"El mundo se divide en dos categorías: los que ya ni te ven ni te oyen y los otros". Es con este pesar con el que Hélène Vincent, quien interpreta a la madre de Joseph, describe la realidad en la que vive. Joseph es un joven con cierta discapacidad mental que, gracias a la labor de Bruno (Vincent Cassel) y Malik (Reda Kateb), consiguen hacer de su vida una experiencia mucho más agradable y adaptada a la rutina diaria.
La filósofa y crítica literaria india Gayatri Spivak hacía referencia en ¿Puede hablar el sujeto subalterno? que el concepto "subalterno" se refería específicamente "a los grupos oprimidos y sin voz; el proletariado, las mujeres, los campesinos, aquellos que pertenecen a grupos tribales". Los directores Éric Toledano y Olivier Nakache llevan años tratando de dar esa voz a los más necesitados. Lo hicieron con Intocable y se ha convertido en la película de habla no inglesa que más dinero ha recaudado.
Ahora, la intención de Toledano y Nakache va más allá y no solo ponen el foco en las clases más desfavorecidas. Esta vez, los personajes principales tienen diversas discapacidades —autismo en su mayoría— y, ante la dejadez y la marginación de los centros especializados, Bruno y Malik organizan una asociación que les cuide y les defienda. El idea del filme, basado en hechos reales, proviene de un documental que rodaron con los verdaderos protagonistas. "Pensamos en la posibilidad de hacer una película de la vida de estos dos hombres", explica Toledano en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL.
En contraste la narrativa de Joseph, donde en ciertas escenas sí cabe la alegría y el humor, la historia de Valentín, un niño con un autismo severo, refleja la crudeza de tener un hijo con estas condiciones. Y es que la manera de cuidar a estos jóvenes no es del todo convencional; no están encerrados ni medicados, sino que intentan que salgan de su centro para que puedan respirar aire fresco y estar en contacto directo con el entorno que les rodea.
Hay que "sacarlo del encierro para que se mezcle con los demás" y para "calmar su agresividad", explica el director francés. De esta manera, es Dylan, un joven francés que ha fracasado en los estudios, quien consigue retomar su rumbo ayudando a Valentín. Sin caer en el sensacionalismo, algo que han tenido muy en cuenta a la hora de rodar, la unión entre adolescentes que no han tenido las mismas oportunidades y los pacientes con discapacidad representa cómo con el cuidado entre personas se pueden dar grandes avances. "Uno baja al piso menos uno de la sociedad y se encuentra a gente llena de debilidades; con lagunas sociales, escolares y mentales a veces. Juntos, el ascensor sube", considera Toledano.
Agradecidos desde las asociaciones
Decía el actor François Truffaut que una de las virtudes del cine era conocer todas las vidas que uno no conocía. Especiales da a conocer unos problemas que hasta ahora pocas veces habían llegado a la gran pantalla con tanta veracidad. Dan una identidad y un rostro a aquellos que no lo tienen.
De la misma manera, esperan que el filme tenga en España tanto éxito como lo ha tenido en Francia, pues gracias a dicha obra cinematográfica han conseguido que el cuidado de las personas con discapacidad sea un asunto trascendente en la política francesa.
No solo han recibido mensajes de apoyo y gratitud por familias que se ven sin recursos y sin ayudas estatales para dar a sus hijos con discapacidad el mayor cuidado posible. Trabajadores de asociaciones, a menudo con un salario precario, también se han mostrado agradecidos por valorar su trabajo.
Al final, pese a las dificultades que ha conllevado el rodaje debido al reparto y a las condiciones a las que tenían atenerse por los actores, el esfuerzo parece haber dado sus frutos. "Los actores se tienen que acostumbrar a tu cara, a las cámaras, al equipo...", comenta el director aunque destaca que no todo han sido complicaciones y que la satisfacción del público ante Especiales es el mejor resultado posible.