Stranger Things se despidió hace ya casi dos años con un baile de invierno en la escuela de secundaria de Hawkins, culminado con los primeros besos de la adolescencia y el panorama menos aterrador en mucho tiempo. Pero al otro lado, en el Upside Down, la amenaza seguía gestándose. Ahora, con el estreno en Netflix de la tercera temporada de la serie este 4 de julio, los monstruos espantosos regresan a la ciudad de Indiana. Y tras una segunda entrega en la que el éxito hizo olvidar la calidad del contenido, la producción de los hermanos Duffer regresa renovada, en buena forma.
Es verano de 1985 en Hawkins, y el grupo de amigos formado por Will (Noah Schapp), Eleven (Millie Bobby Brown), Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo), Lucas (Caleb McLaughlin) y Max (Sadie Sink) ha pegado un estirón importante. Ya no son tan niños, pero han de hacer frente a enemigos conocidos, a un mal que nunca se erradica, sino que muta de forma. Y el primero en darse cuenta de esta amenaza latente es Will, que todavía sigue conectado de alguna extraña manera con el mundo paralelo de las criaturas repugnantes.
Amor adolescente
Uno de los aspectos más relevantes de la nueva entrega es observar cómo el aterrizaje de la adolescencia altera las relaciones entre los jóvenes. Mike y Eleven, que se despidieron con unos picos inocentes en medio de una balada romanticona, parecen ahora dos tortolitos inseparables y totalmente enamorados, una relación que irrita Hopper (David Harbour), que además de agente ahora debe hacer tareas de padre-tutor legal de la joven.
Este romance entre los protagonistas tiene una consecuencia inevitable: cada vez pasan menos tiempo con sus colegas, lo que provoca un cierto distanciamiento y malas caras en Lucas o Dustin, quien regresa a Hawkins tras pasar un mes en un campamento científico. Es su primer encontronazo con el difícil encaje entre el amor y la amistad. A Will, por su parte, le parece repugnante el rollito que se traen su hermano Jonathan (Charlie Heaton) con Nancy (Natalie Dyer), hermana mayor de Mike. Su madre (Wiona Ryder), todavía en cierto shock por todos los sucesos paranormales de las anteriores entregas, le dice que ya cambiará de opinión...
Terror juvenil
La tercera temporada de Stranger Things es probablemente la más ambiciosa: los guionistas han querido que la trama se nutra de más acción y, por lo tanto, de más terror; pero a la vez, los encontronazos entre los jóvenes siguen deparando momentos divertidos —qué gran dupla forman Dustin y Lucas—, así como el infinito y ridículo ego de Steve (Joe Keery), que ahora se dedica a servir helados mientras trata de camelarse a alguna clienta en el nuevo centro comercial al que acude en masa todo Hawkins.
Es esa combinación entre terror de ciencia ficción y comedia adolescente es lo que ha enganchado a mucha gente a la serie; y si en esta entrega el cóctel se ha querido rellenar con más cantidad de ingredientes, lo cierto es que el experimento no les ha salido mal a los hermanos Duffer, o al menos bastante mejor que la segunda temporada.
Referencias ochenteras
Stranger Things se ha revelado también como un tour por los años 80 tanto a nivel de vestimenta y escenario —las luces de neón siguen destacando en la pantalla— como de referencias culturales. Hay claros guiños a clásicos cinéfilos de aquella época como Los cazafantasmas o Los Goonies, una característica que no ha se ha perdido en la nueva entrega: Indiana Jones, Jurassic Park o Regreso al futuro, estrenada precisamente el año en el que se ambienta la trama, se van colando a lo largo de los ocho capítulos de la temporada. También la banda sonora sigue nutriéndose de clasicazos de la época como Material Girl, de Madonna, y otras canciones de The Who.
Nuevos rostros
La serie añade a su numeroso reparto dos nombres más: Maya Thurman-Hawke, la hija de 20 años de Uma Thurman y Ethan Hawke, interpreta a una chica que trabaja en la misma heladería que Steve en el centro comercial y va contabilizando todos sus fracasos amorosos. Por otra parte, Cary Elwes, conocido por su papel en La princesa prometida, se convierte en el alcalde de la ciudad de Hawkins.
El gran éxito de Netflix
La nostalgia ochentera, un grupo de niños que ha congeniado a la perfección y una trama entretenida han convertido a Stranger Things en uno de los grandes éxitos de Netflix. Aunque la segunda entrega no fue tan aplaudida como la primera, la plataforma se ha encomendado a esta producción como su gran apuesta del verano. Y buena falta le hace un pelotazo tras ir a remolque de HBO, su gran competencia, estos últimos meses, con el final del Juego de Tronos y la irrupción de Chernobyl,
¿El final?
Todo parece indicar que habrá una cuarta temporada, aunque oficialmente no se haya confirmado. Varios miembros del equipo, entre los que se encuentran productores y actores, han ido dejando caer en diversas entrevistas que a Stranger Things aún le quedan muchas aventuras que narrar. Los propios hermanos Duffer han dicho que saben a dónde quieren llegar, pero que no saben cuánto les llevará. Pero viendo el final de esta última entrega, todo apunta a que habrá más acción en Hawkins.