"Podía salvarle la vida": la niñera que donó su hígado a la pequeña que cuidaba
En la Jungla. Con apenas 16 meses, la extraña enfermedad de hígado de Talia Rosko podría acabar con su vida antes de su segundo cumpleaños. Pero su ‘nanny’ le regaló una segunda oportunidad.
6 febrero, 2017 15:47Noticias relacionadas
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La atresia de vías biliares afecta a 1 de cada 12.000 nacidos vivos en el ámbito mundial. Una enfermedad del hígado rara y potencialmente mortal en la que el conducto biliar central del hígado no funciona correctamente y la bilis se acumula irremediablemente en el hígado. Talia, una niña de apenas 16 meses, nació con esta terrible condición y necesitaba urgentemente someterse a un trasplante para salvar su vida.
Llevaba meses en lista de espera pero no aparecía un donante válido, hasta que su niñera se sometió a las pruebas y todo apuntaba a que su hígado podría ser perfecto para la pequeña.
La solidaria donante, la joven Kiersten Miles, apenas llevaba trabajando como cuidadora de Talia y sus dos hermanos tres semanas. Pero no se lo pensó dos veces ante la posibilidad de que su donación salvase la vida de la niña que cuidaba.
“Siendo un bebé que ni siquiera podía pedir ayuda, nunca lo vi como un gran sacrificio. Más aún pensando que este gesto podría salvarle la vida”, explicaba Miles en una entrevista en The Whasington Post.
Miles fue contratada por George y Farra Rosko para cuidar de su hija pequeña. Llevaba menos de un mes trabajando para la familia cuando empezó a investigar sobre la condición de Talia y qué soluciones médicas había para darle una vida normal a la pequeña que padecía a diario de dolores y malestar que le impedían llevar una vida normal.
No sabíamos que Miles era tan generosa. Ella es realmente un ángel en la Tierra; sé que suena tonto, pero realmente lo es
A las 9 semanas de vida, el pediatra de Talia notó que la lactante tenía un color de ojos demasiado apagado y la envió a un especialista para que le hiciesen más pruebas y una biopsia hepática. Le diagnosticaron atresia biliar: una condición potencialmente mortal en los lactantes en los que los conductos biliares dentro o fuera del hígado no tienen aberturas normales.
Con apenas año y medio de vida, el blanco de sus ojos había tomado un color grisáceo y su piel estaba cada día más amarillenta. Poco antes de que Miles entrase en sus vidas, los médicos ya advirtieron a sus padres que la probabilidad de que Talia sobreviviese más allá de su segundo cumpleaños era muy pequeña.
Cuando descubrió que llevaba tiempo en lista de espera, la joven estudiante de 22 años se sometió a las pruebas pertinentes. Nueve meses después, resultó ser la candidata idónea.
Sorprendidos con la decisión de la recién llegada canguro, Rosko y Farra quisieron que Miles estuviese 100% segura de lo que estaba haciendo. “Recuerdo que le dije que esto era algo serio, que no era como donar sangre”, narra el padre de Talia en la mencionada entrevista: “Estábamos muy sorprendidos. No sabíamos que Miles era tan generosa. Ella es realmente un ángel en la Tierra; sé que suena tonto, pero realmente lo es”.
“Ni siquiera la conocíamos”, repite a menudo Rosko. “Pensé que era maravilloso que ella se hubiese ofrecido pero nunca creí que realmente lo haría. No es algo que la gente haga todos los días”. Pero Miles lo hizo.
El 11 de enero, el equipo médico del Hospital Universitario de Pensilvania extraía parte del hígado de Miles y lo trasladaba al Hospital Infantil de Filadelfia para implantarlo en el órgano dañado de Talia.
Pensé que era maravilloso que ella se hubiese ofrecido pero nunca creí que realmente lo haría. No es algo que la gente haga todos los días
“Cuando despertó de la operación miró a su madre y dijo por primera vez ‘mamá’. Fue como un milagro”. Mientras, a pocos kilómetros de aquella escena, Miles también se estaba recuperando tras la donación de hígado.
Un regalo inolvidable que la familia todavía no puede creerse. Gracias a este acto su hija podrá disminuir su medicación habitual durante el siguiente año aunque los médicos ya han advertido que tendrá que mantener un tratamiento de por vida para evitar que su cuerpo pueda rechazar el nuevo órgano.