es lo que queríamos porque queríamos contar cómo un chico fascinado por un discurso sobre la pureza de un imán, finalmente va a reunirse con la impureza del mundo, porque la vida es impura, es una mezcla. Y el lado social está de lado en ese sentido.
Es un musulmán de tercera generación, ¿por qué decidieron que fuera así?, ¿creen que si no hubieran comprado cierto discurso de parte de la derecha?
Claro, involuntariamente habríamos hecho ese símil de que la inmigración tiene que ver con el terrorismo, y tenemos claro que eso no es así. Los populistas dicen eso y no es verdad. No tiene nada que ver con la inmigración, así que tuvimos mucho cuidado con eso, pero es que además la realidad nos dice que los terroristas suelen ser gente de tercera generación.
Los políticos no entienden esto, su única solución es poner más barreras...
Yo creo que hay dos cosas aquí. Hay una parte que tiene que ver con el ministerio del interior, que es evitar que radicales impartan en las mezquitas, y también está la educación. Nosotros no tenemos como en Francia, ‘guetos’, eso en Bélgica no existe, y depende eso de la política de urbanismo. Hay que integrarles, no dificultar su integración, que no se queden en sus barrios. Si encierras a la gente física y mentalmente es cuando surge eso.
Hay que integrar a los inmigrantes, no dificultar su integración, que no se queden en sus barrios. Si encierras a la gente física y mentalmente es cuando surge el terrorismo
El cine, sobre todo el americano, habla del terrorista como un ser malvado sin forma, aquí está humanizado, se cuenta su conflicto.
Sí, está individualizado al máximo. Es un individuo, y cuando le miramos le vemos de verdad cuando le filmamos, le observamos, le dejamos que esté presente. Por eso no hay actores conocidos que le hubiera hecho sombra, y ya no hubiera estado Ahmed en primer plano.
¿Temían acusaciones de blanquear a un terrorista?
Siempre… Mira, cuando hicimos La promesa el padre de Marine Le Pen, no creo que hubiera visto la película pero alguien la vería y se la contaría, pero dijo en la radio que había una película belga que los emigrantes deberían ver, porque así no vendrían, y era La promesa. Porque mostrábamos cómo explotan a los inmigrantes, así que la dio la vuelta en favor de su discurso, así que es posible porque siempre hay una forma de darle la vuelta. El pensamiento puede ser perverso, pero bueno, el espectador también es responsable de la película que ve, aporta un sentido, y si eres fascista puedes decir que la película muestra que los musulmanes son terroristas.
Tengo la sensación de que el cine social no tiene continuidad, están ustedes, está Ken Loach y algún nuevo nombre como Ladj Ly.
No sé qué decirte… Cuando veo a jóvenes cineastas sí que creo que su cine es menos social, pero por otra parte habla más de cuestiones en torno al género, a la sexualidad, su preocupación, pero también creo que la emigración sí que está presente. Mira Atlantics. Creo que el cine europeo, en parte porque integró a los emigrantes de hace 20 o 30 años, habla de eso. La emigración va a cambiar el arte y el cine para bien. Estamos viviendo un cambio, y unos se oponen, pero van a perder, aunque no va a ser sencillo.
Ken Loach dijo que volvió de su retiro porque todo seguía igual que hace 30 años y que por eso había que seguir haciendo cine, ¿opina lo mismo?
Bueno, nosotros queremos poder seguir, nos quedan 20 años para llegar a su edad, y espero hacer todavía unas cuantas películas. Y si te sientes bien tiene razón, y él tiene ánimo para hacerlo. Pero es verdad, no podemos decir que las cosas vayan bien en Europa, lo que pienso ahora y puede que dentro de un año piense de forma distinta, es que los responsables políticos, tanto de izquierda como de derecha, de centro, o de Podemos, o gobiernos como el de Grecia o incluso Merkel… deben tener una Europa más social como objetivo, y entonces todo irá bien.
Mientras no haya un repliegue sobre la soberanía nacional tenemos esperanza, podemos esperar una Europa más social, pero para eso hay que repartir más los impuestos, de una forma más justa. Pero si Europa se rompe, dudamos y sube la extrema derecha diciendo que volvamos al nacionalismo, eso será la catástrofe, estaremos perdidos. La idea de Europa sigue viva, pero debe ser una Europa más social, es lo que nos salvará.