La directora Irene Moray se ha hecho con el Goya a Mejor Cortometraje por su obra Suc de síndria (Zumo de sandía), que bucea en la sexualidad y en las consecuencias de los abusos en una joven. Es una pieza excelente y arriesgada que aborda un tema tan espinoso como la violación sin caer en el dramatismo exacerbado, en el hipersentimentalismo ni en el morbo: por eso es valiosa.
La protagonista del corto intenta recolocar su sexualidad después de haber sufrido una agresión sexual y busca el placer con su pareja -para reencontrarse con el orgasmo a pesar del doloroso estigma, el pudor y la terrible vergüenza-. La interpreta Elena Martín, musa del cine de autor made in Cataluña gracias a Las amigas de Agata y su debut en la dirección, la interesante Julia ist.
Al recoger el galardón, la directora se ha mostrado reivindicativa, feminista y contundente: "Quiero dedicárselo a todas las supervivientes. Estas mujeres tienen derecho a hacer ruido, a triunfar, a disfrutar de la vida, de su cuerpo, a correrse y el derecho a ser quien ellas quieran ser”, ha lanzado.