Las mujeres siguen marcando el camino para el cine español en 2022. Después de que Alcarràs repitiera en nuestros cines su histórico éxito en el Festival de Berlín, ha llegado el momento de que Cinco lobitos, otro drama familiar que pasó por el certamen alemán, se enfrente al veredicto del público.
No será, sin embargo, su estreno dentro de nuestras fronteras. El Festival de Málaga cayó rendido ante el debut de Alauda Ruiz de Azúa, otorgándole hasta ocho premios, incluyendo la Biznaga de Otro. Uno de los reconocimientos fue compartido por Laia Costa y Susi Sánchez, las estupendas protagonistas de una emocionante historia sobre los cuidados y la maternidad que llega a los cines este viernes 20 de mayo.
En Cinco lobitos, Amaia (Laia Costa) acaba de ser madre y se da cuenta de que no sabe muy bien cómo serlo. Cuando su pareja y padre de su hijo, Javi (Mikel Bustamante), la deja sola durante unas semanas por culpa del trabajo, la neófita madre decide volver a casa de sus padres, en un bonito pueblo costero del País Vasco, para compartir la responsabilidad de cuidar a su bebé. Lo que no sabe Amaia es que, aunque ahora sea madre, no dejará de ser hija de Koldo (Ramón Barea), un hombre inaccesible, y Begoña (Susi Sánchez), una mujer que no quería limitarse a ser madre.
SERIES & MÁS habló con las actrices horas después de la triunfal presentación de la película en el festival malagueño.
¿Qué fue lo que os llamó la atención de Cinco lobitos?
Susi Sánchez: El guion. Me pareció redondo y desprovisto de artilugios y trampas. Era una historia libre de lugares comunes. Habla de la vida y de cosas que se han abordado millones de veces, pero con una perspectiva mucho más asentada y con más conciencia.
Laia, tú vives en Miami y eres muy selectiva con las películas que haces en España. ¿Qué viste en este proyecto?
Laia Costa: Me pasó como a Susi. Me encantó el guion. Llegó en un momento que a nivel personal quería hablar y trabajar historias así. Cuando conocí a Alauda y me explicó el proyecto que tenía en mente, me gustó mucho su visión. A veces pasa que te gusta un guion, pero el director no te da buenas vibraciones.
Recuerdo tomarme un café en Madrid con ella en el que le dije, “pero una cosa, ¿vas a tener bebés de verdad o muñecos?”. Se sorprendió y me contó que estaban valorando usar muñecos en alguna escena, pero que querían usar bebés de verdad siempre que se pudiera. Si me hubiera dicho que íbamos a hacer la película entera con muñecos, no la habría hecho. Alauda habla con una honestidad brutal y creo que esos bebés nos llevaban mentalmente a otro sitio. Cuando el bebé entraba al set, algo cambiaba.
Has hecho Cinco lobitos precisamente cuando tú te enfrentabas a la experiencia de ser madre.
Laia: Me llegó el proyecto cuando estaba embarazada de tres meses. Leí el guion en ese momento y me interesó desde el principio. Tuve mi hija y un año después empezó el rodaje de la película. Empecé el primer año de maternidad de Amaia justo después de haber vivido el mío. Son dos maternidades muy diferentes, pero sí que me llevé muchísimo trabajo hecho de casa. Fue una experiencia muy interesante. Haber sido madre justo antes me ayudó en el set a la hora de tratar con los bebés, pero en escena no se podía notar: Amaia es una madre primeriza y empezamos con el personaje sin que sepa dar el pecho. Yo entonces ya era un pro en eso.
La película habla de muchos temas, como la distribución de roles en familia. Desde el trabajo a los cuidados.
Susi: Es algo muy actual y universal. No nos damos cuenta, pero todas estas cuestiones vienen de lo mismo: tenemos una visión del mundo patriarcal. La mujer es la que sale perdiendo siempre desde esa perspectiva, es la que queda embarazada y la que vive todo el ciclo del embarazo. Yo no he tenido hijos, pero según contaba Laia es un revuelo de emociones, hormonas y estadas de ánimo. Después pares y empiezas a cuidar a tu hija.
A pesar de que pasen las generaciones, sigue pasando lo mismo. De otra manera quizás, porque hasta ellos se empiezan a cuestionar cuál es su papel en la familia. Antes ni siquiera se lo preguntaban. La mujer se casaba, tenía hijos y cuidaba de la familia. No se planteaba siquiera qué más podían hacer en su vida. En la película las dos madres tienen un conflicto al respecto, porque tanto Amaia como mi personaje han tenido inquietudes de otro tipo. Quieren otra vida más allá de su lugar como madre.
Laia: La película muestra muy bien cómo en estas dos generaciones tan diferentes el espacio común de los cuidados sigue estando en ellas, pero sí se aprecia un cambio entre las dos generaciones de hombres. Koldo y Begoña vivían en un mundo en el que él trabajaba y ella criaba, y podían llegar a fin de mes. A Amaia y a Javi no les pasa eso, son dos autónomos que con suelo no pueden llevar a su hija a la guardería. La precariedad laboral no ayuda a que haya una conciliación dentro de la familia, de ahí a que tantas familias tengan que recurrir a sus abuelos para poder llegar a todo.
La relación madre - hija ocupa una parte muy importante de la historia, pero la película también refleja esa falta de una mayor educación emocional en los hombres. ¿Hacia dónde creéis que vamos como sociedad?
Laia: Creo que la película muestra una cosa muy bonita al dejar claro que Javi no es Koldo. Koldo no muestra intención alguna de colaborar y solo cambia un poco cuando se invierten los papeles y Amaia se comporta como su madre, porque entonces se empieza ver reflejado en los ojos de su hija de una manera que no le gusta. Begoña y Koldo tenían un pacto muy concreto sobre cómo se reparten los roles familiares, pero con Amaia es diferente cuando de alguna manera se convierte en su pareja. Esto hace reaccionar a Koldo, pero es un hombre que lleva toda la vida con estas dinámicas.
Javi no es así. Javi intenta, en la medida de lo que puede, estar presente. Incluso cuando ella se va a casa de sus padres. No sabe hacer las cosas, pero hay una intención clara de hacer las cosas de otra forma. Creo que el cambio entre los dos hombres es significativo. La sociedad no está construida de forma que una persona pueda maternar o paternar desde la calma y el cuidado. Eso no existe todavía y se deja sola a las familias para que se las apañen como puedan y con los que medios que tengan. Eso cuesta muchísimo.
Recuerdo hablar con Alauda de esto, porque Javi y Amaia son dos autónomos. Al final es cuestión de números y de falta de ayudas. Socialmente es una batalla, y estamos hablando de algo como cuidar hijos, que ocurre cada día en todo el mundo y es el futuro de la sociedad y del propio capitalismo. Si no hay más niños, no se va a aguantar. La sociedad no se preocupa de dar un espacio para que las familias puedan tener esa igualdad. Hay un cambio, sí. La película demuestra cómo cada vez hay más conciencia, pero todavía son pasos pequeños.
Susi: Las mujeres estamos luchando por alcanzar la igualdad, pero creo que hay una parte en la propia mujer de perpetuación del patriarcado. A mí me pasa también, por una cuestión cultural. A veces me descubro a mí misma en esos renuncios. Yo soy muy feminista, pero también caigo en esas cosas. Hasta que la mujer no reconozca que ella también pone una parte que también alimenta esto, aunque sea de forma involuntaria, no va a haber un cambio.
Cinco lobitos explora también el regreso al hogar, las dinámicas de madres e hijas y cómo la relación entre las dos generaciones siempre está marcada por esa dependencia en la infancia.
Susi: A mi madre siempre me decía que una hija siempre es hija, y una madre mientras viva siempre es madre. Lo que pasa aquí es que hay un proceso de adaptación a partir de algo que pasa en la familia que obliga a Amaia a madurar de una forma rapidísima para poder hacerse cargo de esa situación. Para ella es toda una revolución porque tiene que adaptarse a las circunstancias que vienen. Y lo hace. En esa transformación hay un crecimiento y una maduración muy importante. Le pasa a ella y a mi personaje, que después de dedicar toda su vida a cuidar a los demás, tiene que dejarse cuidar. Ponerse en manos de su hija, ceder el control y no luchar es algo que tiene que aprender Begoña también.
Una parte del éxito de la película es el control del tono de la propuesta, tanto en las interpretaciones como en la puesta en escena. ¿Era importante no cruzar la línea para evitar caer en un retrato maniqueo de esa crisis familiar?
Laia: Creo que el tono es uno de los grandes aciertos de la película. Fíjate que es una película en la que casi no hay música para reforzar todo lo que pasan los personajes. No había miedo en el set de ir demasiado lejos, pero creo que también se ha hecho un trabajo increíble en la edición de la película. Alauda tenía muchas opciones y caminos por donde tirar. En el rodaje no nos ceñimos a una elección, probamos muchas cosas y eso permitía que Alauda después tuviera muchas herramientas para graduar la emoción con todos los personajes.
Hay un clímax muy emocional con especial protagonismo para unas viejas imágenes domésticas de la familia. Sin entrar en spoilers, ¿cómo fue el rodaje de esa escena?
Laia: Fue muy interesante, porque esa escena también fue una sorpresa para nosotros como actores. Era la primera vez que las veíamos. Se reservaron hasta ese momento el vídeo que hace Koldo. Alauda casi no nos dirigió en ese momento. También es interesante que dejaran esa secuencia para el final del rodaje. Los actores ya teníamos nuestros personajes bastante más claros. Ya los teníamos construidos. Recuerdo que ya habíamos cenado ese día y que fue un rodaje nocturno. Alauda nos dio libertad para reaccionar como quisiéramos.
Susi: Las imágenes eran de Alauda de cuando era pequeña. Estaban mezcladas con otros momentos de la película que se habían rodado al principio del rodaje. Estábamos los tres emocionados y nos sorprendió mucho. Improvisamos sobre la marcha. Fue un momento maravilloso.
¿Cómo fue llevar la película a Berlín?
Laia: Increíble. Con la cantidad de películas que se presentan a Berlín, que seleccionaran a Cinco lobitos fue muy importante. Las dos ya sabíamos lo que era estar en el festival. Susi ha estado tres veces y para mí esta era la segunda. Fue muy bonito poder ver la película con gente en el cine. Hacía dos años que yo no iba al cine, así que imagínate. Tuvimos una respuesta muy bonita.
¿Qué os gustaría que se llevara la audiencia de una película como Cinco lobitos?
Laia: Creo que lo más importante sería que generara un debate. Estrenar la película en Málaga, por ejemplo, fue muy bonito. Me di cuenta de que es una película que sigue creciendo cuando sales de la sala y la gente empieza a compartir sus experiencias y opiniones de los temas que aparecen en ella. También hemos notado como todos los periodistas también ponen mucho de su parte y se ven reflejados en ella. La familia es un tema que nos toca a todos y creo que precisamente por eso la audiencia tiene relaciones y reacciones muy concretas a lo que pasa. Todos somos hijos y algunos somos padres o madres, pero todos hemos sido cuidados y tenemos que cuidar de alguien en algún momento de nuestras vidas.
Susi: La reacción que la película está dejando en el público es reconfortante. Ven que hay seres humanos que también tienen un lado oscuro y se equivocan. De alguna manera se reconcilian con la vida, con la familia y con la pareja. Al ver un reflejo de ti mismo en la pantalla, una reflexión que no está idealizada porque nadie es perfecto, el espectador se siente identificado y aliviado hasta cierto punto. No es necesario ser un superman o una superwoman, eso es una cosa impuesta por la sociedad. La realidad es esta, aunque no hablemos de ella. Cuando lo ves en una película, te das cuenta de que no estás solo. Eso es lo que más me gusta de Cinco lobitos.
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