En 2018 un grupo de nueve mujeres presentaron una denuncia contra dos de sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por abusos sexuales ocurridos entre los años 2001 y 2008, cuando eran unas adolescentes. Fue demasiado tarde. Por miedo, por vergüenza, porque tardaron mucho tiempo en entender y digerir lo que había pasado, la denuncia llegó cuando el caso ya había prescrito y se archivó. La vía legal había desaparecido, pero el día que decidieron alzar la voz empezó un camino de sanación. Cuatro años después, Isabel Coixet recupera sus historias en El techo amarillo, uno de los documentales del año. La favorita para hacerse con el Goya a la Mejor película documental llega a los cines el 16 de diciembre, pero en SERIES & MÁS puedes ver un adelanto en exclusiva.
Siete de las nueve víctimas de los abusos sistemáticos del Aula de Teatro de Lleida cuentan su historia, desvelan el modus operandi de un abusador en serie que ahora vive en Brasil y comparten con el mundo las terroríficas imágenes domésticas de sus años en unas aulas de teatro que, sin que las autoridades hicieran nada por impedirlo, se habían compartido en la zona de caza de un depredador sexual.
"Cuando hablé con ellas, cambió todo. Me gustaron mucho. Recuerdo haber entrevistado a víctimas diferentes en otras cosas y no encontrar en ellas este viaje de reconstrucción que sí estaba en las protagonistas de El techo amarillo. Son gente que viven en una ciudad pequeña, como es Lleida, y en un ambiente también cerrado, como el mundo del teatro. A pesar de todo lo que les ha pasado, han conseguido reconstruirse", explica la directora a EL ESPAÑOL sobre su última incursión en el terreno de la no ficción.
La directora de Mi vida sin mí se planteó una serie de normas y líneas rojas que no quería cruzar en El techo amarillo: "No quería revictimización, no quería detalles morbosos, no vaya a ser que le des ideas a alguien. Tenía muy presentes todas esas trampas para intentar al menos intentar por mi parte, no caer en ellas".
Aunque es conocida sobre todo por sus películas narrativas, la cineasta catalana no es ninguna novata en el terreno de la no ficción. En 2012 gano el Goya por Escuchando al juez Garzón, un largometraje que sintetizaba una larga entrevista que el escritor Manuel Rivas hizo al ex juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Otras de sus incursiones en el género son El espíritu de la pintura, Aral. El mar perdido y uno de los segmentos de Invisibles, un proyecto compartido con Mariano Barroso y Javier Corcuera que también recibió el Goya a la Mejor película documental en 2008.