Sevilla

Cada vez son más los jóvenes de Sevilla que se vuelven adictos al juego patológico, según Hasta datos de la organización Proyecto Hombre. Estas conductas, añaden, pueden traer consigo graves problemas, como endeudarse o robar dinero a familiares, todo para recuperar lo perdido.

La directora de dicho organismo que ayuda a las personas que sufren adicciones, María Ángeles Fernández, afirma que los jóvenes que juegan sin control ya son un 15 por ciento de sus pacientes.

"El juego es una adicción que crece de forma generalizada en toda la sociedad, pero, más aún, entre los jóvenes", añade Fernández. Entre adultos, la ciudad también ha experimentado un crecimiento en el juego, pero sobre todo en máquinas tragaperras y similares.

Según explica Juan Lamas, director técnico de Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), los menores de entre 14 y 18 años cada vez juegan más.

Tanto presencialmente, debido a los escasos controles de identidad en los salones y casinos, como en línea, suplantando la identidad de un mayor de edad, detalla el especialista en esta cuestión.

Además, para Lamas, la clave de estas patologías en jóvenes se encuentra en que en estas edades tan jóvenes, la mentalidad de los menores sevillanos aún no está desarrollada y por tanto tampoco lo está la noción del riesgo o peligro, por lo que es más fácil que la adicción crezca en ellos.

Datos alarmantes

A esto no ayuda la cantidad de salones de juego y casinos que hay en la ciudad de Sevilla. Para la directora de Proyecto Hombre es "tremendo". En todo el territorio autonómico, hay seis casinos, 39 bingos, 30.649 máquinas y 4.257 terminales de apuestas.

Entre 2022 y 2023, el aumento de dinero invertido en juegos en Andalucía ha sido de un 5,4 por ciento. O lo que es lo mismo, 118 millones de euros más, un total de 2.287 millones de euros. Sevilla y Málaga fueron las provincias donde más se jugó en el pasado año.

El año de la pandemia -2019- era hasta ahora el que más dinero destinado a juego había registrado, con 2.226 millones de euros. En cambio, 2023 superó al año del Covid, con 2.287 millones de euros jugados. En menos de 10 años ha crecido en casi 1.000 millones el dinero invertido en estas actividades, ya que en 2014, el montante jugado fue de 1.679 millones.

Un caso real

"Tuve que llamar al padre de mi amigo para contarle que su hijo había gastado más de 5.000 euros ahorrados y no paraba de pedir préstamos para jugar en el casino". Lo cuenta Antonio (nombre ficticio porque no quiere revelar su identidad), que empezó a jugar con dieciocho años en un salón de juegos próximo a su casa y después descubrió las apuestas deportivas en línea.

"Lo vi en mis amigos, era algo habitual. Yo, por suerte, supe frenar, pero he visto íntimos amigos que se han arruinado, que han trabajado un mes para perder los 1.500 euros de sueldo en un rato y han pedido préstamos a bancos y dinero prestado a gente de su alrededor, incluso a mí, para poder seguir jugando".

Para Antonio el problema siempre es el mismo ya sea en apuestas deportivos, máquinas tragaperras o en la ruleta: "No saber parar".

Antonio cree que estas patologías nacen de la avaricia. Cuenta que las veces que se gana, este premio se apuesta de nuevo porque se pretende seguir ganando. "Cuando he ganado me ha costado parar porque veo fácil sacar más, pero sobre todo cuando he perdido, ya que te sientes mal contigo mismo y solo piensas en recuperar, entras en un bucle peligroso".

Las redes atrapan

Juan Lamas, director técnico de la Federación Española de Jugadores Rehabilitados achaca en parte este aumento de patologías a las legalizaciones y la publicidad. Desde que se legalizara el juego en línea en 2012 y se permitieran las apuestas deportivas presenciales en 2014 los casos han aumentado según Lamas.

Aunque a partir de 2018, las leyes hayan sido más restrictivas y eliminado la publicidad de apuestas en la televisión, los formatos más consumidos por los jóvenes son otros. El principal, redes sociales, sobre todo Instagram. Los jóvenes ven anuncios de personas que le invitan a unirse a su canal de Telegram montado en un Ferrari que han conseguido con apuestas deportivas.

Esto, que puede resultar tentador, siempre es mentira. Para Antonio, exjugador, esta es la principal vía por la que entran nuevos jugadores, sobre todo los más jóvenes que no saben identificar que "todo es una trampa"

Según Lamas, esta publicidad masiva en plataformas como redes sociales es la que está reduciendo cada vez más la edad del jugador y es algo que requiere un control mucho más exhaustivo.