Egipto, 2009. Ghadeer Ahmed, una joven de 18 años se reúne con sus amigas en una casa para pasar un rato juntas, charlar y echarse unos bailes. En medio de su contoneo una de las chicas le graba con el móvil. El vídeo queda tan bien que Ghadeer decide enviárselo a su novio para compartir el momento con él. Meses después la pareja se separa y él utiliza la grabación para humillar a su expareja públicamente dejándola en manos de las críticas de sus amigos, familiares y de toda la sociedad egipcia.
Lamentablemente, empezamos a estar acostumbrados a que historias como esta se repitan a menudo en ocasiones, con terribles consecuencias para las afectadas. Así le ocurrió a Tiziana Cantone, la joven italiana que terminó por quitarse la vida al no poder soportar los insultos y vejaciones sufridas tras difusión en redes sociales de un vídeo privado en el que salía practicando sexo con el que era su novio, o el de la bautizada como #LadyCuernos, una mexicana anónima que fue criticada, vejada y difamada por miles de usuarios totalmente ajenos a su vida cuando se filtró una foto en la que le daba un beso a un hombre durante su despedida de soltera.
No tenemos un lugar donde poder bailar en público, por eso bailamos en privado
Sin embargo, en el vídeo de Ghadeer no vemos cuerpos desnudos, ni besos, ni caricias, ni tan siquiera gestos insinuantes. No es un vídeo con contenido sexual ni erótico. Es, simple y llanamente, una joven sonriente bailando y pasándoselo bien en casa de una amiga.
Una vez más, en un entorno privado, con el consentimiento de la protagonistas y sin imaginar, ni por asomo, las consecuencias que podría tener haberle dado a ‘enviar’. “Nos estábamos divirtiendo como cualquier chica de nuestra edad. No tenemos un lugar donde poder bailar en público, por eso bailamos en privado”, explicaba la joven en una entrevista concedida a la BBC.
Para mi y para muchas mujeres egipcias nuestro cuerpo puede ser motivo de vergüenza para la familia, si es que hacemos algo malo o incluso si nos violan
Fue en el año 2013 cuando su expareja sobrepasó la raya de enviar las imágenes a sus amigos y contactos y las subió a YouTube. “Quería usar el vídeo del baile para vengarse y para humillarme. Quería humillarme con toda su alma”, asegura Ghadeer, quien acudió de inmediato a la policía para denunciarlo. Fue entonces cuando el abogado de él presionó para que lo resolviesen sin tener que ir a juicio, idea con la que la joven no estaba de acuerdo, y tenía un argumento de peso: “Como él había hecho el vídeo público, pensé que deberíamos resolver el caso en público también”.
Fue condenado por difamación, pero la tortura y humillación de Ghadeer no acabó ahí. Como quien dice, su vapulación pública acababa de empezar. “Vengo de una sociedad tradicional, conservadora. Para mi y para muchas mujeres egipcias nuestro cuerpo puede ser motivo de vergüenza para la familia, si es que hacemos algo malo o incluso si nos violan”, explica la joven que desde entonces decidió luchar para ponerle remedio a esta situación.
Recuerdo que decían cosas como 'aquí está el vídeo que prueba que ella es inmoral'
Después de la primavera árabe en Egipto, Ghadeer creó el grupo ‘la revolución de las chicas’ al que podía acudir cualquier interesada en discutir sobre la falta de derechos de las mujeres en una sociedad en la que se sienten como si fuesen invitadas, y no precisamente de honor.
Con el tiempo empezó a ganar enemigos participando en programas y tertulias televisivas. Como cabría esperar, una vez más su baile volvió a salir a la palestra compartiéndose masivamente en redes sociales y muchas voces comenzaron a acusarla de estar intentando corromper a las jóvenes egipcias. “Decían cosas como ‘aquí está el vídeo que prueba que ella es inmoral’”, recuerda la todavía dirigente del grupo de mujeres y estudiante en la Universidad de el Cairo .
Harta de intimidaciones y amenazas, en 2014 ella misma subió el vídeo a Facebook. “Mi cuerpo no es algo vergonzoso, no tengo de qué avergonzarme”, decía en el post en el que compartía su propio baile. “De tanto en tanto alguna mujer tiene que romper el molde en el que nos ponen y animar a que cualquier chica que se sienta chantajeada por una fotografía o vídeo privado a que denuncie. Sí, esto me pasó a mi y sí lo hice por voluntad propia. Y sin embargo nadie debería usarlo en mi contra”.
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