Durante años hemos visto a los superhéroes defender a la gente de ladrones, corruptos, asesinos y psicóticos que intentaban acabar con el mundo con planes rocambolescos. Batman, Spider-Man y compañía nunca se han parado a proteger a las personas de problemas mucho más reales y que atacan directamente a las bases de nuestra convivencia. ¿Alguien recuerda a Iron-Man defendiendo a un niño al que llamaban ‘marica’?, ¿ha impedido Capitán América que Bolsonaro diga que los homosexuales son enfermos?
Quizás los superhéroes clásicos debieran elegir mejor sus misiones, pero mientras tanto han llegado tres extrañas superheroínas que van a salvar al mundo de cualquier persona homófoba. Se hacen llamar las Super Drags, o lo que es lo mismo Saphira, Lemon y Scarlet, tres hombres homosexuales (Patrick, Donny y Ramón) que trabajan en una tienda explotados y con un jefe heteruzo y déspota, pero que cuando nadie les ve se convierten en drags con poderes cuando alguien amenaza al colectivo LGTB.
Si la premisa ya es sorprendente para una película de superhéroes, mucho más como serie de dibujos animados, el formato en el que se ha creado Super Drags, la nueva serie de Netflix con la que ha revolucionado el panorama de la animación al crear un producto irreverente, provocador y nada para niños. Lo dejan claro cuando nada más empezar uno de los personajes recuerda que la serie es no recomendada para menores de 16 años, y se confirma cuando uno descubre su primer capítulo, ya que la serie sigue la estela de South Park y Padre de Familia.
Los creadores de esta serie que da que hablar y que pretende convertirse en el nuevo fenómeno LGTB (como lo ha sido antes La casa de las flores) son tres brasileños, Anderson Mahaski, Fernando Mendoza y Paulo Lescaut, que han convencido a la plataforma con su humor sin prejuicios para una comunidad que les está dando muchas alegrías, de hecho es Netflix quien emite en todo el mundo las entregas de Ru Paul’s Drag Race, un concurso en el que las drags de EEUU compiten por ser la mejor.
Con la esencia de ese programa esta serie da la vuelta a todos los estereotipos de los superhéroes y los convierte en aptos para su público objetivo. ¿Se acuerdan de es un pájaro, no, es un avión… Es Superman? Pues aquí se ha convertido en: ¿Es una mujer, un hombre… No, son las super drags? Y allí aparecen estas tres superheróinas, con un escote enorme, unos pechos casi fuera y sus paquetes masculinos bien marcados. Ellas, con sus pelucas, sus boas de plumas y sus trajes usarán sus superpoderes, que tampoco son al uso. Ahí está ese ‘campo de fuerza preservativo’ que no es más que un condón.
Los homenajes a iconos de la cultura gay, como ese comienzo del primer capítulo que parece sacado de Priscilla reina del desierto, se mezclan con otros a series para jovenes como los Power Rangers. Igual que la pandilla televisiva, las Super Drags tienen una performance antes de convertirse y actuar. Se ponen sus trajes, ponen los culos en pompa y sueltan una frase que resume la esencia de la serie: "Somos las Super Drags y venimos a follarnos lo que haga falta". Esa presentación de temporada (de sólo cinco capítulos) también es una versión LGTB de La Sirenita de Disney, con una villana que es un trasunto de Úrsula, la malvada que quería robar las voces y las almas para mantenerse joven. Aquí, una antigua diva de la canción quiere robar los “arcoiris, la energía vital de todos los maricas” para tener la piel tersa y que nadie la olvide.
La jefa de esta súperheroínas que luchan contra “las terribles fuerzas de la intolerancia” es Vedete Chamnpagne, otra diva que tiene un robot llamado Dild-O, que bebe de R2D2 y del mítico ayudante de los Power Rangers. En esta ocasión el droide con forma de vibrador lo mismo pone un holograma que sirve de consolador de Vedete Champagne.
Super Drags está llena de gags subidos de tono. Hay muchos paquetes, todo tiene forma fálica, y estas súper heroínas no dudan en agarrarle sus partes al villano si ven la oportunidad. También el lenguaje es el propio de una serie para adultos y destinada al público LGTB, especialmente en un doblaje que ha llenado todo de frases y expresiones en castellano. Se puede escuchar desde un “A callar mariconazo de mierda” o “Cierra el ojete para hablar conmigo maricón”.
Muchas de las bromas se han adaptado , y hacen referencias a iconos españoles. La primera misión se desarrolla en Murcia, las heroínas dicen “hasta Luego Maricarmen" o “No veía tanto gay junto desde el funeral de La Veneno”. 30 minutos llenos de guiños que harán las delicias de su público, al que también complacen con una selección musical llena de iconos gays. La serie más irreverente del momento lucha contra la homofobia y no es apta para menores., porque las Super Drags han llegado para dar que hablar, y parece que lo conseguirán.