Corren tiempos difíciles para la originalidad en los despachos de los grandes estudios de Hollywood. O quizás estamos buscándola en los lugares equivocados. La pareja profesional creada por Dan Kwan y Daniel Scheinert demuestran con Todo a la vez en todas partes que otro tipo de cine comerciales es posible. Siguiendo una hoja de ruta marcada por el Matrix de las hermanas Wachowski, los Daniels han dejado a la industria y al público con la boca abierta con uno de los blockbusters más imaginativos, desprejuiciados y emocionantes de los últimos años, una incursión en las posibilidades narrativas del multiverso que ha dejado a Marvel en un simple artificio.
Con su ópera prima, Swiss Army Man, ya habían dejado claro una sensibilidad y sentido del humor tan genuinos como potencialmente polarizantes. Tras convertir a Daniel Radcliffe en un zombi con problemas de flatulencia atrapado en una atípica comedia existencialista, los Daniels multiplican por diez su ambición para contar la historia de una inmigrante china llamada Evelyn (una pletórica Michelle Yeoh que lo hace absolutamente todo en la interpretación de su vida) que descubre una ruptura interdimensional altera la realidad durante una cita con el departamento de hacienda.
Sin quererlo, la mujer se ve envuelta en una aventura salvaje en la que, aparentemente, solo ella puede salvar el mundo. Perdida en los mundos infinitos del multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo. Si la premisa de Todo a la vez en todas partes parece delirante, es porque lo es. También es asombrosa, abrumadora y a ratos cargante. ¿Cómo no iba a serle con semajante sobredósis de ideas, recursos y experimentos?
El mayor éxito en la historia de A24 es un ejercicio cinematográfico que jamás baja el ritmo ni renuncia a su compromiso de sorprender a la audiencia. La visita de una mujer por diferentes universos paralelos permite a sus directores experimentar y jugar con todos los géneros y tonos posibles: la ciencia ficción, la fantasía, artes marciales, la comedia más absurda, el drama familiar y hasta el existencialismo. En su explosivo cóctel conviven la angustia de una adolescente que siente que nada importa en el mundo y una matriarca que, por primera vez en su vida, es consciente de las decisiones que han marcado su camino.
En una de las escenas más controvertidas del Tenet de Christopher Nolan uno de los personajes pide al protagonista y, de paso a la audiencia, que no piense la lógica de lo que le está contando y que se limite a sentirlo. Esa es la actitud ideal para enfrentarse a una película recomendada sobre todo a aquellos que han perdido la fe en un cine espectáculo cada vez más obsesionado por dar al público exactamente lo que ellos esperan, y nada más.
Los Daniels quieren exactamente lo contrario: descolocar, desafiar e impactar a un público que al abandonar la sala lo hace con la sensación de haber sido testigo de algo único, tan imperfecto como memorable, tan escatológico como emotivo. No hay límites ni prejuicios en el cine de unos directores que, irónicamente, acaban haciendo justicia al propio título de su segundo trabajo en el cine. Estamos ante una película que lo es todo, a la vez y en todas partes.
También te pueden interesar otras críticas...
- 'The Boys 3', la serie estrella de Amazon regresa más diabólica, sangrienta y visceral que nunca
- 'Obi-Wan Kenobi', el último de los jedi busca la redención con una aventura clásica y nostálgica
- 'Top Gun: Maverick', emoción y espectáculo en una secuela ejemplar y muy superior a la original
- 'Better Call Saul' deja de ser un juego para Kim y Jimmy en el ecuador de la temporada 6