A Jasmila Zbanic le encanta la cultura, el cine y la comida española. La serbia promete que no está diciendo eso únicamente porque esté en estos momentos en España. La directora de Quo Vadis, Aida? está en Valencia como miembro del jurado de la última edición del Festival Cinema Jove.
A sus 47 años, confiesa que lo último que quiere después de la pandemia es encerrarse en su despacho a escribir guiones. Quizás eso explica su sorprendente fichaje por The Last of Us, la peculiar adaptación del popular videojuego que ha desarrollado Craig Mazin (Chernobyl) para HBO, y uno de los proyectos que tiene en el horizonte. La ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín por El secreto de Esla adelanta en primicia que está negociando con una major de Hollywood para dirigir una película de acción, el primer proyecto de acción su carrera.
Tras ser testigo directo en su adolescencia de los horrores de la guerra de los Balcanes, Zbanic decidió contar en imágenes la devastadora masacre de Srebrenica en una película de la que es imposible olvidarse en estos días en los que el mundo parece estar constantemente al borde del abismo. Tres premios de la Academia Europea de Cine, una nominación al Oscar y un sinfín de reconocimientos han cambiado para siempre su carrera. SERIES & MÁS estuvo hablando con la artista de sus orígenes, sus proyectos más inmediatos, su experiencia con el lado más frívolo de Hollywood y la guerra de Ucrania.
No es la primera vez que estás en un jurado del festival. ¿Qué te gusta de esta experiencia que ya hiciste, por ejemplo, en la Berlinale el año pasado?
Lo que me gustó mucho del Cinema Jove es que está especializado en los trabajos de directores con poca experiencia. Es la primera vez que estoy en un festival así y me resulta muy interesante, porque estás viendo películas que nos hablan de nuestro futuro y de las generaciones del mañana. Me encanta hablar de cine con mis compañeros del jurado. Me gusta que todos hagamos cosas distintas y vengamos de lugares diferentes. Disfruto mucho de esas conversaciones en las que intentas entender la perspectiva de los otros jurados. Te obliga a ver las películas de otra forma. Es un proceso muy interesante ver cómo la gente incluye sus propias experiencias a la hora de valorar el cine que ve. Lo que más me interesa de todo son esas conversaciones.
Leyendo sobre tu pasado descubrí que te fuiste a Estados Unidos para formarte como titiritera y clown. ¿Cómo fue esa experiencia?
Aprendí mucho en ese lugar, el Bread and Puppet Theater de Vermont. Allí preparan números muy políticos, pero de una forma muy artística y hermosa. Fue ahí donde entendí que era posible hablar de cosas rabiosamente actuales desde el filtro del arte. Para mí eso fue una revelación increíble. También me enseñaron a apreciar el trabajo de los artesanos. Tienes que aprender a diseñar las marionetas, a moverlas,.. Fue un lugar en el que aprendí mucha técnica y disciplina.
Con el clown aprendí a reírme de mí misma. En las interpretaciones de clown tienes que sacar a la luz todas esas cosas que quieres esconder en tu día a día. Estamos hablando de una disciplina que encaja dentro de la comedia del arte, no de las actuaciones de payasos para niños. Es un arte muy complicado en el que tienes que mostrar todo eso que quieres ocultar. Creo que hacer películas es un reto más similar de lo que parece a simple vista. En el cine también juegas con el dolor y con las cosas que te incomodan y de las que no quieres hablar. Hacer películas te obliga a indagar en tu dolor y te obliga a abrirte a los demás. Es un proceso muy intenso, y yo aprendí a enfrentarme allí.
Otra etapa fundamental en tu formación fue la asociación de artistas que formaste cuando volviste a tu país. ¿Cuál era el objetivo de “debrokada”?
Debrokada se traduciría al español como “rompiendo el asedio” [del inglés ‘breaking the siege’]. Durante la guerra en Bosnia, yo viví en un estado que estaba siendo continuamente asediado. En esa época tan oscura de nuestras vidas siempre hablábamos de lo que nos gustaría romper con ese asedio que estábamos sufriendo. Después de que se acabara la guerra, el término “debrokada” despareció. Yo sentía que en realidad todos seguíamos sintiendo ese asedio en nuestras cabezas y en nuestros corazones. Me di cuenta de que quería hacer películas para romper con esa sensación.
Un grupo de amigos empezó una organización. Durante años trabajamos en mi habitación. Entonces vivía todavía con mis padres. Empezamos haciendo cortometrajes y documentales. El secreto de Esma fue nuestra primera película. Es muy difícil hacer películas en Bosnia porque es una industria muy pequeña. Cuando formábamos parte de Yugoslavia era distinto, porque sí que había unos cimientos mucho más sólidos. Cuando las repúblicas se crearon todo cambió. La Cinematheque se quedó en Belgrado, los estudios estaban en Zagrev… Fue muy duro volver a empezar después de la guerra. Se empezó a producir en colaboración con otros países europeos. Así es como fuimos capaces de sobrevivir.
Todo cambió en 2006, cuando hiciste tu primera película. El secreto de Esma se llevó el Oso de Oro del Festival de Berlín. ¿Cómo cambió eso tu carrera?
Todo se volvió más fácil. Seguía sin ser fácil, porque estábamos en Bosnia y siempre es fácil levantar una película. A partir de ahí fue más fácil acceder a productores de otros países, festivales... Con un premio importante viene cierto pedigrí para llegar a sitios que eran una quimera antes.
Me deprime mucho ver lo que está pasando en Ucrania. Estoy enfadada, no parece haber intención alguna por parte de Europa de impedir la guerra
Has hecho varias películas hablando directa o indirectamente sobre la guerra. En Quo Vadis, Aida? explorabas la gestión de la guerra de los Balcanes por parte de las Naciones Unidas. ¿Estás siguiendo la guerra de Ucrania?
Hace poco lo hablaba con unos amigos. Nadie ha visto a las Naciones Unidas en Ucrania. No sé qué está pasando, supongo que la ONU se siente bloqueada y limitada por la diplomacia con Rusia. Todo lo que está pasando es muy deprimente y deja claro que esta institución ya no está funcionando. Es un desastre. Quo Vadis, Aida era una película crítica con la ONU, pero nunca he deseado que desaparezcan. La ONU es necesaria, pero debe hacer mejor las cosas.
Como civilización, necesitamos estar unidos y asegurarnos de que hay ciertos derechos humanos que se apliquen en todos los países del mundo. Me deprime mucho ver lo que está pasando en Ucrania. Estoy enfadada, no parece haber intención alguna por parte de Europa de impedir la guerra. Los europeos se están centrando en dar armas a los ucranianos. Me parece bien, si es lo que creen necesario, pero no están haciendo nada más. Me da mucho miedo que no tengan interés en detener la guerra. Es muy peligroso. Creo que Europa va a pagar muy caro esta guerra. Es un conflicto que puede alargarse tres o cuatro años y hacer mucho daño a Europa.
La película fue un gran fenómeno internacional, desde su gran recepción en el festival de Venecia, la nominación al Oscar o su triunfo en los premios del cine europeo. ¿Cómo viviste esa otra parte del viaje de Quo Vadis, Aida?
Estaba muy emocionada de que tanta gente estuviera viendo la película. Fue vista y entendida en muchos países y culturas diferentes. Mucha gente se enteró de lo que había pasado en Srebrenica viendo la película. Eso me alegró mucho. Con la ropa que me pongo en los rodajes, los walkie talkies o los cascos, cuando hago una película parezco un soldado. De repente te ves en una alfombra roja, en un vestido y con gente con la que no esperabas coincidir jamás. Lo veo como un extra a todos esos meses que pasamos grabando en el barro con condiciones extremas. Sé que es un juego, no algo real, y le doy esa importancia.
Acabas de participar en la primera temporada de The Last of Us. ¿Estás trabajando ya en otros proyectos?
Estoy escribiendo dos películas en paralelo y leyendo guiones, no sé qué es lo primero que saldrá adelante. Me encantaría seguir probando cosas nuevas, sobre todo después de la pandemia. Normalmente, me gusta escribir todos mis proyectos, pero por culpa de la pandemia ahora mismo no me apetece estar en casa escribiendo sola. Estoy deseando volver al set cuanto antes. Ahora mismo estoy negociando con una empresa estadounidense para hacer una película de acción. Estoy muy contenta porque es algo que no he hecho nunca y que seguramente no podría hacer jamás en Bosnia.
Me apetece experimentar. Últimamente he estado leyendo muchos guiones de Hollywood. Yo nunca hubiera pensado en hacer una película de terror o ciencia ficción, pero cuando me sumerjo en las historias de otras personas me doy cuenta de que podría darle mi propio toque e imprimir mi sensibilidad y mis experiencias, incluso en géneros que a priori me resultaban ajenos. No sé si pasará finalmente, pero estoy muy abierta a esa clase de experiencias.
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