La irrupción de las plataformas han provocado una revolución en la industria del audiovisual en España. Se produce más y mejor, sobre todo series. Aunque ya en las cadenas en abierto se había vivido un cambio de paradigma, ha sido la explosión internacional de nuestra ficción gracias a, principalmente, Netflix, la que ha abierto los ojos a las series españolas, que ahora son también fenómenos mundiales.
Dentro de todas ellas una se lleva la palma, La casa de papel. La serie creada por Álex Pina comenzó en Antena 3, pero ha sido en Netflix donde se convirtió en un pelotazo global y donde se ha confirmado gracias a su tercera temporada que ha sido la serie más visto en España, Italia y otros muchos países. Su éxito ha creado un nuevo 'star system' donde sus actores, profesionales que llevaban años luchando por mantenerse en el complicado mundo de la interpretación, son estrellas mundiales.
Entre ellos destaca el caso de Pedro Alonso, el carismático Berlín, que comenzó en este mundo con La fura del Baus y ha vivido todos los vaivenes que provoca una profesión como la de actor. Tocó la cima y el suelo, y se recuperó gracias a la televisión gallega con Padre Casares, donde daba vida al personaje central y le volvió a colocar en el punto de mira de la industria, que le rescató con La casa de papel. Ahora, gracias a Berlín, estrena su primer protagonista en cine, el misterioso Q de El silencio del pantano, el thriller de Marc Vigil -con quien coincidió en El ministerio del tiempo donde realizó un pequeño papel.
La película es la adaptación de la novela de Juanjo Braulio que han realizado los guionistas Sara Antuña y Carlos de Pando y que es un thriller seco y violento con la corrupción en Valencia como telón de fondo. Pedro Alonso reconoce que ahora está en un buen momento, pero se lo toma con precaución porque sabe cómo funciona este mundo. “Yo digo que me parece un milagro seguir vivo profesionalmente, porque me las he comido de todos los colores. Ahora estoy en un ciclo rico en el que valoro mucho seguir en activo, y desde hace 13 o 14 años con papeles mucho más maduros, en los últimos años incluso más turbios y volviendo a trabajar con gente con la que ya he trabajado, lo que da confianza”, cuenta el actor a EL ESPAÑOL.
Esto lo ha provocado el gran nivel de las series, que ha hecho que las fronteras entre cine y televisión dinamiten y ya nadie las vea. “Es que en términos de puesta en escena, de ópticas… no las distingo, puede que en los tiempos, pero es que hay televisión que he hecho estos años que es más fuerte que en el cine. Los últimos episodios de La casa de papel se han rodado en 21 días cada uno, algo que está fuera de lo que to conocía, que pegabas una patada a un bastidor en un plató y se caía entero”, recuerda Alonso, que no se deja llevar por el optimismo y advierte que “la industria todavía es muy frágil, y hay un porcentaje a la que nos ha costado sobrevivir profesionalmente”.
La industria audiovisual todavía es muy frágil, y hay un porcentaje a la que nos ha costado sobrevivir profesionalmente
Su personaje en El silencio del pantano, un escritor que escribe una novela sobre crímenes en una Valencia corrupta, no ha sido fácil. Lo define como “el más opaco que he hecho en mi vida”, y tuvo miedo a que el espectador no le entendiera, ya que “apenas tiene diálogos”. Por ello se neurotizó mucho. “Yo soy intenso, pero cada vez me neurotizo menos en los procesos de trabajo, y en este no, creía que estaba patinando, y ya en un momento pensé que esa podía ser la energía del personaje, pensé que el personaje era una agujero negro que se comía todo lo que le echaba y no me devolvía nada. Ha sido un personaje con muy poco retorno en la grabación y me hizo tener vértigo”, explica el actor.
Tras esta película regresará a Berlín. No a la ciudad, sino a su personaje de La casa de papel, por el que ahora le reconocen en todo el mundo gracias al boom de las plataformas y de la serie española más internacional de la historia.