No es fácil estar en emisión durante 11 temporadas y mantener el nivel hasta el final. Más difícil aún es encontrar el cierre perfecto para una historia centrada en los personajes, porque no necesita resolver ningún misterio. Shameless nos dijo adiós y de su despedida solo podemos decir que suponemos fue la mejor, dadas las circunstancias.
Desde su estreno en 2011 en Showtime, a los Gallagher los vimos crecer en pantalla, literalmente, por lo que les teníamos cariño (a unos más que a otros), pero esa cercanía no nos impidió reconocer que en los últimos años la serie no consiguió estar a la altura de sus mejores momentos. Aunque es fácil sugerir que nunca consiguió superar la marcha de Fiona, algo con lo que estoy de acuerdo, años después sigo pensando que era difícil superar el final de la séptima temporada. Creo que esa habría sido una gran despedida para Shameless.
Pero no tiene sentido pensar en lo que pudo ser y no fue. Sobre todo, cuando el equipo se vio obligado a encarar su última temporada en plena pandemia, lo que imposibilitó traer de vuelta a Emmy Rossum. En las entrevistas que ha concedido John Wells, el showrunner de la serie, dice que la actriz quería hacerlo y que ellos tenían mil ideas en mente para incorporarla a la trama, pero fue imposible.
Lo que es innegable es que la ausencia de Fiona sobrevoló todo el último episodio, especialmente porque era el aniversario de la boda de Ian y Mickey, evento en el que tampoco estuvo, ni siquiera en una llamada telefónica. Y eso es lo con lo que cuesta reconciliarse, porque resulta incomprensible que ningún personaje haya intentado al menos establecer contacto con ella a través del teléfono. O de una videollamada cuando vivimos precisamente en esa era.
Podemos consolarnos con haberla visto en los recuerdos de Frank. Además de esos flashbacks, fueron potentes a nivel emocional los momentos en los que corre para asomarse en los cristales del Patsy's Pies (el sitio en el que Fiona trabajó y del que llegó a ser la encargada) o visitando la iglesia en la se suponía que ella iba a casarse con Sean. Afortunadamente él la tuvo presente hasta el último momento, aunque precisamente por eso eché de menos que le dedicara alguna línea en su carta de despedida.
Podríamos decir que el final de Frank estaba escrito desde el principio de la serie, después de la vida de excesos que vivió y de la que no conserva ningún arrepentimiento, su cuerpo tenía que decir basta en algún momento; lo irónico es que se lo haya llevado el coronavirus, pero raro es que no se hubiera contagiado. En cuanto a los demás, hay luces y sombras.
Con la excepción de Frank, que tuvo el único final definitivo, para todos los demás todo queda abierto, porque la vida continúa. La pobre Debbie llevaba años dando tantos tumbos que perdimos la cuenta de las contradicciones de su personaje, pero su trama es de las peores de la temporada. No tiene un solo momento que quede para el recuerdo y la introducción del nuevo personaje en su vida en el penúltimo episodio no funciona en ningún sentido.
Liam y Lip han recibido un desencanto tras otro y tanto sus vidas actuales como el futuro próximo distan de ser luminosos. Los más listos de la familia parecen condenados a vivir en la espiral de pobreza, pero han demostrado ser muy resilientes. Ojalá tengan más suerte en los tiempos por venir y que sepan aprovechar mejor las oportunidades cuando se presenten.
Ian y Mickey estarán bien. La pareja que lo tuvo todo en contra desde el inicio demostró ser la más estable. Viven a su manera, pero se quieren, y gracias a ellos tuvimos una excusa para que todos los personajes estuvieran juntos en la última escena. Y hay que reconocer que fue una buena excusa y un bonito detalle que estuviera organizada por Mickey.
El mejor personaje de la temporada fue Carl. No lo habría imaginado ni hace un año. Nunca dejó de ser un Gallagher, pero maduró y supo encontrar su sitio. Lo hizo en un entorno que pudo haberlo corrompido al darle poder, el derecho a usar armas y en el que recibió peores ejemplos que en su propia familia. Carl se convirtió en una suerte de Robin Hood de las multas de tráfico y eso es tan ridículo y absurdo como potente. Gracias por tanto y perdón por tan poco, Carl.
Adiós, familia Gallagher, os echaremos de menos. Que la vida os trate bien.
'Shameless' está disponible en Movistar+.
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