“Patria es la serie del año”, “No, Antidisturbios es la serie del año”, “Ni una ni otra, Veneno es la mejor”… La prensa y las redes se han llenado de frases como las que abren este artículo. Los últimos meses se ha vivido una batalla por ver cuál era la gran ficción española de 2020. Una pelea que ha sido objeto de parodias en Twitter, donde la gente se preguntaba cuál sería la mejor serie del año de esta semana, o pedían un poco de consenso. Esto, además de evidenciar que para gustos los colores y la tendencia a la hipérbole que sufrimos (todos), revela algo que es más importante que ver quién se lleva el oro.
Lo que queda claro cuando uno ve que el mismo año se han estrenado tres ficciones como Antidisturbios, Patria y Veneno, es que ha sido un año excelente para nuestras ficciones, quizás el gran año de las series españolas. Una cima que se venía rumiando desde hace tiempo y que ahora se ha consagrado. Porque no son sólo tres series espectaculares, es que son tan diferentes y poliédricas que muestran el gran número de voces que hay ahora mismo deseando contar sus historias. Un thriller político rodado con pulso maestro, un drama sobre las heridas del terrorismo en toda la sociedad vasca y una serie que muestra la importancia de los referentes y que pone a una mujer transexual como protagonista absoluta en el momento en que más importante es ver a estos personajes.
Parece que todo se lo han quedado estos tres títulos, pero es que si vemos lo que ha ocurrido este año en nuestro audiovisual es para quitarse el sombrero. También en abierto, donde TVE regaló una nueva temporada magnífica de El ministerio del tiempo. La comedia brilló aunque ahora parece que todos nos hayamos olvidado. Vergüenza cerró con altura, igual que hizo Berto Romero con Mira lo que has hecho en una última temporada que no sólo ha sido hilarante, sino que ha tratado de frente temas como la cultura de la cancelación. Y qué decir de Vamos Juan, la brillante sátira política creada por Diego San José que en esta segunda tanda de episodios ha sacado el colmillo para destrozar con ironía a la clase política y enseñarnos que Javier Cámara no es sólo un excelente actor, sino también un prometedor director.
Policiacos que nada tienen que envidiar a EEUU, como La unidad, que tiene una de las escenas más impactantes del año; o afrontar el momento clave para nuestra historia, ese en el que ETA decidió matar en forma de miniserie como La línea invisible. Pero no nos olvidemos de dos logros del audiovisual este año. Primero en forma de true crime, que también ha vivido uno de sus momentos clave este año, con ese El palmar de Troya que nos descubrió una realidad más potente que cualquier ficción. Después con el auge de las autonómicas, hasta ahora actores casi secundarios excepto TV3, y que en 2020 han parido algo tan especial como El último show, ficción que juguetea con la realidad para rescatar a Marianico el Corto. Su responsable es Álex Rodrigo, que por si fuera poco es uno de los directores de La casa de papel, el mayor fenómeno de la historia de la ficción de nuestro país.
La serie de Álex Pina arrasó con su cuarta temporada en Netflix y prepara la quinta. No hay lugar en el mundo donde no sea un fenómeno, pero no nos olvidemos que La casa de papel nació en Antena 3. Y es ahí donde también hay que acordarse de todos los que han venido antes. Podríamos irnos muy atrás, a Anillos de Oro, pero quizás el punto de inflexión de la ficción actual lo marcó ese Crematorio en Canal+, que demostró que las series no podían ser blancas, ultra iluminadas y para un público que fuera de los 5 a los 99 años.
Después vinieron muchas: Vis a Vis, El tiempo entre costuras, el despunte de Movistar con La Zona y la maravillosa La peste… pequeños hitos que han confluido en este 2020, cuando cada mes hemos tenido la serie del año. A lo mejor es que nuestra ficción se merecía tanta hipérbole, porque ya no hay nada que envidiar a nadie, y aquellos que decían “está bien para ser española” se han tenido que comer sus palabras.