En 1997 conocimos a dos chavales que llegaron como un soplo de aire fresco en un Hollywood que siempre apostaba por los mismos nombres y caras. Se llamaban Ben Affleck y Matt Damon, y aunque Kevin Smith ya se había fijado en ellos, fue Gus Van Sant quien les tenía preparada la película que les cambiaría la vida. Se puso al frente de un proyecto escrito por ellos mismos, el primero que hacían, y les dio los papeles principales de El indomable Will Hunting. El filme fue un éxito, y aquellos pipiolos lograban llevarse el Oscar al Mejor guion original gracias a su primer libreto.
Han pasado más de 20 años, y desde aquel filme nunca habían coincidido de nuevo, ni en pantalla ni mucho menos como guionistas. Las carreras de cada uno han ido por sitios diferentes. Damon conseguía el respeto de toda la industria como actor, mientras que Affleck se reivindicaba como director tras un errático trayecto como inusual estrella marcada, además, por sus relaciones sentimentales. Coinciden en que llegan a este momento en una madurez profesional interesante. Damon produciendo y haciendo un cine diferente; Affleck con un Oscar ganado y sin nada que demostrar.
Era el momento perfecto para juntarse de nuevo, tanto como actores como guionistas. Lo han hecho junto a Nicole Holofcener para adaptar, bajo las órdenes de Ridley Scott, el libro El último duelo: Una historia real de crimen, escándalo y juicio por combate en la Francia medieval del escritor Eric Jager. Entre los tres han creado El último duelo, un Rashomon para la era del Me too en donde ellos han escrito los puntos de vista de los dos personajes masculinos y ella el del femenino, clave para entender esta historia del siglo XIV en la que Marguerite de Carrouges (Jodie Comer) acusó de violación a Jacques Le Gris (Adam Driver) en un momento donde las mujeres callaban cualquier tipo de abuso. Su marido, Jean de Carrouges (Matt Damon), retó a un duelo a muerte a su antiguo compañero. Quien perdiera sería porque dios consideraba que había mentido.
Una historia en la que Affleck también participa como actor y que es el mejor filme de Scott en varios años y que presentaron en el pasado Festival de Cine de Venecia, donde los dos amigos y guionistas hablaron con un reducido grupo de periodistas donde se encontraba EL ESPAÑOL. Affleck se había convertido en la estrella del día por dos motivos. Uno, por su llegada a la alfombra roja junto a Jennifer López. Dos, por decir en su primera intervención en la rueda de prensa que se consideraba un hombre feminista.
Pocas horas después subrayaba la afirmación. “No creo que dijera nada particularmente radical o inusual, me preguntaron si era feminista y dije que el feminismo es creer en la igualdad entre hombres y mujeres, así que por supuesto que sí que lo soy, es que si no lo fuera seríaa ridículo”, continuó y destacó de “esta historia que en un nivel humano me identifico con la protagonista, una mujer que se enfrenta a retos y tiene la integridad moral de negar los valores de su cultura y se basa en sus propios principios y en ser fiel a sí misma, y eso me parece heroico y emocionante, y es una mujer pero lo que me tocó es la naturaleza de su personaje”.
La película habla de un sistema machista que mira hacia otro lado cuando un hombre poderoso viola a una mujer. Es inevitable no pensar en Harvey Weinstein, todopoderoso productor con el que ambos han trabajado, pero niegan que se basaran en él para escribir estos personajes. “Si hubiéramos pensado en él no hubiéramos sido capaces de parar de vomitar”, contesta con mucha retranca Nicole Holofcener que deja claro que no y que “no es el único tipo malo alrededor, los hay desde hace mucho, y muchos, hay que pensar de forma más universal”. Matt Damon lo confirma y apunta que no es alguien en concreto, sino que “es el sistema, esta película no va sobre que haya un mal tipo, sino sobre un sistema en el que está mujer sufre abusos desde su nacimiento”.
Para Ben Affleck en este reencuentro se nota que “ahora tenemos mucha más experiencia, habremos hecho más de 100 películas”, y también destaca el contrapunto de Holofcener para aportar un contrapunto y un feedback a su visión. “Es genial tener una historia que conozcamos los dos, que podamos hacerla juntos, escribirla juntos y producirla juntos, pero la mayor parte del tiempo, las historias que nos atraen no nos permiten trabajar juntos, así que hemos estado en la periferia profesional del otro durante mucho tiempo, pero somos amigos y cuando él dirige una película yo me leo el guion, veo los primeros cortes, hablamos… realmente siento que siempre he estado involucrado en su cine, pero hasta ahora no se había vuelto a dar la oportunidad”.
Verles juntos de nuevo tiene algo de magia. Es ver a dos amigos que siguen bromeando como el primer día, y que ven cómo siguen cumpliendo el sueño que tenían desde críos: “Siempre hemos querido hacer cine, desde que somos niños hablábamos de ello, y era lo que daba energía a nuestras vidas desde que íbamos a clase. Queríamos contar historias. Este año, mientras estaba de viaje en Australia, estaba viendo una pintura en una cueva y me di cuenta de que al final también eran gente contando historias. Eran personas contando sus experiencias para que alguien lo viera. Creo que contarnos historias es una forma de compasión, de empatía y de evolución, y es a lo que queremos dedicar nuestra energía desde que somos niños y no queremos parar”.