En el libro Reina del grito, la crítica y periodista cinematográfica Desirée de Fez hablaba de cómo el cine de terror le había ayudado a enfrentarse a sus propios miedos. Temores que son los de cualquier mujer de su edad. Miedo a caminar sola por la calle, a su propio cuerpo, a engordar o a envejecer. Miedos que la sociedad patriarcal ha puesto en las mujeres y que el terror no siempre ha sabido afrontar. O no al menos como lo hace ahora, cuando un gran número de mujeres directoras están al frente del cine de género más potente de los últimos años.
Esto ha hecho que esos miedos que el cine de terror ayuda a exorcizar empiezan a ser miedos propios de la mujer que no siempre el cine a acertado a representar. Mujeres como Jennifer Kent, Rose Glass o ahora la también debutante Natalie Erika James, que en su ópera prima, Relic, ha creado una obra que aterra porque lo que cuenta puede ser tan real como sobrenatural. Un filme que habla sobre la demencia en una matriarca que comienza a comportarse de forma extraña. ¿Es sólo el alzhéimer que ya corre por su cuerpo o hay algo más?
Lo que podría parecer un tema universal y hasta que no es una cuestión de género se convierte en un asunto que apela más directamente a las mujeres, que según un estudio de la Fundación ACE – Barcelona Alzheimer Treatment & Research Center suman el 70% de los pacientes que padecen demencia. Un tema que, además, todos creen que es genético. Por tanto, la decisión de la directora de poner el foco en una abuela con alzhéimer y en la llegada de la hija y la nieta a cuidarla y desvelar el misterio de lo que la ocurre no es aleatoria.
La película comienza en el momento en el que parece inevitable que la abuela ha sucumbido. Pero el acercamiento mezcla los recursos clásicos del cine de terror con los síntomas reales que puede tener cualquier persona con alzhéimer. Dejar el agua abierta, hablar con alguien que no está, aparecer desnuda en plena habitación… Un imaginario que siempre ha pertenecido al terror, pero que también se presenta en la realidad cuando una persona comienza esta enfermedad.
El misterio está en descubrir qué le pasa, si hay algo más, y eso no conviene desvelarlo. Lo que consigue Relic es que dé lo mismo la solución, ya que se convierte en una radiografía de ese miedo, del vínculo entre mujeres, en cómo lo que no se cuenta se enquista y en la necesidad de cuidarnos, como desvela una escena final realmente hermosa pero sin escapar del género más puro.
Lo consigue sin recursos facilones. Sin subir la música hasta que atruene. Sin apariciones debajo de la cama o detrás de la puerta. El espectador está siempre en alerta, y lo está sin realmente saber si lo único que está viendo es a una mujer enferma que pierde la cabeza, pero… ¿hay algo más aterrador que eso? La directora apuesta porque el verdadero miedo está en lo que conocemos, en esas escenas que todos hemos visto alguna vez.
Una película original que también se beneficia de tres actrices maravillosas -Emily Mortimer, Bella Heathcote y Robyn Nevin-, que consiguen trasladar el miedo a la enfermedad, y cómo ese miedo se convierte en algo indomable y hasta sobrenatural. El cine de terror reciente sigue encontrando formas de sorprender al espectador y de hablar de temas que le conmueven y que llegan en forma de terror para que sea más fácil exorcizar el temor a envejecer y a no reconocer a nuestros propios hijos.