Hay pocas figuras tan relevantes para la historia de la televisión reciente como Matt Groening, que revolucionó la animación tal como la conocíamos gracias a Los Simpson, la serie con el nombre de la familia más irreverente de la historia. Era su confirmación tras arrasar con su tira cómica Life in hell y la prueba de que en la ‘caja tonta’ se podía ser irreverente, políticamente incorrecto y hablar de cualquier burrada. El humor de la familia amarilla de cuatro dedos conquistó el mundo, y el nombre de Groening se convirtió en un pope de la nueva televisión que estaba por llegar.
Desde 1989 Homer, Bart, Marge y compañía se han reído de todos -además de predecir todo lo que ocurriría en la sociedad de los años venideros- y se han convertido en los personajes más rentables del creador, y en un extraño caso en el que lo incorrecto se ha convertido en aceptado para todos los públicos. Su envoltorio en forma de dibujo animado y lleno de colorines ha hecho que muchos padres permitieran a sus hijos ver la serie, cargada de política y referencias, mientras les prohibían ver una teta en una película.
De hecho, la serie se estreno en horario de late night en La 2, y ha termonado siendo el programa favorito de las familias a la hora de la comida con su salto en Antena 3, donde capítulos repetidos hasta la saciedad siguen siendo líderes de audiencia.
Los trabajos fuera de Springfield de Matt Groening no han sido tan exitosos. Su posterior creación, Futurama, fue alabada por la crítica y ganó el Emmy al mejor programa de animación, pero tras cuatro temporadas fue cancelada por FOX, aunque revivida en un par de ocasiones y finiquitada definitivamente en 2013.
Costaba entender que nadie hubiera dado rienda suelta al talento de Groening de nuevo. No son tiempos para lo incorrecto, así que ha tenido que venir Netflix, expertos en crear polémica para ofrecerle carta blanca al creador de Los Simpson. La nueva serie de dibujos salida de su mente se llama (Des)encanto, y aunque se estrena el 17 de agosto cada vez se saben más detalles de una ficción que promete levantar ampollas entre los ofendiditos.
El propio Groening daba hace poco pistas sobre la serie diciendo que se trataba “sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el sexo, y sobre cómo seguir riéndose en un mundo lleno de sufrimiento y de idiotas, a pesar de lo que digan los ancianos, los magos y otros idiotas”. A esa definición se une el primer tráiler publicado por la plataforma de contenido en la que se aprecia una parodia de Juego de Tronos, de todos los mundos de fantasía a lo ‘Señor de los anillos’ que pueblan la ficción televisiva, y sobre todo un tortazo con la mano abierta a las historias de princesas que las niñas han consumido hasta ahora.
Porque aquí la protagonista no busca su príncipe azul, sino una tasca en la que tomarse una próxima cerveza. Una princesa que prefiere emborracharse, eructar y jugar al póker que ir al baile a lucir sus galas. Bean, que así se llama esta joven alcohólica -con voz de Abbi Jacobson- que huirá del altar tras provocar un conflicto entre familias reales. En su aventura se unirá un elfo harto de ser feliz y su demonio personal que la alienta para dejarse llevar por sus bajas pasiones. Nada que ver con La Cenicienta, La Bella Durmiente y todas las mujeres Disney que conocíamos. Las princesas Groening son para una época feminista en la que la heredera al trono puede hacerle una peineta a su prometido.
Matt Groening se ha mantenido fiel a su estilo, y la animación es marca de la casa. Los rostros, sus movimientos, su gestualidad… todo remite a las series que todos conocen y aman. También ese humor irreverente que en esta ocasión pondrá muchos de sus dardos en el género de fantasía y que hará las delicias de sus seguidores, que además pueden respirar tranquilos, ya que de momento se han firmado dos temporadas (cada uno de diez episodios) para dar algo de margen a la historia. ¿Será Bean tan malhablada como Homer?, ¿calará tanto entre los espectadores?, las respuestas en Netflix en diez días.