Anna Castillo tiene algo que pocas actrices tienen, y es que es capaz de hacer creíble cualquier línea de diálogo. Da igual lo pomposa, ñoña, o poco verosímil que pueda ser, dicha por ella adquiere la categoría de real. No todos los intérpretes son capaces de sonar como personas de a pie, sin sonar impostados. Ella es capaz de interpretar lo que le dé la gana y que te la creas. Una de las mejores actrices de su generación que, además, no para de acertar con sus apuestas por proyectos más íntimos.
Es el caso de La vida era eso, el debut en la dirección de David Martín de los Santos que ha logrado dos nominaciones a los Premios Goya – dirección novel y actriz protagonista- y por el que ella ha sido nominada a los Feroz como actriz de reparto. Un filme sobre dos generaciones de mujeres que se reconocen y cuyo encuentro cambia la vida de una de ellas, que comienza una segunda vida pasados los 70.
La vida era eso es una película pequeña, no sé cómo llegas a este proyecto.
Esto viene de 2017, que conocí a David, el director. Creo que fue en una gala de nominados de los Goya, y me dijo que tenía un guion que le gustaría mandarme. 2017… es que hace un montón, ya, y me gustó mucho. Me encantó.
Cuatro años son muchos, ¿ha ido cambiando el guion desde entonces?
Sí, esa fue la primera aproximación al proyecto, pero luego la cosa ya se fue levantando y empezamos a hacer un proceso de ensayos con Petra, pero es que luego la peli se paró un año.
¿Por problemas de financiación?
Sí. Fue por pasta. Tuvimos que parar mucho tiempo y fue un bajón, pero luego ya volvimos, hicimos un proceso de ensayos y ya rodamos. Era una cosa que estaba ahí... me pasó también con Viaje al cuarto de una madre, que son proyectos que no sabes bien cómo va a ser, porque son películas muy pequeñitas en las que no hay una certeza, pero hay algo dentro que te dice que hay que hacerlo.
¿Fue un instinto?
Un instinto que además creo que me pasa cuando leo un guion. Cuando lo leo sé si por lo menos me emociona hacerlo o no, que eso puede ocurrir por varias razones. Puede ser porque el guion sea increíble, o porque el personaje sea increíble, o porque vayas a tener unos compañeros que son la hostia... pero tiene que haber algo que te emociona, y eso se sabe rápido. Luego lo mismo no puedes por fechas, pero la sensación la notas rápido.
¿Y en esta qué fue?
El guion. Me parecía preciosa la idea de contar un encuentro entre dos mujeres de dos generaciones distintas. Una con muchas ganas de vivir, y la otra muy apagada, y de repente se hace como un cruce de energías que desemboca en la película, que realmente es el viaje que hace el personaje de Petra.
Es una generación que es espejo de la otra, no sé si te valiste de la experiencia de abuelas o de gente cercana para entender a la otra generación, la del personaje de Petra.
Claro, haciendo esta película, y desde hace unos años en los que me estoy deconstruyendo y entendiendo muchas cosas, te das cuenta de que hay una generación, que puede ser la de mis abuelas, que estaban oprimidas, acalladas, y que dedicaron su vida al cuidado de los demás, y so una generación a las que hay que dar voz.
La relación que se establece entre tu personaje y el de Petra Martínez es muy hermosa, ¿cómo ha sido trabajar con ella?
Una experiencia muy bonita. Hemos encajado muy bien porque tenemos un idioma muy parecido, una forma de hacer las cosas similar, y nos hemos divertido mucho. No siento que seamos de generaciones distintas, porque Petra es un caso especial de mujer. Siento la admiración y el respeto por alguien que ha vivido tanto, pero a nivel entendimiento estamos bastante a la par. Ha sido divertido y muy guay.
Viendo los papeles que eliges, parece que compaginas películas más grandes, de industria, con otras más personales. No sé si responde a algo deliberado.
Creo que mi instinto se guía de forma inconsciente buscando el equilibrio entre los proyectos. No hago las cosas pensando en un diseño, pero sí que algo inconsciente que busca tener equilibro entre películas pequeñas que me gustan como esta, y proyectos que son más de oficio y de pagarte la hipoteca, o proyectos más grandes que te abren puertas a otras cosas. De manera instintiva creo que intento buscar ese equilibrio.
Sin embargo, sí que casi todas tienen algo en común, y es que hay un trasfondo social, o político.
A mí como espectadora eso es lo que me interesa, y cuando leo un guion soy espectadora y hay algo de eso en mí que me gusta, que me llena. También he hecho una película como Donde caben dos, que es una comedia sexual, que también me gusta que se hable de la libertad sexual, porque es un tema que me interesa, pero no tiene ese componente social.
Ahora has rodado con Jaime Rosales, ¿cómo ha sido la experiencia?
Yo estoy muy contenta, creo que ha sido uno de los proyectos de mi vida. Ha sido muy intenso, 9 semanas, con un personaje protagonista madre de dos niños pequeños que navega en relaciones masculinas tóxicas... Creo que se ha hecho un buen trabajo.
¿Cómo es Jaime como director? Su cine se mueve en otra esfera, fuera de lo industrial, como en otra dimensión del cine español.
Es lo más heavy… Jaime rueda en película, con un equipo muy reducido. No había ni combo ni script. Ha sido un poco marcianada pero en el buen sentido de la palabra, porque tiene un gusto para el cine que comparto, admiro y coincido, pero que supone trabajar desde un sitio muy interesante, pero fuera de lo convencional. La directora de foto es una genia, y ha sido un equipo muy guay, y con Jaime me he entendido muy bien a la hora de dirigir actores. Tiene un ojo muy delicado, muy clínico, he hecho mucho match.
Ahora escuchándote hablar así del rodaje la pregunta es inevitable, no sé si hay algo de directora en ti.
Pues igual ahora mismo no, pero sí que me gustaría. Hay algo natural, cuando llevas tanto tiempo currando en esto y te interesa el trabajo del resto, en querer dar tu punto de vista y que sea interesante. Creo que me gustaría dirigir algún día, pero no sé ni cuándo ni el qué.