El cine según Paolo Sorrentino a través de 15 lecciones
El director italiano ha estado en el Festival de San Sebastián para presentar su última película en Netflix, 'Fue la mano de Dios', y dar una clase magistral en la que ha desgranado las claves de su cine y su personalidad artística.
23 septiembre, 2021 13:57Noticias relacionadas
Paolo Sorrentino está preparado para mirar atrás y explorar por primera vez los eventos de su juventud que marcaron para siempre la vida y la carrera de uno de los grandes representantes del cine europeo en el siglo XX y el gran heredero del maestro Federico Fellini. Con Fue la mano de Dios, su película para Netflix que le reportaba recientemente el Gran Premio del Jurado del Festival de Venecia, vuelve a su Nápoles natal. De eso y mucho más habló el cineasta de La gran belleza durante su visita a San Sebastián, donde aprovechó la invitación del certamen a hablar de su cine y su vida.
La excusa para esta celebrada visita es su primera incursión en la autoficción. Fue la mano de Dios es una historia sobre un adolescente, Fabietto Schisa (Filippo Scotti, ganador del premio Marcello Mastroianni en Venecia en reconocimiento a su interpretación revelación) que descubre cómo funciona la vida en el turbulento Nápoles de los años ochenta. En esta película inspirada directamente por su adolescencia, hay lugar para alegres sorpresas, como la llegada del legendario futbolista Diego Armando Maradona, y para una tragedia igual de imprevista.
SERIES & MÁS estuvo presente en una fascinante conversación de 90 minutos celebrada en la sala Tabakalera y que a continuación resumimos en 15 lecciones que nos ayudan a entender la forma de trabajar y de vivir de uno de los grandes del cine contemporáneo.
1. Saber cuándo estás preparado para contar una historia
Preparado, lo que se dice preparado, uno no está nunca. En realidad no debes estar preparado para hacer una película. Es hacer lo que película lo que te permite prepararte para el tema que has elegido. Con esta película me sentía muy a gusto porque acababa de cumplir 50 años y le he dado un significado importante a este cumpleaños, ha sido un momento de hacer balance. Creo que soy suficientemente mayor para abordar una autobiografía. En realidad todas las películas son algo autobiográficas, pero en las otras estaba escondido y ahora es más evidente.
Al final el proceso es el mismo, tanto si se tratan de personajes cercanos como personajes históricos. Se trata de hacer una narración cinematográfica con sus reglas, rimas y extravagancias. El material puede ser propio o de Andreotti [el personaje que inspiró Il Divo], pero siempre tiene que tener una coherencia interna y gustar al público.
2. La relación con el público y las buenas ideas
En el público no hay que pensar, porque en el público son todos y ninguno al mismo tiempo. Lo mejor es pensar que el público eres tú, que tú eres tu primer espectador y tienes que hacer algo que te guste a ti. Podemos tener muchas ideas en mente, pero yo siempre creo que la mejor es la que no se va. Hay ideas que se te ocurren pero que con el paso del tiempo desaparecen. Esa que no se va nunca, que te persigue, es la que tienes que quedarte. Para mí una buena idea en el cine, o al menos así ha funcionado siempre en mi caso, es una que es simple y elemental sobre el papel. Siempre que ha partido de ideas más complejas ha acabado perdiéndose. Aunque la realización sí puede ser compleja, pero la idea original debe ser simple.
3. La sombra de Fellini en su carrera
La influencia de Fellini en mi vida ha sido y es fundamental. Fellini escogía muy cuidadosamente las historias que quería contar y eso es algo que hago yo también, quizás por eso comparan tanto nuestras obras. Siempre intento crear historias que, por lo menos, tengan la misma fuerza que las suyas. En realidad todas sus películas derivan del mismo tema, que está representado de muchas formas y es lo único de lo que merece la pena hablar: la dificultad que tiene el ser humano cuando siente que le falta la tierra bajo los pies. Y eso Fellini lo trataba de una manera absoluta.
4. Antonio Capuano, su primer maestro
Antonio Capuano me dio mi primer trabajo. Es algo que se ve en la película, aunque él dirá que no, por supuesto. Es un director muy particular, muy atípico, muy napolitano. No ha hecho ninguna obra que no estuviera ambientada en Nápoles. Como muchos napolitanos creen que Nápoles era el centro del mundo. Es una de las razones por las que me acabé yendo de allí. Te sientes muy limitado. De joven Capuano me enseñó una cosa muy importante, aunque pueda sonar anacrónica: la importancia del conflicto. Si nos sentamos a tomar un café y solo hablamos de todo lo que nos queremos y lo bien que estamos juntos, acabaremos aburridos. El mundo funciona solo sobre la fase del conflicto: hay que verlo como un impulso creativo y no como un problema.
5. La precisión con los actores
Soy muy preciso en las indicaciones con mis actores porque no soy demasiado partidario de las improvisaciones. Me aterrorizan las preguntas de los actores y prefiero que conozcan a sus personajes a través del filtro del guion que con preguntas directas. Luego hay actores, pocos en realidad, que le proponen ideas o quieren improvisar. Le ha pasado sobre todo con un actor de Il divo que estaba también en La gran belleza: Carlo Buccirosso. Es un actor napolitano que siempre me mete en problemas porque es muy bueno improvisando y todas las sugerencias que hace son más bonitas que las que tengo en el guion yo, pero es divertido.
Normalmente, buscos actores cercanos al personaje. No les pido que hagan grandes transformaciones. Rara vez. Yo dirijo lo que está escrito y como director me preocupo sobre todo por el ritmo y la velocidad. Es en lo que me empeño más, no creo que debas cambiar la forma de recitar de un actor. Si el actor no recita bien, poco se puede hacer. Se supone que vienen ya aprendidos, ya saben actuar y recitar. Para eso están las escuelas, aunque no he entendido muy bien qué se hace en las escuelas de recitado.
6. Figuras religiosas en su cine
La religión está muy presente en mis películas, desde luego. En Nápoles existe un bagaje religioso, pero que a la vez está marcado por una cultura popular. Esa mezcla entre lo pop y lo divino aparece en mi trabajo. En mi familia se contaban muchas anécdotas que les habían sorprendido y maravillado en su vida, como esa aparición del monje que sale en Fue en la mano de Dios. Hay muchas otras que me contaron y no aparecen en la película. En mi familia he aprendido a sorprenderme y maravillarme. Me pasó de pequeño con Maradona y años más tarde cuando me encontré a Andreotti en el campo, perdido en un mercado brocante. Por eso mis películas están llenas de apariciones, de epifanías, que vienen de la forma en la que mi familia me contaban esas historias. El problema es que con la edad cada vez nos sorprendemos menos.
7. DJ Sorrentino
La música funciona de forma muy sencilla. Tienes dos formas de elegirla: para contrastar con la escena o para apoyar los sentimientos que se está mostrando. Nunca he tenido un equipo que me ayuda a elegir la música, siempre lo he hecho yo solo. Ahora me echan una mano el montador y el ayudante de montaje, que son más jóvenes y a veces me hacen sugerencias. Hoy en día es muy fácil buscar música porque está Spotify y es más accesible. Antiguamente tenía que ir a muchos conciertos y, sobre todo, estaba el dependiente de una tienda de discos con el que me llevaba muy bien y que me hacía recomendaciones. Es uno de esos placeres que, espero, hemos tenido todos.
8. La importancia de la sinceridad
El cine me parece algo formidable porque será uno de los pocos medios en los que se puede contar algo verdadero a través de algo falso. Es cierto que en Italia hay una tradición de rendirse a la verdad como si fuera la Biblia desde los tiempos de Rossellini, hasta que aparece Fellini y hace algo totalmente rupturista cuando dice: “yo me lo invento todo”. Por eso la crítica le trataba tan mal y aún le siguen destrozando. Yo lo que he visto es que a través de inventarse todo, partir de lo falso, trabajar con el cartón piedra… se puede representar y contar algo totalmente auténtico.
Creo que hay sitio para todos. Rossellini era un fanático de la verdad y Fellini de la falsedad pero todos eran auténticos. Para mí lo importante es la sinceridad de la intención, no se trata de jugar con el público engañándolo y provocando emociones a través de trucos muy básicos. Cuando estos efectos son más complicados, creo que no se puede llamar engaño. El único entorno donde se puede hablar de algo parecido es, quizás, el circo y la magia. Si el truco es muy básico, no queda bien. Si está bien, puede ser maravilloso.
9. Sus fuentes de inspiración
Cuando tienes más de 20 años ya has vivido casi todo lo que necesitas para contar historias. Luego puedes casarte, puedes perder a gente y pasar por cosas que te ayudarán a formarte, pero casi todas las herramientas aparecen antes. Mis inspiraciones vienen de la vida que he vivido, los libros que he podido leer, las películas y los cuadros que visto… Todo eso se conjuga y se hace una mezcla. Después de unirlo todo, surge un universo poético o singular propio. Esto sale o no sale. Si sale, se puede hacer cine. Si no sale, puedes seguir intentándolo. Se puede trabajar para conseguirlo. No creo que sea un oficio en el que todo dependa del talento. La mayoría de personas que consiguen triunfar son gente que tiene algo de talento y mucha, mucha dedicación.
10. La construcción de la puesta en escena
He cambiado de método a la hora de diseñar mis puestas en escena. Al principio de mi carrera tenía tanto miedo que preparaba todo previamente en casa con storyboards. Con el paso del tiempo y, sobre todo, después de hacer series de televisión que exigen muchísimo trabajo he cogido seguridad y ahora no preparo nada anteriormente. Me parece un proceso mucho más hermoso. Me van viniendo ideas de lo que va surgiendo allí mismo. En mis rodajes la primera media hora no se trabaja. Nos dedicamos a hablar entre nosotros y de ahí surge lo que vamos a hacer el resto del día.
11. Escribir visualmente
Escribo sin pensar demasiado en la imagen, la verdad. Mis guiones nunca tienen grandes descripciones de imágenes porque es difícil dar la fuerza de las imágenes con las palabras. Cuando era joven era muy escéptico de que un productor fuera a estar dispuesto a darme dinero para hacer una película. Antonio Capuano me enseñó que una forma de conseguir esa financiación era escribir de forma muy enrevesada, con un estilo muy novelesco, para embelesar a los productores y se pensara que lo que se le estaba ofreciendo era más magnífico de lo que en realidad era. Eso se ha quedado conmigo, pero de vez en cuando hay gente joven como tú que también pica el anzuelo.
12. Su relación con su actor fetiche, Toni Servillo
Le conocí cuando era joven porque en Nápoles solo había una empresa de producciones cinematográficas y teatrales. Era una compañía del director Mario Martone y Toni Servillo. Todos los jóvenes de Nápoles que querían hacer cine iban ahí porque no había más sitios. Cuando escribí mi primera película le enseñé el guion a Toni y ahí empezamos a trabajar juntos. No hay mucho que decir en nuestra relación. Es como un hermano mayor o una figura paterna para mí, así que era normal que hiciera de mi padre en Fue la mano de Dios.
Tenemos una forma similar de ver la vida, disfrutamos mucho de nuestra compañía y nos llevamos muy bien porque tenemos un sentido del humor muy irónico dentro y fuera de los rodajes. También tenemos en común que somos trabajadores incansables y los dos somos muy valientes, no en la vida, pero si en el trabajo. Juntos hemos asumido grandes riesgos, por ejemplo cuando hacíamos parodias de personajes muy famosos. Son proyectos que siempre dan pie a muchas críticas.
13. Encontrar a su alter ego, Filippo Scotti
Durante todo el proceso del rodaje, Filippo y yo estábamos muy abstraídos del aspecto autobiográfico de la historia. A veces hacíamos bromas, pero hemos tratado al personaje como a un personaje cualquiera de otra película. Cuando se está trabajando sobre la propia vida esa distancia es necesaria para poder hacer la película, porque si no se complica el proceso. Es mejor mantener distancias.
Filipo es un gran actor. No hubo ninguna duda en el casting, era el mejor. Tratándose de un personaje protagonista, la dificultad es que hay actores y actrices que por razones misteriosas no desarrollan esa fuerza para llevar sobre sus hombres una película cuando no han tenido antes un personaje protagonista, como era el caso de Filippo. Hicimos muchos ensayos, no tanto para encontrar el personaje porque él ya lo tenía cogido, sino para simular la duración de la película y comprobar si durante ese tiempo salía esa fuerza protagonista. La verdad es que no puedes estar seguro hasta que ves la película terminada.
14. Diego Armando Maradona, una referente semidivino
Para todos los napolitanos, especialmente los de mi generación, Maradona es una figura que tiene características semidivinas. No hay una imagen de Maradona llegando a Nápoles. Maradona no llega a Nápoles, Maradona aparece de pronto en el estudio y surge de una especie de gruta oscura, en el fondo, en el suelo, como si fuera una gruta de Belén, y aparece como un recién nacido. Las referencias religiosas están claras.
Hace poco leí un artículo muy bueno de un periodista de Nápoles de mi edad que decía que Diego siempre aparecía en los lugares más insospechados y pequeño. Todo el mundo dudaba si lo que había visto era real, porque nadie le esperaba en esos barrios o con esos coches. Esperarías que fuera en un BMW y otros coches de lujo. Yo una vez lo vi en un Fiat panda y dudaba si era él realmente. Es una figura que ha estado rodeada siempre de circunstancias extrañas, que está suspendida entre lo sagrado y lo profano. Es una persona que muere y resucita varias veces a lo largo de su vida, y también tiene algo de mártir. Su vida se parece mucho a la vida de los santos.
15. Volver a su Nápoles
Para mí ha significado volver a casa. En la película se ve la casa en la que vivía a aquella época, que estaba a desmano y de espaldas al mar. Ahora he tenido suerte de que me han dado una casa en la primera línea de playa. No sé cómo responder a esta película sin caer en la retórica, y como la retórica es algo que odio en este mundo, prefiero dejarlo aquí.
Durante La gran belleza, yo traté Roma como si fuera un turista porque llevaba pocos años viviendo ahí. Aproveché la película para darle un tratamiento casi turístico. Ahora ha sido más fácil porque Nápoles lo conozco muy bien y me he limitado a recuperar los lugares que recordaba de mi infancia.
'Fue la mano de Dios' llegará a Netflix el 15 de diciembre. Dos semanas antes se podrá ver en algunos cines de España.
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