Ha sido el Daily Mail el que ha dado la exclusiva: nuestra queridísima Emma Watson, famosa por su inolvidable papel en la saga Harry Potter interpretando a Hermione Granger, se retira de la actuación hasta nueva orden. Siempre fue una joven rebelde e independiente, brillante y carismática, a veces incómoda, como su personaje en las películas inspiradas en el libro de J. K. Rowling. A Watson no le interesan los focos, no la engatusa Hollywood. Siempre ha sido una enorme militante de la lectura: de hecho, su romance con los libros la llevó a protagonizar La Bella y la Bestia para sentirse esa muchacha abstraída por las novelas y fascinada ante la biblioteca kilométrica del bondadoso monstruo.
En la nueva versión del clásico de Disney, la actriz luchó por que su personaje no llevara tacones ni corsé y por darle un enfoque más feminista al relato. También se ha dedicado, durante estos diez años desde que rodase la última de Potter, a hacer activismo feminista allá por donde ha ido. Ha defendido la igualdad de la mujer y ha rechazado la idea de que las feministas "odian a los hombres", recalcando que "sólo estamos hablando de derechos humanos". Ha señalado que "lo más triste que puede hacer una mujer para gustarle a un hombre es hacerse la tonta" y que la caballerosidad "ha de ser consensuada: las dos partes deben sentirse cómodas con eso".
Cuenta que entendió que era feminista -que siempre lo había sido aunque no se le hubiese enseñado la palabra- cuando sus amigas no querían unirse a los deportes que a ella le gustaban por considerarlos "masculinos", cuando observó que sus amigos no expresaban sus sentimientos y cuando comenzó a ser "continuamente sexualizada" por los medios a partir de su trabajo. "Cuando tenía ocho años, me llamaron ‘mandona’ por querer dirigir las obras de teatro que hacíamos en el colegio para nuestros padres. Pero a los chicos no se les denominaba así”, explicó en una ocasión.
Más tarde también entendió que cobraría menos que sus compañeros de trabajo -como Daniel Radcliffe, Harry Potter en la saga- por dedicar las mismas horas y esfuerzos al rodaje. Comenzó, en 2014, a colaborar con la ONU como embajadora de buena voluntad para inculcar discursos de género. “No se habla mucho de que el hombre esté aprisionado en estereotipos de género. Pero puedo ver que también lo están. Y cuando se liberen las cosas también cambiarán para las mujeres”, decía Watson en su alegato ante la ONU. “Si los hombres no tuvieran que ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no tendrían que ser sumisas”.
Tal es su implicación con la causa que ha colaborado en la creación del Justice & Equality Found (Fondo para la Justicia y la Igualdad), una asociación destinada a asesorar, apoyar y perseguir los abusos o acosos sexuales que se den en todos los sectores profesionales, incluido el cine; y ha donado al proyecto un millón de libras (1,3 millones de euros).
Esta es Emma Watson: una mujer que no se deja machacar. Con la misma fiereza ha decidido ahora apartarse del cine durante un largo tiempo para vivir una vida "anónima" y tranquila con su pareja -Leo Robinton, con quien lleva viviendo desde hace dos años en Los Ángeles-, y, además, centrarse en su verdadera pasión: escribir. De hecho, está trabajando en una novela.
Es lo que le ha apetecido a esta joven talentosa después de la última mala experiencia con la película Mujercitas: "Los representantes de Emma explicaron a Sony que ella sólo asistió al estreno. No sabemos lo qué pasó; si ella no estaba contenta con la película o si se peleó con el elenco", aseguró una fuente cercana a la polémica. Watson no acompañó a sus colegas durante la gira de presentación ni las ruedas de prensa. Salió escaldada y ahora ha dado el portazo.