El amor ya no es lo que era. Ni en el cine ni en la vida real. Que se lo digan a los protagonistas de Fresh, una comedia negra que te hará replantearte todos los malos rollos que hayas podido tener en tu vida sentimental. Sebastian Stan y Daisy Edgar-Jones son los protagonistas de esta gamberra ópera prima de Mimi Cave que estrena Disney+, una de las películas que más dio que hablar en la última edición del Festival de Sundance.
A pesar de un tráiler que da a entender más de lo estrictamente necesario (quedáis avisados antes de darle al play), Disney+ y los responsables de la película han pedido a los críticos y los espectadores que han podido ver ya Fresh que no se desvelen los giros de la impactante trama para que todo el mundo pueda disfrutar de las retorcidas ideas de Cave. Que así sea.
Durante el primer acto (que acaba en un detalle genial que nos lleva directamente a Drive my car) asistimos a los primeros pasos de la relación entre Noa, una chica que se siente desafortunada en el amor en un mundo cada vez más hostil, y Steve, un chico que parece demasiado bueno para ser cierto. Desgraciadamente, la protagonista no puede escuchar los gritos de la audiencia que le gritan desde el sofá: ¡Amiga, date cuenta! y una escapada romántica de fin de semana sacará a la luz la jugosa verdad.
El espectador está del lado de una guerrera Daisy Edgar-Jones que sabe darle a una vuelta al cliché de la final girl, pero la estrella de la función es un Sebastian Stan que vuelve a demostrar que se luce más cuanto más se suelta la melena. Si en Pam & Tommy acababa hablando con un animatronic de un pene y en Yo, Tonya le aguantaba el plano a una soberbia Margot Robbie, aquí vuelve a olvidarse del alma en pena del Soldado de Invierno con un personaje que funciona como un perfecto punto de encuentro entre una fantasía romántica y un personaje que podría haber interpretado hace 15 o 20 años Christian Bale.
La primera escena ya nos avisa de que no estamos ante una comedia romántica. Nora queda con un chico aparentemente ideal (Brett Dier, el galán de Jane the Virgin, una perfecta elección de casting para desbaratar las ideas de la audiencia desde el primer minuto) que no duda en decirle a su potencial ligue que tiene suerte de que las mujeres ya no tengan que arreglarse como antes de dejarla con la palabra en la boca, llevarse la comida a casa y echarle la culpa de que la cita haya sido un desastre. Este desagradable desplante va a ser el menor de los problemas de una película que se muestra cínica ante el desolador panorama romántico en 2022.
Los más atentos descubrirán en los títulos de crédito que Adam McKay es el productor de la película. Lauryn Kahn, guionista de Fresh, trabajó durante años como asistente del director de No mires arriba, El vicio del poder y La gran apuesta. Hay algo de la mirada política, irónica y profundamente contemporánea del cineasta en una película que se mueve dentro de la reciente moda de las historias feministas de venganza, aunque no acabe llevándola a territorios tan brillantes como la ya icónica Una joven prometedora de Emerald Fennell.
Fresh no termina de explotar todas las posibilidades que había planteado durante su notable primera hora (acercarse a los 110 minutos es excesivo a todas luces), pero funciona como irónica moraleja y prometedora carta de presentación para Mimi Cave, una directora que se mueve con habilidad en la bifurcación tonal de la comedia al survival de terror de una película que haría las delicias del público del Festival de Sitges. Y hasta ahí podemos leer.
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