El autismo es un trastorno del neurodesarrollo que daña las capacidades comunicativas de aquellos que lo padecen y provoca que desarrollen conductas y comportamientos repetitivos. Hector Andres Zúñiga, un joven de 20 años, acudía desde que era un niño dos veces por semana al mismo videoclub. Allí alquilaba películas de Los Rugrats, Barney y Elmo. Hasta tal punto llegaba su empeño con el local que las veces que pasaba por delante con su padre en el coche, Hector señalaba con el dedo y decía: “Barney”.
Casi todo el personal de Blockbuster (una cadena de videoclubs norteamericana) lo habían visto crecer. Sin embargo, la franquicia se declaró en quiebra en 2010 y este pequeño reducto cinematográfico de Sharyland (Texas) se vio obligado a echar el cierre hace unas semanas. “Él es todo corazón, es muy sensible, pero al igual que cualquier otra persona, tiene malos días. Sabíamos que uno de esos días malos sería alrededor de la esquina, cuando nos dimos cuenta de que el Blockbuster estaba a punto de cerrar”, comenta su padre en declaraciones al Huffington Post.
Uno de los problemas a los que se enfrentan las familias que tienen algún miembro autista es el momento en el que se ven obligados a romper con las rutinas establecidas. Rosa, su madre, tuvo una idea. La tienda iba a poner a la venta buena parte de su inventario, así que tal vez podrían compensar a su hijo comprando parte del mismo y recreando el videoclub en su propia casa.
Los Zúñiga se hicieron con todo tipo de enseres del local, incluyendo DVDs, logotipos y hasta una estantería que los propios empleados del videoclub ayudaron a llevar en secreto hasta la habitación del joven. El 23 de abril la familia entera se desplazó hasta el local para acompañarlo y que entendiese que era el día del cierre definitivo. Según cuenta su padre, Hector fue a la zona donde habitualmente alquila películas y vio que todo estaba vacío. “Él lo entendió, pude verlo en sus ojos. Y casi entra en colapso”. Al ver su reacción, sus padres le dijeron que en casa le esperaba una sorpresa.
Así que volvieron y, mientras que Hector se entretenía en el sofá con un puzzle, fueron a prepararlo todo. Después, le taparon los ojos y lo condujeron escaleras arriba. Su hermano Javier fotografió el momento en el que Hector encontró, de repente, su antiguo Blockbuster en su propia habitación.
“Es difícil para mi hijo expresar sus emociones, pero cuando lo vio, sus ojos se pusieron como platos”, asegura su padre. “Su forma de decir ‘te quiero’ es acercarse a ti y agarrarte el lóbulo de la oreja”. Eso fue exactamente lo que hizo Hector. “Fue uno de esos momentos por los que los padres vivimos”. El más pequeño de los Zúñiga publicó el pasado domingo en Twitter las fotos del instante y su mensaje ha sido compartido más de 33.000 veces.