Las épocas de crisis han hecho encoger a los hombres a lo largo de la Historia
En la Jungla. La talla media se ha ido incrementando a lo largo de los últimos 2.000 años, pero no ha sido un proceso gradual.
18 abril, 2017 15:31Noticias relacionadas
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La foto panorámica no deja dudas: entre la talla de un hombre contemporáneo a la crucifixión de Cristo y uno que pueda estar leyendo estas líneas hay diez centímetros de diferencia. El incremento en altura de los seres humanos ha ido a la par que el progreso científico y cultural en los últimos 2.000, un salto de gigante. Sin embargo es cuando se aplica la lupa que se aprecia que este proceso, como la civilización misma, ha tenido sus épocas oscuras de retroceso y sus espectaculares repuntes.
¿Qué hace que seamos altos o bajos? La genética, principalmente: difícilmente destacaremos por nuestra altura si nuestros padres o abuelos no lo hicieron. Es un rasgo étnico, además: la talla media tiende a ser mayor en los pueblos del norte de Europa que en los del sur. Pero lo que revela un nuevo estudio es que los factores ambientales son transcendentales. El vivir en épocas de carestía, sin acceso a una nutrición adecuada, con prevalencia de patologías y síndromes que provocan una talla anormal han tenido efectos reconocibles a simple vista.
Un equipo de la Universidad de Southampton ha analizado 4.700 cuerpos de varones británicos cuya antigüedad se remonta a los años previos a la conquista romana. El habitante de las islas, descubrieron, medía por entonces un metro setenta de media. Altos para su época: como recordaba Julio César en Las Guerras de las Galias, se burlaban de los legionarios romanos instándoles a ponerse "uno encima de otro, para hacer un hombre de verdad". La romanización, que trajo consigo la pax romana y una mejora de las condiciones de vida, llevó a que doscientos años después los ingleses midieran cuatro centímetros mas, situándose sobre el metro 1,74.
Al caer el Imperio y entrar en la Edad Oscura de las islas, sin embargo, se deterioraron las condiciones. Llegaron las invasiones bárbaras y el pillaje de granjas y cultivos, con lo que empeoró la dieta. Se abandonaron los asentamientos romanos en favor de plazas fuertes con peores condiciones de salubridad. En la Alta Edad Media, la talla de los ingleses había menguado y perdido los centímetros ganados bajo Roma.
Con el milenio, sin embargo, llegó la invasión normanda. Guillermo el Conquistador pacificó Inglaterra, organizó el reino y trajo consigo una época de progreso. En el siglo siguiente, los ingleses prosperan: miden entre 1,76 y 1,77 metros. Esta tendencia se trunca sin embargo ante la llegada de una de las peores catástrofes que hayan asolado nunca a Europa: la Peste Negra, que acabó con la vida de, según estimaciones, 50 millones de personas en apenas dos décadas. En la isla, fueron 1,5 millones; los supervivientes se enfrentaron de nuevo a una época oscura en la que su talla se redujo al mínimo histórico.
Pero de nuevo llegó una época dorada: el Renacimiento, la época de los Tudor y la Isabelina. Los ingleses que lucharon contra la Armada Invencible medían de media 1,78, un récord que no se superaría hasta la Edad Moderna. Un nuevo drama estaba a punto de castigar a la gran mayoría de la población y esta vez no era una catástrofe o una guerra, sino que venía de la mano del progreso y la economía. Se trataba de la Era Industrial.
La industrialización trajo consigo un empeoramiento de las condiciones de vida de las clases populares. De trabajar el campo, el principal medio de sustento pasó a ser el trabajo en la fábrica. Largos horarios por paupérrimos salarios desde la infancia, mala alimentación, exposición a la contaminación, masificación de las ciudades y de los contagios de enfermedades, la plaga del alcoholismo: en esa época de terribles desigualdades, de la que la Literatura ha dejado un descorazonador testimonio, la talla menguó a 1.72 metros. Una altura similar a la de los hombres que habían vivido un milenio antes.
Hicieron falta nuevas revoluciones: la de la sociedad de consumo, la de la alimentación, la de la atención sanitaria, que coincidieron con la segunda mitad del siglo XX y el fin de la II Guerra Mundial. El mundo ha multiplicado su población a un ritmo nunca visto y el crecimiento ha ido a la par: los británicos de hoy en día miden un metro ochenta de media. Además, aunque la tendencia a observar debe ser más prolongada en el tiempo, parece haberse estabilizado: las épocas de crisis han dejado de tener efectos tan radicales en el desarrollo físico como antaño.