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2021 no iba a ser un año malo para todo el mundo. En los nueve meses que llevamos del segundo año del coronavirus en nuestras vidas, el director Javier Marco y la guionista Belén Sánchez-Arévalo han ganado un Goya (al mejor corto), rodado y estrenado en San Sebastián su primer largometraje (Josefina, un drama de personajes que llegará a los cines el 5 de noviembre) y ya están trabajando en su segunda película (A la cara, una expansión del relato corto que les dio el preciado “cabezón”). La pareja se mostraba radiante en el hotel María Cristina, centro de operaciones extraoficial del festival donostiarra, junto al estelar trío protagonista que han reunido para su debut en la pantalla grande: Roberto Álamo, Emma Suárez y Miguel Ángel Bernardeau

En los más de diez años que llevan trabajando juntos, Javier y Belén han sacado adelante 15 cortos. En la industria del cine español se esperaba desde hace tiempo su salto al cine, pero levantar proyectos para directores noveles sigue siendo todo un desafío. “La idea de Josefina surge en 2015”, admite el director. “Desde 2015 a 2021 que hemos podido rodarla y estrenarla han pasado más de seis años. Ha costado bastante. En 2017 empezamos a trabajar con la productora White Leaf [responsable de cintas como No sé decir adiós] y gracias a ellos, y a todas las ayudas que hemos recibido, hemos podido levantar el proyecto”. 

Arévalo explica cómo el tándem se dio cuenta de que tenían “dos personajes con una historia que se podía convertir en un largometraje gracias a una situación que se podía alargar en el tiempo”. Los personajes son Juan, un funcionario de prisiones con una vida gris, y Berta, la madre de un joven que pasa sus días en la cárcel. La situación es que un día, de forma repentina, el guarda seguridad se inventa que él también tiene una hija adolescente dentro de la cárcel, Josefina. 

Los responsables del debut son una de las parejas mejor avenidas del cine español. “Nuestra forma de trabajar es que estamos juntos en todas las fases del proyecto. Belén también está en rodaje y en montaje, y yo estoy en guion también. Cuatro ojos ven más que dos”, aclara el director. “Tenemos nuestras funciones marcadas, pero luego nos nutrimos mucho el uno del otro. El siguiente largo (A la carta) lo hemos escrito entre los dos. Quizás algún día acabo dirigiendo”, completa la guionista. 

Para Roberto Álamo, “una ópera prima no tiene porque ser una experiencia distinta. El director puede estar más nervioso al principio, pero lo que tienes que ofrecer ya lo tienes. En ese sentido no me importa si trabajas con un debutante o no, te preguntas si quieres hacerlo o no, si necesitas trabajar o no”.

Su compañera de reparto, Emma Suárez, celebra haber podido rodar la película en un momento tan difícil para todo el mundo. “Leí la primera versión del guion y me pareció muy original. Cuando leí la última me quedé algo desconcertada porque me parecía una película distinta a la que me encontré al principio. Fue un proceso complicado, porque no sabía por dónde meterle mano, pero empezamos a darle forma con Belén, Javier y Roberto. Nos hicimos a los personajes casi como ellos se conocen entre sí, de puntillas”.

Javier Marco presenta su primera película en San Sebastián.

 

La dosificación de información 

Uno de los rasgos más característicos de Josefina es la decisión de sus responsables de evitar información clave al espectador, desde el origen de los conflictos que han convertido a sus personajes en fantasmas solitarios a algunas de las resoluciones de una pregunta llena de incógnitas. “Esa falta de respuestas es algo buscado”, explica el director. “A nosotros como espectadores nos gusta ver películas que dejan las cosas más abiertas y no te quieren dar todo mascado. Nos gusta hacer eso como creadores también. Queremos que el espectador tenga su lectura, como nosotros tenemos la nuestra”. 

Miguel Ángel Bernardeau nos lleva al otro lado de los misterios de Josefina. “Creamos juntos la intrahistoria del personaje haciendo trabajo de mesa con Belén y Javier. La película no te da esa información, pero tuvimos que ser muy específicos para crear algo que al público le surgiera esa pregunta en la cabeza. “¿Qué les ha pasado?”, “¿por qué están así?”, “¿por qué sus relaciones son así?”.

En su primer proyecto después de terminar su paso por Élite, el intérprete de 24 años celebró la oportunidad de ser el hijo en la ficción de Emma Suárez. “No conocía ni a Belén ni a Javier, pero sabía que estaba Emma y me hacía mucha ilusión trabajar con ella”, explica el actor de 24 años. “La conozco desde pequeño, aunque hacía muchos años que no la veía. Siempre me pareció una actriz muy imponente aunque sea amiga de mi madre”. 

Miguel Ángel Bernardeau, en su primera película después de acabar en 'Élite'.

Manipulación sí, acoso no

Los cuestionables primeros avances de Juan hacia Berta han provocado diferentes reacciones en el público y la prensa que ha visto la película en San Sebastián. ¿Podría ser una situación de acoso una relación en la que una de las personas siempre va un paso por delante que la otra y se acercó a ella con una mentira? Los actores no comparten, en absoluto, esa visión. “Yo el acoso, francamente, lo veo aquí imposible”, insiste Álamo”. “Quien quiera ver un acoso ahí, entra ya en el terreno de cada uno. Es una mente un poco perversa”.

Bernardeau, realmente sorprendido, se muestra más abierto a esa lectura. “Es la primera vez que lo oigo así. Hoy en día está tan presente el tema del acoso que sí se podría ver como una forma de acoso. Es interesante, porque esa interpretación te cambia algunas de las escenas más importantes de la película”.

Sánchez Arévalo confiesa que ya ha escuchado reacciones en esa línea: “Sí que nos han llegado algunos comentarios. El personaje hace que empatices con él, pero en el fondo sí que está haciendo algo mal y está mintiendo. Sabes sus motivaciones, porque él tiene sus carencias emocionales. Las cosas no son ni blancas ni negras y es importante que la historia tenga sus capas”.

Fotograma de 'Josefina'.

La relación entre Juan y Berta empieza con una mentira. “Él que si le dice que trabaja en la prisión, ella no va a querer nada con él. Cuando ves la película, quieres abrazar al personaje: está claro que no quiere hacerle daño a ella”, argumenta Javier Marco. Para su compañera desde hace más de una década, “lo que más nos gusta a nosotros es contar el encuentro de dos personajes en el momento que más lo necesitan. Queríamos explorar la soledad de estos personajes y cómo, cuando se juntan, se abre un camino a la esperanza”.  

Su estrella protagonista va más allá en la defensa de su personaje. “Casi siempre le damos un sentido negativo a la manipulación, pero la vida es una constante manipulación. El universo, el cine, los documentales, la seducción... todo es una manipulación. Hay manipulaciones que yo considero negativas (como engañar a alguien para conseguir que haga algo que es moralmente negativo) y otras que no me parecen problemáticas”, justifica el actor de Que Dios nos perdone, antes de confesar que él, como casi todo el mundo, miente en su día a día.

Josefina se pasa estos días dentro de la sección destinada a cineastas con potencial que solo han rodado una o dos películas. El jurado de la juventud formado por voluntarios de hasta 26 años que cada año juzga, de forma más severa que el público medio asistente al Zinemaldia, una veintenta de trabajos ha dado una de las mejores notas de la edición (un 7,14 sobre 10) a la cinta. El resto de los mortales deberán esperar al 5 de noviembre para acercarse a los cines y descubrir (o no) quién es Josefina en realidad.  

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