Álex de la Iglesia nos hizo creer que el anticristo nacería en Madrid, debajo de las Torres Kio. Que un empate entre la Real Sociedad y el Sporting podía desatar el apocalipsis en una comunidad de vecinos, y que España cabía dentro de un bar donde una amenaza exterior impedía salir a sus clientes -menuda premonición-.
Es uno de los directores más personales y únicos de nuestra industria, y lo que necesitaba era un cheque en blanco para dar rienda suelta a todas sus ideas. Lo ha hecho HBO, que le ha producido una serie libérrima y disfrutona que se llama 30 monedas. Un festín de terror donde se da la mano Lovecraft con lo cañí, y con la que el cineasta demuestra que para entretener al público, lo primero que tiene que hacer un director es disfrutar él.
Viendo 30 monedas he tenido la sensación de estar en el parque temático de Álex de la Iglesia.
Bueno, eso me habéis dicho, que si es un compendio… No sé si es un compendio, pero sí sé que he disfrutado mucho haciéndola. Me han dado rienda suelta y no he estado preocupado en si algo era excesivo o no. He hecho lo que quería hacer sin buscar más complicaciones. He trabajado con una compañía que me pedía eso, que me decía que cuanto más, mejor.
Es curioso, porque normalmente excesivo se usa como una palabra negativa.
El exceso conduce al palacio de la sabiduría, dijo uno. ¿Sabes lo que pasa? Yo a lo que tengo en gran desprestigio y en primera línea de sospecha es a la sensatez, al rigor y al respeto. A eso que nos dicen que existe y que nos ha llevado al lugar a donde estamos ahora. Eso sí que lo revisitaría. Creo que no tener las cosas caras, que poner las cosas en tela de juicio, creer en los grises, no creer en que algo es bueno o malo, sino buscar lo más aceptable para el momento en que vivimos, es una línea de sensatez. No lanzar grandes textos pero conseguir ciertas verdades que nos mantengan a flote. Y eso es de lo que va la serie, de gente que no ve tan claro la diferencia entre el bien y el mal, y eso les hace ponerse en el punto de mira de gente terrible.
En 30 monedas están todos los tropos del cine de terror, la ouija, la secta, las brujas… He visto a Lovecraft y hasta a Chicho Ibáñez Serrador, ¿hay algo que haya faltado?
Sí, sale en la segunda temporada… Hay un par de temas que quedan y están en la segunda. Sí, todo eso está ahí. Pero hay más, también está el cine de Larry Cohen, Carpenter… Formo parte de una generación que lo ha juntado todo, que no tiene un filtro que le diga ‘esto es importante’ o ‘esto es una tontería, no le prestes atención’. Esa forma de pensar me repugna. Me parece tan importante Dreyer como Chaplin. Tan importante Tarkovski como Los tres chiflados.
Formo parte de una generación que lo ha juntado todo, que no tiene un filtro que le diga ‘esto es importante’ o ‘esto es una tontería’. Esa forma de pensar me repugna
Es como si la gente dijera, ‘donde haya cordero que se quite el bizcocho de chocolate’… Pero qué tendrá que ver. Todo es válido. Todo tiene su lugar, su momento y su cantidad. No vamos a estar todo el rato con cordero ni con bizcocho. Tenemos que buscar una receta que nos permita rodar con la alegría que se merece el público. No soporto a la gente que no es generosa en ese sentido… ¡Hagamos cine entretenido! Lo que tengas que contar seguro que es importante, pero no me aburras, hazlo a un ritmo simpático.
La serie también tiene un punto de sátira política, ese Pedraza es muy Berlanga y muy Azcona.
Por supuesto, Berlanga es como si fuera mi padre. Veo constantemente sus películas, veo constantemente el cine de Ferreri. El pisito, El cochecito… Esto tan manido que decimos todos de qué grande es Berlanga es que es verdad. Berlanga forma parte de mi vida, como forma parte de mi vida el capitán Haddock, que para mí no es un tebeo. Yo le he conocido. Le conocí de pequeño y me cambió la vida. Como lo hizo La isla del tesoro. El momento de las manzanas no lo he superado. Descubrí que una persona puede ser tan admirable como temible.
Se dice mucho que estábamos en la edad de oro de la ficción española pero faltaba el terror, no sé si crees que se parece un poco a lo que ocurrió con El día de la bestia, que cumple justo 25 años, y que fue una película con la que de alguna forma rescataste el género en aquel momento.
Estamos en un momento de efervescencia. Yo estoy viendo unas series increíbles. Antidisturbios es alucinante, Nasdrovia es divertidísima… por no hablar de la serie de Javier Cámara, Vota Juan con ese personaje tan alucinante. Sólo voy a decir una palabra: Cavestany. Cómo se puede ser tan divertido y estar tan loco. Admiro muchísimo a Fesser, a Cobeaga, a Paco Plaza, a Balagueró… Hay una industria con mucha gente haciendo cosas distintas y con una fuerza pasmosas y me resulta duro ver que la gente no lo reconoce, pero por fin se está reconociendo. Parece que los que hacemos una serie sólo podemos hablar de nuestra serie, pero es que se estrenan muchísimas series de calidad y yo estoy orgullosísimo de estar entre un grupo de gente que está haciendo algo distinto. Y no estoy yendo de guay, quiero que esto funcione, y si no, sería un malnacido.
En este boom de plataformas es inevitable de acordarme de aquel discurso sobre internet cuando eras presidente de la Academia de Cine, ¿no te dan ganas de decir ‘os lo dije’?
(Risas) No te quiero enseñar el ‘Os lo dije’ que tengo tatuado en el pecho con letras góticas, y en la espalda tengo otro que pone ‘Ahora qué’… No me gusta alardear, pero el tiempo nos ha dado la razón. No sé si te acuerdas que había una persona que cuando yo dije que internet era el presente él dijo que era el futuro… pues parecía que sí que era el presente.