Una de las calles de la barriada de la Bachillera.

Una de las calles de la barriada de la Bachillera. E. E. Sevilla

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Casi 200 familias salen de la "injusticia" al norte de Sevilla: sus casas serán suyas tras ocho décadas de lucha

Los vecinos de La Bachillera levantaron sus propias casas, pero hasta ahora no podían tener la escritura al no ser propietarios del suelo.

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Cuando se sale del puente del Alamillo en dirección hacia Juventudes Musicales, a la izquierda está el barrio de La Bachillera. Allí viven 180 familias en casas sin escrituras, una "injusticia", que tal como afirmó el alcalde, José Luis Sanz, acabará en las próximas semanas por el proceso de regularización que ha iniciado el Ayuntamiento.

"No podíamos hacer obras, ningún banco nos daba préstamos. Una cosa tan sencilla como hacer que llegue el agua a la vivienda también era difícil. Al no tener papeles, pensaban que estábamos de okupa", explica Ignacio Cruz, presidente de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza, la entidad que ha liderado una lucha de 77 años.

La historia es larga y se remonta a 1948. Fue entonces cuando la Fundación Sevillana de Caridad cedió una finca a los primeros vecinos para que construyeran sus casas. Se trata de una institución fundada por Carlos Cañal que sigue viva. Se encarga de ofrecer asistencia social a personas en situación de vulnerabilidad.

Las propias familias levantaron sus casas, pero se creó una "figura extraña". "El suelo es de una asociación y las casas son nuestras, pero no se puede escriturar la casa en un suelo que no es propio", cuenta Ignacio Cruz.

Es la "injusticia" a la que se empezó a poner fin este miércoles con la firma en el Ayuntamiento de Sevilla de un documento ante notario. La finca única en la que se ubicaban todas las viviendas se dividirá en 180 parcelas independientes

Se inscribirán en el Registro de la Propiedad a nombre de la Fundación Sevillana de la Caridad. Esto posibilitará su transmisión individual a cada uno de los vecinos. Es el proceso que se gestionará a partir de ahora. En las próximas semanas la Gerencia Urbanismo celebrará una reunión técnica en la que asesorará a los vecinos sobre cómo gestionar su caso individual.

"Es lo que nos hemos ganado"

"Es lo que nos hemos ganado después de 75 años viviendo en el barrio", confesaba Remedios Cruz, una de esas vecinas que inundaron de felicidad la Sala Capitular Baja de la Casa Consistorial, el lugar elegido para la firma del documento.

Algunos nacieron en esas casas y llevan toda la vida peleando para conseguir que sus casas fueran suyas legalmente. En su caso, llegó al barrio con cuatro años. "Mi vida no va a cambiar, voy a seguir siendo la misma. La única diferencia es que tengo mi casa en propiedad. No tenía el suelo, pero la casa la levanté yo. Estaba preocupada", confesaba.

Los vecinos de La Bachillera, junto a José Luis Sanz en el Ayuntamiento de Sevilla.

Los vecinos de La Bachillera, junto a José Luis Sanz en el Ayuntamiento de Sevilla. E. E. Sevilla

A Juan Carlos Rivas incluso se le saltaban las lágrimas de alegría por haber podido regularizar la situación de su vivienda. Es una de las muchas historias de un barrio que se acostumbró demasiados años a vivir en el limbo.

Pagaban alquiler del suelo hasta hace 20 años

No obstante, la situación, ha ido evolucionando a lo largo de estos años. De hecho, estos vecinos, seguían pagando el alquiler del terreno hasta hace 20 años. Consiguieron dejar de hacerlo tras plantear una serie de movilizaciones, cuenta Ignacio Cruz.

Sin embargo, eso abrió nuevos problemas, como la dificultad de contratar el agua a través de Emasesa. Al no tener ni siquiera el documento del alquiler, no había forma de demostrar que la residencia era legal.

Ahora, se regularizarán 180 casas, pero en realidad el barrio se compone de 370 viviendas. Ya había en torno a 140 que estaban escrituradas. La Fundación Sevillana de Caridad hizo una campaña para vender las parcelas hace algunos años. "El que pudo compró, pero no lo vendió barato", revela el presidente de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza.

Quedarán casas sin regularizar

No obstante, todavía quedarán algunas casas sin regularizar. El motivo, es que las parcelas son muy pequeñas y no tienen suficiente terreno. "Las calles son estrechas y la idea es que se abran esas vías por el tema de alguna urgencia. Todavía no se saben cuáles van a ser sus dimensiones y se quedan a la espera", cuenta Ignacio Cruz.

En La Bachillera casi todo lo han hecho sus propios vecinos, incluido el acerado. No obstante, el Ayuntamiento ha ido recepcionando la barriada a lo largo de estos años. "Se hicieron obras en 2005 y 2006 para hacer un acerado accesible y sin bordillos", recuerda.

En cuanto a la limpieza, el presidente de la asociación vecinal explica que Lipasam solo entra en tres calles. En el resto solo interviene en campañas especiales porque pertenecen a la Fundación Sevillana de Caridad. "Estamos acostumbrados a barrer nuestras propias aceras. Como son muy estrechitas, barres tu puerta y la del vecino. Problemas de limpieza no hay", recalcaba.

El problema de la droga

Otro de los problemas a los que se ha enfrentado La Bachillera es el del narcotráfico. Ignacio Cruz asegura que "ha mejorado un montón", porque en los años 80 se convirtió en un supermercado de la droga en Sevilla, con gente que "no son del barrio" e iba a vender allí.

No obstante, el pasado mes de abril, la Policía Nacional hizo una macroredada en la que detuvo a tres personas y se localizaron varias casas con plantaciones de marihuana.

Al respecto, vecinos como Juan Carlos Rivas reclaman "un poco más de vigilancia, pues hay casas que no tienen ni contador de luz ni de agua". Se aprovechan, por tanto, de las instalaciones del resto de la barriada.

Pese a que persisten diversos problemas, el grueso de los residentes de La Bachillera se enfrentan a una nueva realidad. Tendrán la escritura de sus casas en una zona en pleno auge y con parada de Metro cercana en 2030, lo que supone una oportunidad de revalorización. Un cambio significativo en sus vidas que ha puesto fin a una "injusticia" de casi 80 años.