Jennifer Vargas vive agobiada desde hace días. Después de un año residiendo en un piso de alquiler en Nervión asegura que le quieren echar. Una empresa catalana compró el edificio donde vive y ahora le pide que se vaya "para hacer pisos turísticos", indica. 

"Tengo en contrato en vigor pero me meten las excavadoras, me dijeron que iban a tirar la escalera", asegura. "Me han echado para hacer pisos turísticos", asegura. ¿Cómo lo sabe? "Lo dijeron los obreros que están vaciando el edificio", señala. 

Su historia comienza en marzo de 2023. Entonces, a través de una inmobiliaria, cuenta, localizó un piso en Nervión. Le cuadró el precio y la ubicación, así que firmó el contrato. Un año renovable a otro. Y, si no había problemas, otros tres más. Cinco en total.

"Cuando me mudé ya vi que se iban dos inquilinos. Estaba yo sola en el edificio y dos vecinas mayores en el bajo", recuerda. Eso le llamó la atención, pero como su contrato era de larga estancia, no se preocupó. 

En septiembre volvieron las pistas. "Había muchos obreros en el bloque. Uno de ellos me dijo que habían vendido el edificio, que un fondo había comprado el mío y el de al lado para hacer apartamentos turísticos", explica. 

"Mi contrato sigue en vigor"

"También me dijo que me tendría que ir, pero mi contrato seguía en vigor", señala. Pasó el tiempo. "De pronto habían tirado paredes y muros, las obras avanzaban pero mi casera me dijo que es que estaban reformando los pisos para ponerlos más modernos, que estaban viejos", señala Vargas. 

Con esa explicación, pasó el tiempo, pero "los obreros me seguían diciendo que me iban a echar", señala. Llegó marzo, que es cuando cumplía su contrato. Y nadie le dijo que se rescindía.

"Si mi casera no lo rescindió y yo tampoco, se prorroga automáticamente, lo ponen en el contrato", señala. Por esas fechas, señala, los obreros, su principal fuente de información, le comentaron que iban a tirar la escalera. 

"Ahí sí me asusté, claro, y empecé a llamar a mi casera como una loca", explica. Pero no obtuvo respuesta. Sin noticias de nadie, ella piensa que puede seguir viviendo allí, aunque la cuestión de la escalera le preocupa. 

Una carta bajo la puerta

Todo cambia esta semana. Ya en mayo, dos meses después de que venza su contrato y, por lo tanto, asegura, esté renovado un año más, encuentra un papel que le han dejado por debajo de la puerta. 

El documento, al que ha tenido acceso este periódico, señala que "se ha otorgado ante notario la escritura de compraventa por la que la sociedad I.A.H. ha vendido a la sociedad Vértice Ensanche S. L. el edificio en el que cual se encuentra alquilado a usted".

Lo curioso llega a continuación porque la nueva propietaria del edifico señala un nuevo número de cuenta donde hay que pagar la renta de alquiler "a partir del próximo mes de junio de 2024". 

Pero, sin embargo, sigue la carta: "Su contrato de arrendamiento se encuentra vencido, por tanto, debe abandonar la vivienda a la mayor brevedad posible pues, como usted sabe, esta en proceso de reforma las zonas comunes del edificio".

"¿Me echan?"

La confusión de Vargas es máxima. "¿Me dan un número para seguir pagando el alquiler, pero me echan a la mayor brevedad posible? ¿Me dicen que mi contrato está finalizado cómo es eso si se renovó un año más en marzo?"

Ella no entiende nada, pero ni su anterior casera ni la nueva propietaria del edificio le dan explicaciones, señala a EL ESPAÑOL. 

Pero, ¿quiénes son Vértice Ensanche S.L.? Según ellos mismos, a través de su web, trabajan "para cumplir las necesidades reales de la gente adaptándonos a las oportunidades actuales pero con la profesionalidad y experiencia de siempre" dentro del sector inmobiliario.

Tienen servicios de promoción inmobiliaria, de negociación y comercialización, de rehabilitación de edificios y de gestión de activos, aseguran. Además, están abiertos a inversores.

En Valencia

Este no es el único capítulo en el que han llegado a la prensa. En 2018 eldiario.es ya hablaba de ellos y de un caso en Valencia en el que ocurría lo mismo que en el edificio de Nervión. 

A la compra por parte de esta empresa siguió el anuncio de la no renovación de los alquileres salvo los de renta antigua, a los que se les ofreció comprar la vivienda. Lo mismo que en Sevilla. 

En el caso de Valencia, donde las inquilinas se organizaron para defender sus intereses, la empresa aseguró que ofrecía hasta 1.500 euros a los inquilinos que se marchaban. No ha ocurrido eso en el caso de Sevilla. 

"Mucha gente me ha dicho que me quede en el piso y luche pero ¿cómo voy a vivir con una excavadora al otro lado de la pared?", indica. Tras consultar con un abogado, se queda. 

Este periódico se ha puesto en contacto con la propietaria del edificio al que Vargas alquiló el piso. Alguien que se identificó como Antonio, "pareja" de la propietaria, aseguró que su exinquilina "se lo inventa todo" y no quiso hacer más declaraciones. 

EL ESPAÑOL también se puso en contacto con la empresa catalana que ha comprado el edificio de Nervión. Igualmente, declinaron dar su versión sobre los hechos.