Septiembre de 2013. El Festival de Venecia estrena a bombo y platillo Under The Skin. No es para menos, es el regreso a la dirección tras nueve años de ausencia de Jonathan Glazer, que sorprendió a todos con Sexy Beast y Reencarnación. Para su vuelta había elegido a Scarlett Johansson como absoluta protagonista de un relato de ciencia ficción que era uno de los platos más esperados de la sección oficial. Tras el pase la prensa salió dividida radicalmente en dos. Los que consideraban que habían visto una obra mayor, de un autor que no se ciñe a ninguna descripción posible, y aquellos que pensaban que Glazer era un moderno sin fondo y que se había pasado de críptico.
La historia de una alienígena que adopta el cuerpo de una mujer para ir ‘encantando’ a hombres en la Tierra y sacrificándoles como una mantis religiosa no era el típico producto de Hollywood. Apenas había diálogos, todo era sugerente, sensorial, casi onírico… Y muchos lo rechazaron. A los ataques radicales contra el filme se sumaron todos los comentarios machistas en torno a ella. De pronto Under the skin se convirtió en ‘la película en la que Scarlett Johansson salía desnuda’, e incluso en críticas como la de Carlos Boyero en el diario El País se tituló de la siguiente forma: “La desnudez de Johansson no compensa”.
La película quedaba tocada de muerte. Un proyecto diferente y radical que quedaba marcado por los motivos erróneos. Se estrenó en muy pocos países, y su taquilla total no llegó ni a los cinco millones de dólares. Por si fuera poco se pedía un dineral por ella. En España ni llegó a las salas. Ninguna distribuidora estrenó el filme… Hasta ahora. Siete años después la distribuidora Avalon traerá a salas españolas una película que ahora se antoja más oportuna e interesante que nunca, porque Under the skin era mucho más que una ‘paja’ de un director con ínfulas. Es cierto que Glazer se recrea en su apuesta estética y que le gusta ser críptico y complejo, pero eso es lo de menos.
Under the skin es un retrato del machismo en la sociedad y de la violencia a la que están sometidas las mujeres vistan la piel que vistan. La alienígena a la que da vida Scarlett Johansson comienza su misión sin miedo. Al volante de una furgoneta seduce a los hombres para que vayan a su casa, donde son engullidos por un lago de una materia viscosa. Sólo cuando es un extraterreste plenamente consciente de que su misión es buscar presas está por encima de los hombres, o al menos eso piensa, porque en estos encuentros lo que vemos es que en el fondo viste la piel de una mujer. Comentarios sobre qué hace una mujer sola en un sitio como este, sobre su ropa, sobre por qué conduce un coche tan grande se suceden en la gente a la que se encuentra.
Por supuesto el 90% de los hombres no tienen ningún problema en montarse en un coche con una mujer desconocida, porque ellos están por encima, nunca va a ocurrir nada. Lo que buscan es, además, sexo. ¿Qué pasaría si fuera al revés? Si fuera un hombre el que conduce y pide a jóvenes que se suban a la furgoneta no ocurriría, porque las mujeres viven con el miedo metido en el cuerpo. Son conscientes del machismo estructural que les ha hecho tener que escribir un mensaje a sus amigas cuando llegan a casa para confirmar que están bien.
Los jefes alienígenas de Scarlett Johansson son hombres que le dicen lo que tiene que hacer. Poco a poco la violencia del hombre hacia ella se hace más presente y explícita, como cuando acude a la discoteca, y es cuando ella se humaniza y decide comportarse como mujer cuando todo explota. En el momento en el que ella muestra compasión y decide actuar como un ser humano (haciendo algo tan natural como comer), empieza a sufrir la violencia del hombre de forma explícita. Ninguna mujer escapa a esto en nuestra sociedad. Ni siquiera una mujer alienígena.
El primer encuentro es con un hombre que no la fuerza. La ayuda. Pero se comporta con el paternalismo y condescendencia de cualquier hombre hacia una mujer. No sabe nada de ella, pero la lleva a su casa, cocina para ella… e intentan tener sexo. También la coge en brazos para que no pise un charco. Una masculinidad antigua que perpetúa comportamientos del patriarcado. Cuando ella descubre su sexo escapa, y ahí es donde se encuentra con el ‘monstruo final’ en su choque frente a la realidad. Un hombre abusador y maltratador que intenta forzarla y que, además, cuando descubre que viste una piel que no es la suya se asusta y ejerce violencia, lo que tiene una lectura doble, sobre cómo los hombres ejercen una doble violencia con una mujer que ellos no consideran como tal -una mujer trans-. ¿Es el alien de Scarlett una mujer o sólo viste como tal? Lo es, y sufre la violencia de una sociedad machista en un filme único, bello -atención a esa banda sonora de Mica Levi- e inteligentísimo. Una película de culto que hay que ver, aunque sea para odiarla.