Decía Honoré de Balzac que “jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la de vuestra madre”. La mía nació hace hoy 30.360 días. Ese pilar del que hace más de cuarenta años brotaron seis ramas ha vuelto a dar una nueva vuelta al sol. 728.640 horas vividas. Muchas antes estudiaron Magisterio, pero al final, por A o por B, nunca pudieron ejercer. 43.718.400 minutos divididos entre sus seres queridos. 2.623.104.000 segundos pasados adaptándose a los años y manteniendo la ilusión por el futuro ¿Quién te regaló el primer reloj despertador?
Extraordinaria mujer. Rindo homenaje a una mujer increíble que, con cada paso que da, sigue demostrando que ser madre es la profesión más exigente y, al mismo tiempo, la más gratificante del mundo. La primera vez que la vi fue meses antes de que el hombre llegara a la luna, aunque ya era madre desde varios años antes.
Allí estaba también cuando a los cinco años desperté vomitando agua en la orilla de aquella playa después de que la resaca me llevase mar adentro y un señor mayor (eso creí entonces) se acercase para rescatarme cuando la distancia había convertido las sombrillas en minúsculas margaritas amarillas. Ese verano no me dejaron bañarme más en el mar, ni siquiera cuando la marea estaba baja… “La más bella palabra en labios de un hombre es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía (Khalil Gibran) ¡Ay madre!
También estuvo a los ocho años, cuando me tiraron de cabeza al suelo desde unas colchonetas de Judo amontonadas en un pasillo del Colegio. Tras pasar la tarde vomitando el profesor se extrañó y preguntó qué es lo que me ocurría ¡Conmoción cerebral ¡Una semana a casa a descansar!
A los doce, de nuevo en la playa, resbalé en un badén con la bicicleta y me partí la barbilla. Allí estaba ese niño con la manguera lavándose la sangre cuando entró. “Así no”. Siempre llega. Corriendo al hospital. 14 puntos… “El porvenir de un hijo es siempre obra de su madre” (Napoleón I).
Durante la adolescencia todo fue bien, hasta que al acabar la carrera y comenzar a trabajar el estrés provocó a aquel joven una extraña poliartritis reactiva a una infección respiratoria de la que nunca encontraron secuelas y que lo mantuvo un par de meses de baja metido en casa ¡Un lujo! (ahora que ha pasado) ¡Madre mía!
Después llegó la boda, los niños y los veraneos en Chipiona, lugar en el que siempre vuelve a su infancia. Ella sabe que el teléfono suena cada noche, pasadas las doce. Al final, bien. “Quien quiere a su madre no puede ser malo” (Alfred de Musset). Desde la boda apenas hemos vuelto a convivir bajo el mismo techo, excepto aquel mano a mano del verano pasado en Punta Umbría gracias a mi hermana pequeña. Familia. Ayer sumó una década el primogénito. Hoy cumples años tú. Testimonio de sabiduría y bondad que ilumina la vida de quienes te rodean. Muchas felicidades Mamá. Nuestro techo ya no necesita paredes y siempre tiene luna y estrellas. Nubes, “si me queréis, irse” (Lola Flores). Que esta nueva etapa que comienza pasada por agua esté llena de alegrías, éxitos y momentos especiales. Vengan muchos años felices más. El verano se acerca…