El coronavirus ha afectado a todo, también a la forma en la que se promocionan los estrenos. Primero, las películas ya no son para salas, sino para plataformas. Y segundo porque se acabaron las entrevistas presenciales. Ahora, cada uno en su casa y una llamada telefónica. Todo parece un poco postapocalíptico, y eso cuadra perfectamente con El hoyo, la película española dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia y que el año pasado arrasó en Toronto, ganó en Sitges y fue comprada a bombo y platillo por Netflix.
Después de pasar por salas, antes de que cerraran, y estar nominado en los premios Feroz y a la Mejor dirección novel en los Goya, El hoyo llega por fin a Netflix, donde la plataforma la ha vendido como uno de sus grandes estrenos del año y se espera que tenga una segunda vida. Su argumento no puede venirnos más al pelo. En un futuro distópico una especie de cárcel separa a sus presos por niveles. Dos personas por nivel. Cada día una plataforma baja y permanece dos minutos en cada uno. En el nivel 1 está llena de comida, y son ellos los que tienen qué decidir que dejan a los de abajo. ¿Cuánto llegará a los que están en el hoyo?
Una ciencia ficción que es una crítica al capitalismo salvaje. Una lucha de clases donde se muestra que el sistema es capaz de sacar lo peor de nosotros. El hoyo es toda una revelación que además ofrece un nuevo registro de Ivan Massagué, su protagonista al que habíamos visto en series como Gym Tony o Bienvenidos a la familia y que aquí se descubre como actor todoterreno. Con él hablamos en una situación que, por desgracia, empieza a parecerse a la de la película y que le tiene todavía “en shock”.
Nunca pensé que el título y hasta el argumento fueran a parecer un poco premonitorios.
Claro, es que tiene mucha guasa, de hecho lo hablaba ayer con Canco Rodríguez... Lo bueno que tiene El hoyo es ese mensaje, de lo que va la película, y es que al final lo que importa para romper la mecánica del sistema es la unidad, el comunismo, estar un poco más unidos que nunca. Esa es la única forma de cargarse la máquina. Ahora hay un virus, pero eso está detonando el sistema y vemos sus cagadas. Una vez más el pueblo tiene la razón.
El hoyo tiene un mensaje de lucha de clases que ahora mismo está de más actualidad que nunca. ¿Crees que es parte de su éxito?
Sí, claro, es increíble, porque va a resonar ahora cuando se estrene porque es una crítica al capitalismo bastante punzante. Nos dice que no hay que competir, que hay que compartir. Hemos visto que el capitalismo no funciona, es una gran cagada y lo que nos está pasando ahora no es tan ficción como lo de la película.
Lo que importa para romper la mecánica del sistema es la unidad, el comunismo, estar un poco más unidos que nunca.
¿Cómo has vivido todo el proceso desde que lees el guion de una película pequeñita hasta que de repente se convierte en un fenómeno en festivales y la compra Netflix?
Todo empieza desde el guión, que me lleva a un proyecto, luego te pones en materia, que me hace adelgazar 12 kilos en seis semanas. Sabíamos que era un material muy bueno, que era un buen guion, pero a la vez no dejas de pensar que es una película ‘low cost’... Pero bueno, íbamos todos a una y estábamos muy implicados por hacer algo tan distinto, un tipo de género que no se suele hacer en España. Luego se acaba el rodaje y ya va a Toronto y gana allí en la selección de terror. Creo que hubo dos pases, y en el segundo el productor, Carlos Juárez, ya estaba negociando con Netflix por whatsapp, así que imagínate como cayó allí de bien, y luego también ganó en Sitges.
Ha sido un año muy bueno para las óperas primas y para el género, un año para demostrar que se puede hacer otro cine.
Sí, era un año difícil y competitivo, pero era para aprovecharlo en la industria y premiar estas películas para poder abrir un camino de producción de genero, que no siempre haya que hacer lo mismo. Hay que abrirse a nuevos trabajos de dirección. Hubiera venido bien algún premio más, quizás el Goya a dirección novel hubiese estado bien, porque así hubiese tenido mas repercusión. Creo que se lo merecía, pero yo estoy muy contento, y ahora en Netflix que creo que va a ser un pelotazo.
La plataforma la ha promocionado con mucha fuerza, ¿confiáis en que esto sea una segunda vida del filme?
Sí, sí, a ellos les gustó muchísimo, les hacían reverencias, les encantaba la película, no sé si harán un remake o qué, pero le han dado mucho bombo en Netflix y ahora, a partir de aquí a ver qué sucede. Es un segundo estreno y más en un momento tan potente como este que estamos viviendo y que es tan distópico. Tengo ganas de ver cómo funciona y cómo la recibe. Nosotros vamos a hacer promoción por redes y estamos contentos. No sé si nos va a dar más trabajo, pero sí visibilidad y que la gente pase un rato interesante.
Llega además en un momento en el que hay esta discusión sobre si las películas, con todo lo que está pasando, deben estrenar online y no en salas.
No sé... creo que van a cambiar muchas cosas, y no me parece mal. Es que hay muchas películas por estrenar, y si queremos hacer las cosas bien hay que contener a la gente, y durante este tiempo hay que estrenar películas, y si esto va a durar mucho vamos a ver todo lo que nos interese y habrá que restaurar la parrilla. Luego cuanto termine esto, a ver qué pasa.
Si ya es bastante precaria nuestra profesión, pues como para sufrir esto, pero hay que pensar en todos los sectores y hay que solidarizarse
Es una distopía pero tiene algo de teatro, sois muy pocos actores, cómo ha sido este rodaje.
Es que parte de una obra de teatro. El guionista la escribió hace diez años como una obra de teatro, estaba dormida hasta que llegó el productor, Carlos Juárez. Fue un rodaje muy interesante, muy duro. Sobre todo por lo de adelgazar. Hubo momentos de crisis, de mal humor que intentaba aprovechar si la secuencia lo requería. Si no... era un problema. Era, además, muy artesanal, y Galder venía con el ordenador y con un story-board de 500 páginas. Tenía los planos clarísimos y eso se agradece mucho. Fue duro pero a la vez fue muy divertido. No sé si alguna vez volveré a hacer algo así. Lo disfruté a la par que lo sufrí.
El coronavirus ha provocado el parón de los rodajes, ¿cómo lo estáis viviendo?
Pues es un problema gordo. Si ya es bastante precaria nuestra profesión, pues como para sufrir esto, pero hay que pensar en todos los sectores y hay que solidarizarse. Yo ahora tenía dos rodajes y están parados, y no sabemos nada más, pero espero que se reactive y recuperemos el trabajo, pero mientras tanto qué hacemos... pues nada, suplicar a tu casero que te congele las rentas y los pagos. Creo que hay que unirse, estar juntos y ver que soluciones encontramos, pero estamos todos en medio shock.