Existen dos tipos de personas: los que admiten la pizza con piña como variante dentro de la gastronomía italiana y los que la erradicarían de la faz de la Tierra. El presidente de Islandia, Gudni Jóhannesson, se encuentra dentro de este segundo grupo. De hecho, la semana pasada verbalizó su odio hacia la pizña y este miércoles se ha visto obligado a emitir un comunicado para aclarar su postura ante el revuelo que se ha levantado en el país nórdico.
El pasado 16 de febrero, Jóhannesson mantuvo un encuentro con unos alumnos de un instituto de la localidad de Akureyri, situada en el norte de Islandia. En este foro, los chavales le preguntaron sobre asuntos de lo más variado como si era hincha de algún equipo de fútbol o cuál era comida favorita. Así, en un momento de la charla, alguien se lanzó al ruedo y decidió hacerle esa pregunta que tiene dividida a la humanidad y que ha provocado las más grandes disputas entre familias y amigos: "¿Qué piensas de la pizza con piña?". Y, ni corto ni perezoso, Jóhannesson respondió que se oponía por completo.
Pero la cosa no quedó aquí. El presidente del Gobierno de Islandia fue un paso más allá y aseguró que, si pudiera, crearía una ley para prohibir la pizza con piña en su país, tal y como recoge The Guardian. Que le gustaba la piña como fruta tropical, pero nunca como ingrediente dentro del plato estrella de la gastronomía italiana.
Estas declaraciones se convirtieron en un auténtico misil tierra aire en las redes sociales y comenzaron a correr como la pólvora. El presidente de una nación por fin se posicionaba contra uno de los más grandes atentados de la gastronomía, dejando un buen número de incógnitas en el aire.
Pues bien. Las palabras de Jóhannesson han desatado tal revuelo que el presidente se ha visto obligado a publicar un comunicado en islandés y en inglés a través de Facebook para aclarar su posición. "Me gusta la piña, pero no en la pizza. No tengo el poder para crear leyes que prohíban a las personas poner piña en su comida", escribía ayer Jóhannesson en su cuenta.
El mandatario dejaba además una lección en su argumento para tranquilizar al personal. "Me alegra no tener tal poder. Los presidentes no deben tener un poder ilimitado. No querría este trabajo si pudiese crear leyes para prohibir cosas triviales que no me gustan, ni tampoco querría vivir en un país donde las leyes se creen así", escribía.
Jóhannesson, que goza de una gran popularidad en el país desde que fuese elegido en junio del año pasado y se ha convertido en el primer presidente en marchar en el Día del Orgullo Gay, remató su explicación con un nuevo guiño: "Para la pizza, recomiendo el marisco."