Buenos Aires, Ciudad de México, Santiago de Chile, Sao Paulo: bajo los lemas #NiUnaMenos y#VivasNosQueremos, las calles de las grandes capitales de Latinoamérica claman por los derechos de la mujeres y el fin de los feminicidios. El detonante de la última oleada de indignación ha sido la atroz violación grupal de la adolescente Lucía Pérez en Mar de Plata, Argentina: sus agresores le introdujeron un objeto en la vagina hasta causarle la muerte, y luego lavaron su cuerpo para dejarlo frente a un hospital.
En la capital chilena, en la que cerca de 100.000 personas tomaron la calle, un eslógan cobró rápidamente popularidad. Lo enarbolaba en un cartel un hombre con el torso desnudo: "Estoy semidesnudo, rodeado del sexo opuesto... Y me siento protegido, no intimidado. Quiero lo mismo para ellas". El gesto de este manifestante demostraba la hipocresía machista en cuando a la percepción social de la vestimenta cuando las mujeres son culpadas de ser agredidas por ir "provocativas". Su fotografía saltaba a las redes sociales y de ahí a los medios que lo saludaban como el cartel más ingenioso de la marcha.
La fama viral como icono feminista del protagonista en Twitter e Instagram se cortaba de golpe horas después a raíz de un post de Facebook. El hombre, identificado como Felipe Garrido, había sido reconocido por su expareja, con quien tiene una hija en común. La mujer, Francesca Palma, cargaba en un texto desgarrador contra él. "Este individuo, que dice defender nuestros derechos (...) por años a [sic] destruido la vida de mi hija y la mía, por la que yo llevo cicatrices en mi cuerpo y en mis recuerdos..."
En el encendido texto Francesca denuncia que Felipe desatiende a su hija, le ha provocado "maltrato psicológico" que ha derivado en "depresión", no paga su pensión y que el día de la manifestación debía de haber estado con la niña, pero que esquivó su responsabilidad aduciendo que tenía "trabajo". Los malos tratos físicos hacia ella estaban únicamente aludidos, pero también le acusaba de desaparecer "durante un año" y mencionaba una sentencia judicial de acudir a terapia familiar que, según ella, él había desobedecido.
El impacto en la red del post de Francesca no desmerecía el eco de la imagen original: más de 20.000 compartidos, y más de 5.000 comentarios extremadamente divididos. Algunos se han solidarizado inmediamente con la mujer, otros la acusan de no aportar datos e injuriar a su expareja por despecho. Entran los medios chilenos: a su requerimiento, Francesca ha ratificado las acusaciones de malos tratos, aunque nunca ha denunciado a Felipe; del conflicto familiar que involucra a la niña, sin embargo, hay constancia judicial.
"Siempre creí en la familia, en que las cosas se pueden arreglar" - ha declarado Francesca al medio The Clinic online para explicar por qué no ha llevado las agresiones ante un juez. No fue consciente de que ella era una víctima de violencia de género hasta que se separaron, se extendía en El Desconcierto. Llevaban juntos desde los 15 años, relataba, pero la situación se deterioró cuando ella quedó embarazada a los 19.
A la penuria económica - ya que Felipe, siempre según el relato de Francesca, se negó a dejar los estudios - se sumaron los golpes. "Una vez me tiró un plato y me rompió el tendón (...) él me pidió que no le contara al doctor que me atendió para que no se fuera detenido. Me arrepiento mucho de haberle hecho caso". Sin embargo, subraya que la indignación que la llevó a denunciarle usando la Red fue la desatención hacia su hija. Confirmaba que el padre había avisado poco antes de la hora acordada que no la recogería, obligándo a su madre a faltar a las clases que cursa para sacar adelante la carrera que tuvo que dejar de lado por la crianza.
"Te imaginas cómo me sentí cuando lo vi en todos lados, a la gente dándole pantalla a un tipo que ha hecho cuadritos mi vida y la de mi hija" - explicaba. De las denuncias en el Tribunal de Familia chileno sí hay constancia; paradójicamente, fue el progenitor quien las interpuso por la custodia de la niña. Los asistentes sociales que hablaron con ella recogieron en su informe que, en los días en los que la menor había quedado a cargo de su padre, se había quedado sin comer o había sufrido insolaciones tras quedar expuesta al sol durante horas.
La pequeña "no quería" volver con Felipe, consta en los documentos a los que ha tenido acceso El Desconcierto. El hombre, según la psicóloga del caso, tiene "comportamientos violentos". Como contaba el post de Francesca, el juzgado ordenó como mediación que acudieran a sesiones de terapia de familia, pero él no se ha presentado.
Los medios citados afirman haber intentado contactar con Felipe para contrastar su versión de los hechos sin obtener respuesta. Francisca tiene todavía una acusación que hacer contra él: que no ha pagado la manutención de su hija en lo que va de año. Debe más de tres millones de pesos, cerca de 4.130 euros al cambio, ante lo que ha alegado carecer de ingresos. Pero sin duda la frase más desasosegante que deja la mujer es la que le da la vuelta al lema de la manifestación contra los crímenes machistas: "Si no le hubiera dejado, yo podría haber sido una menos".
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