Pepe era algo más que un personaje para el dibujante Matt Furie. La pacífica rana fumeta de ojos saltones y gruesos labios era una extensión de sí mismo, un hijo creativo. Llevaba habitando Internet desde 2005 junto a sus compañeros de piso, tan psicodélicos y buenrollistas como ella misma, en el cómic Boy's club. Pero la Red se volvió un lugar oscuro desde el que los arquitectos del odio tramaban cómo alterar las elecciones del país más poderoso del mundo. Ellos secuestraron a Pepe y lo transformaron en racista. Tras meses intentando recuperar a su creación, Furie ha tomado la decisión más dura: la de enterrarlo.
La expresión beatífica de Pepe y la sencillez del trazo lo convertían en carne de meme. Durante una década se vio reproducida con toda clase de variaciones, y con múltiples funciones: expresar satisfacción, decepción o soberbia. Estrellas del pop como Katy Perry y Nicky Minaj le dieron el empujoncito de fama que necesitaba usándola en sus tuits. A modo de siniestra profecía Donald Trump, actual presidente de los EEUU, compartía en 2015 una imagen de Pepe caracterizado como él mismo y tuiteada por uno de sus hijos.
Los derechos de reproducción de Pepe están en manos de Furie, pero nunca le puso excesivos problemas al uso público de su creación, siempre y cuando respetasen su espíritu. Sin embargo, el "Pepe Trump" ya era una indicación de que algo estaba cambiando. En foros y cuentas de Twitter, miembros de la "derecha alternativa" y supremacistas blancos habían decidido convertirlo en uno de los suyos.
Pepe empezó a protagonizar caricaturas y mensajes de contenido racista y antisemita. "Las imágenes de la rana, retratada en diversos dibujos con un bigote hitleriano, llevando un kipá o una capucha del Klan han proliferado en las últimas semanas en Twitter dentro de mensajes de odios dirigidos a usuarios judíos y de otros grupos", identificaba la Liga Antidifamación de EEUU. Tras una serie de ataques a centros hebreos reivindicados por partidarios de Trump, Pepe pasaba a ser considerado un "símbolo de odio".
El anuncio dejó mortificado a Furrie. "Es una locura absoluta que Pepe haya sido usado con un símbolo de odio, y que los antisemitas y racistas estén usando a un colega-rana-pacifista de mi cómic como un icono del odio. Es una pesadilla, y en lo único en lo que puedo pensar es que es una oportunidad para hablar en contra del odio" - escribía el dibujante en Time. Plasmó igualmente la pesadilla en un angustioso cómic. Inspirados por sus palabras, sus seguidores lanzaron una campaña: #savepepe. El objetivo era contraprogramar a los racistas inundando la Red de imágenes amables del personaje.
No funcionó. Pepe se había convertido en un rostro tan vilipendiado que la multinacional de origen español Zara se vio en el centro de la controversia por lanzar una falda con dibujos muy parecidos a los de la famosa rana. "Parece que estén intentando jugársela sin tener en cuenta las implicaciones reales de su diseño. Juguetear con la controversia racial no es una buena táctica empresarial" - aseguraba la tuitera que dio con la coincidencia. La prenda fue rápidamente retirada de las tiendas.
Así, con ocasión del Día del Cómic Gratis, la editorial Fantagraphics publicó una historieta firmada por Furrie en la que los tres otros personajes celebran el funeral por Pepe como a él le gustaría: con priva. La empresa aseguraba que la apropiación del personaje había causado un importante daño "emocional" y "financiero" a su creador. "Que tu creación sea usurpada sin tu consentimiento es algo por lo que ningún artista querría pasar, pero que esto ocurra por los intereses de un odio tan repelente - y arrastrando de este modo tu nombre a la discusión - hace que sea mucho más perturbador".
Sirvan las líneas que dedicaba Furie a concluir su artículo en Time como epitafio: "Entiendo que está fuera de mi control, pero al fin y al cabo, Pepe es lo que tú quieres que sea, y yo, su creador, digo que Pepe es amor".