¿No quieres caldo? Pues aquí van dos tazas. Ésta debió ser la reflexión que siguieron los hinchas del Celtic de Glasgow el pasado martes. Su equipo jugaba la ronda previa de la Liga de Campeones contra el Hapoel Beer Sheva de Israel, en el mítico estadio de Celtic Park. La afición escocesa decidió recibir al equipo rival con decenas de banderas de Palestina, contradiciendo la normativa de la UEFA y arriesgándose a una multa o al cierre de una parte del estadio.
Las fotos de la protesta impulsada desde la grada donde se sitúa la 'Green Brigade', afín a la causa palestina, han tenido una gran repercusión en las redes sociales. Días antes, los aficionados habían utilizado Facebook para convocarla bajo el lema 'Fly de flag for Palestine, for Celtic, for Justice' (algo así como "iza la bandera por Palestina, por el Celtic, por la justicia".
El artículo 16 del Reglamento de Disciplina de la UEFA establece que "todas las asociaciones y clubes son responsables de lo siguiente comportamiento inapropiado por parte de sus seguidores y pueden ser objeto de medidas disciplinarias y directivas". Así, hace responsables a los clubes del "uso de gestos, palabras, objetos o cualquier otro medio para transmitir cualquier mensaje que no es apropiado para un evento deportivo, especialmente aquellos que son políticos, ideológicos, religiosos, ofensivos o provocativos" por parte de sus aficionados.
Los aficionados escoceses, una vez más, desoyeron los avisos de la policía escocesa, que esta misma semana había instado a no hacer uso emblema alguno y enarbolaron decenas de banderas palestinas para recibir al equipo israelí antes del pitido inicial. Los avisos sobre un posible arresto de los aficionados que las portasen tampoco causaron ningún efecto.
Ahora, el Celtic se enfrenta a una nueva multa. Sería una más en una larga lista llena de antecedentes similares. En julio de 2014, fue la última vez que la UEFA multó al equipo escocés con 18.000 euros por la exhibición de banderas que contravenían las normas. Fue en un partido contra el KR Reykjavic islandés. El año anterior, por el mismo motivo, la multa fue mucho superior y ascendió a 48.000 euros.