"En la mañana del 6 de diciembre 2016, aproximadamente sobre las 8.15h de la mañana, el departamento de Policía del distrito de Wyoming Oeste recibió un aviso desde la parroquia de St Monica en la octava calle por el avistamiento de un osezno muerto. Un total de tres oseznos y su madre fueron encontrados muertos en el lugar. La Comisión de caza del estado de Pennsylvania fue notificada y respondió. En estos momentos la muerte de los animales se considera bajo sospecha. Si alguien tiene alguna información sobre este incidente, contacte por favor con el 911".
De este modo pedía ayuda la policía local de esta población estadounidense a través de Facebook para resolver un enigma digno de Miss Marple o Hércules Poirot, si se quedasen sin crímenes humanos que investigar. A los sherlocks de la redes sociales que ofrecían su colaboración para resolver el misterio se les iban revelando los detalles más enigmáticos. Los cuerpos de las grandes bestias no mostraban heridas de balas. Tampoco habían rebuscado en los contenedores de basura cercanos como acostumbran a hacer los osos que entran en poblaciones humanas a buscar alimento.
Todo indicaba, por lo tanto, que la hembra de más de 136 kilos y sus tres cachorros habían muerto de forma fulminante y sin violencia externa. ¿Pero cómo? La teoría del envenenamiento corrió como la pólvora entre los internautas. Las conspiraciones no tardaron en asomar la cabeza: los osos molestaban a alguien que los envenenó y luego los abandonó en el aparcamiento de la iglesia, especulaban algunos; se trataba de un montaje para culpar a los cazadores y fomentar un sentimiento anti-caza, elaboraban los siempre susceptibles partidarios de la tenencia de armas.
No ha sido hasta tres semanas después cuando la Comisión de caza ha divulgado los resultados toxicológicos. Su conclusión es que la mano del hombre está detrás de la muerte de la familia osa, pero de forma indirecta. La causa principal es una trágica "tormenta perfecta" de factores.
En los estómagos de los oseznos se encontraron restos de Taxus baccata, el tejo común o tejo negro. Esta planta es nativa de Europa, África y el sureste asiático, pero no de América del Norte. Sin embargo, se cultivan arbustos por su valor ornamental: sus hojas en forma de punta de lanza y las "bayas" rojas que produce, los 'arilos', son muy apreciados.
Pero es una planta venenosa, tanto para los humanos como para la mayoría de animales, "especialmente los que tienen un estómago unicameral". Así, una vaca habría tenido más facilidades para sobrevivir a la taxina, la toxina que produce la planta, que un oso. Y uno de los efectos de la taxina es la de detener el funcionamiento del corazón.
¿Cuánto de esta planta consumieron los osos para perder la vida de golpe? Los investigadores creen que se estaban preparando para hibernar, y por lo tanto comieron una gran cantidad: los oseznos siguieron el ejemplo de la madre y se dieron un atracón. Pero es precisamente en invierno cuando el tejo produce los niveles más altos de taxina. Los análisis de pesticidas, contaminantes, venenos e incluso líquido refrigerante en los órganos internos de los animales fueron todos negativos: los cuatro murieron por una parada cardíaca causada por la primera intoxicación por tejo detectada nunca en osos.
"Este desafortunado incidente es el primero del que tenemos noticia" - ha afirmado el biólogo de la Comisión de caza Mark Ternent al divulgar el informe. "Son circunstancias extremadamente raras que esperamos que no se repitan".