Me he enganchado a Euphoria. Mucho. Llegó de tapadillo a HBO, en la resaca del final de Juego de Tronos. Gente de fiar me había dicho que el rumor que llegaba de EEUU era que iba a sorprender muchísimo. Pero preferí esperar. Las campañas de promoción son cada vez más engañosas y las expectativas pueden matar una serie o una película.
Además, con la serie creada por Sam Levinson (que adapta otra producción israelí), tenía la sensación de que lo único que querían vendernos eran polémicas. Antes incluso de su estreno llegaba la noticia de que uno de los actores abandonó antes de rodar tras leer la alta carga sexual de los guiones. También se anunciaba que había un capítulo en el que había 30 penes de forma explícita. Que la gente había puesto el grito en el cielo porque en una serie adolescente se mostraban decenas de falos en una escena que iba a hacer volar cabezas.
No mentían. En el segundo capítulo de Euphoria salieron los 30 (o más) penes desnudos. Grandes, pequeños, negros, blancos, en primer plano y en plano general. Lo que no contaban es que Euphoria es mucho más que 30 penes. Es una serie adolescente como hacía muchísimo tiempo que no había una (quizás desde Skins). Sí, es efectista, lleva todo al extremo y hay que entrar de lleno porque si no, uno se sentirá expulsado. Pero ese retrato sobre las adicciones, sobre una época tan difícil en la que todo puede pasar, está hecho con pasión, sin concesiones. Es un bofetón con la mano abierta, pero también un canto de esperanza a una generación.
Si fuera adolescente estaría obsesionado con Rue y con Jules. Verdaderas heroínas de esta serie y jóvenes reales, feministas (sin subrayados) y poderosas. Una, lesbiana, drogadicta y racializada. La otra, transexual. Pero eso no las define, son personajes que buscan su sitio. Que una estrella Disney como Zendaya haya aceptado un papel como este dice mucho de ella. No será la estrella que las familias de Texas quieren, pero puede ser una gran actriz.
Lo que más me apasiona de Euphoria, además de su desmesurada puesta en escena que me parece que cuadra a la perfección con la etapa y los excesos que retrata, es su capacidad para abordar todos los temas que preocupan a los adolescentes. Y de hacerlo desde la inteligencia. No trata a su público como estúpidos, sino que les pone un espejo muy jodido delante. Estos sois vosotros y así os está creando una sociedad machista, capitalista e individualista.
Por supuesto se habla de drogas, de las relaciones personales, pero también del complejo de clase (esa Maddie que quiere no hacer nada como las blancas que humillan a su madre), y sobre todo de las huellas del patriarcado en lugares donde nadie mira. Su radiografía del sexo y cómo lo viven ellos y ellas. De la influencia del porno en el trato vejatorio. De cómo algunas chicas aceptan relaciones tóxicas creyendo en el amor romántico. Hay tantas aristas y tantos temas que uno puede quedarse por las luces y la banda sonora (llena de temazos), pero si quiere encontrará un verdadero corazón dentro de su forma.
Euphoria también tiene sus antagonistas, pero hay algo que hace que todos los personajes, incluido ese Nate tan desagradable, tengan su corazoncito. Cada episodio dedica su intro y una trama a uno de ellos. Para al menos entender de donde vienen esas masculinidades tóxicas, esas ansias de éxito o la forma de comportarse de muchos de ellos. No les justifica, pero al menos no les juzga previamente.
Entre todos ellos destaca uno: Kat, una auténtica robaescenas a la que da vida Barbie Ferreira, destinada a grandes momentos. Ella es la gorda que descubre en el fan fiction y en el mundo virtual una forma de salir. Su arco es un grito a los cuerpos no normativos, a que todas las mujeres son sexis y que, como dice ella, en este mundo superficial “no hay nada más poderoso que una gorda a la que se la suda”. Ella folla, bebe, se lo pasa bien mientras va cayendo su capa de cinismo que la hace creer que nadie puede sentirse atraído por ella si no es un pervertido como a los que saca el dinero por internet.
Euphoria no es para todo el mundo, eso está claro. Pero por suerte no es el enésimo producto adolescente que sólo explota el carisma y el atractivo de sus actores. Esta serie es mucho más que polémicas, mucho más que 30 penes y que un nuevo fenómeno teen, es una de las sorpresas del año, y sólo hay que dejarse llevar por ella.
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