Hasta hace sólo unos días la idea de que un millonario perseguido por turbias maniobras financieras, escándalos de sexismo cuando no de agresión sexual, sin experiencia política alguna y declaradamente xenófobo ocupase el cargo de responsabilidad más venerado en Estados Unidos era tenido como un chiste. Los Simpsons no hicieron un vaticinio al presentar un futuro en el que Donald Trump había sido elegido presidente, estaban bromeando con algo que sonaba demasiado disparatado como para ser real.
Para el resto del mundo, lo que se avecinaba era una pesadilla. Especialmente para los mexicanos que escuchaban al candidato republicano justificar su faraónico proyecto de amurallar la frontera para evitar que "criminales y violadores" entren en EEUU. Sumado al drama humano de ver a familias separadas y la incertidumbre laboral para quienes trabajan en suelo estadounidense, el 45º Presidente no quiere que paguen únicamente la humillación, sino también la factura de la construcción. Sus amenazas de deportar a quienes no regularicen su situación inquieta a los latinos a lo largo y ancho del continente.
Este estado de ánimo lo ha plasmado de forma espectacular la productora uruguaya Aparato en un proyecto que ha llevado cinco meses de trabajo para cuatro minutos de puro deliro con mensaje activista: M.A.M.O.N.: Latinos vs. Donald Trump. "Nuestra misión es la de cambiar el mundo con nuestras armas frikis: la cinematografía, efectos visuales y el CGI", reza su lema.
El corto fue lanzado la última semana de octubre. Pero tras los resultados electorales del pasado 8 de noviembre, el colectivo insta a su máxima difusión desde sus redes sociales ahora que ha cobrado un significado inesperado. 'Compártelo si tú tampoco lo puedes creer', piden desde su página de Facebook.
La acción de M.A.M.O.N., acrónimo de Monitor Against Mexicans Over Nationwide, nos sitúa en un quirófano, en medio de una operación a corazón abierto que no puede seguir adelante porque el doctor González ha desaparecido. ¿Dónde está? Lo vemos caer del cielo en el desierto bajo un cielo plomizo. Llueven personas: entre ellas una Miss Universo, referencia a Alicia Machado, mediática rival de Trump. Un niño lleva la cuenta de los caídos con tiza: la protesta de un vendedor de comida callejera de que tiene "la green card", es decir, permiso para trabajar en EEUU, nos revela que el muro ya está en pie y los latinos están siendo arrojados por encima.
Lo que recibe el vendedor por sus protestas es su carrito destrozado y un recibo por la factura del muro. "No te pagaremos nada, pinche gringo racista" - claman los expulsados y vitorean. La música se vuelve ominosa. El muro se descorre y abre paso al M.A.M.O.N.: un gigantesco robot a imagen y semejanza de Donald Trump, copetín y morritos incluidos, que enarbola una bandera con una perversión del clásico lema del Tío Sam: "I don't want you".
El vendedor cambia a palabras amables para intentar razonar con la máquina de guerra, pero las consecuencias son fúnebres. El propio Trump, pues no es otro quien está al mando, ríe y enchufa un cassete con uno de sus discursos -reales- contra la inmigración mientras dispara toda su artillería, incluido un metafórico cañón inguinal. México necesita un héroe, y aparece un mito nacional: el mariachi. "¡Cántale algo en inglés que en español no te entiende!" Pero las cosas tampoco salen bien...
¿Quién podrá salvarlos? No el Chapulín Colorado, que descansa en su tumba. Una anciana insta a actuar a un diplomático: "Si no lo hace ese va a pisotear nuestro pueblo y destruir nuestra cultura", clama, mientras vemos imágenes de Ciudad de México bajo asedio. Pero su cobardía lo pone en fuga. El auxilio les llega a los mexicanos desde el cielo, con un artefacto a medias entre lo azteca y lo cristiano. Les trae el "Ave María", que no es otro que un gallo de pelea.
El M.A.M.O.N. cae derrotado, y el relato nos lleva al punto de partida y a la moraleja: la persona que esperaba al doctor González para recibir un nuevo corazón es el propio Trump, y todo lo que hemos visto es una alucinación mientras agoniza. Su muerte ha sido provocada por su propia política migratoria, al expulsar a profesionales cualificados indispensables para el funcionamiento del país. En su hora final, hasta su característico peinado echa patitas y le abandona.