El pasado 7 de junio el actor británico Tom Hardy se despedía de su perro Woodstock a través de un emotivo post que publicó en su perfil de Tumblr. El animal, a quien el ínteprete llamaba cariñosamente Woody, había fallecido después de un tiempo padeciendo polimiositis.
"Te quiero por encima de todo. Hasta la luna, y otra, y otra vez, hasta el infinito y más allá", escribía Hardy en un carta y un vídeo conmemorativo en el que recordaba cómo lo rescató cuando se lo encontró corriendo desorientado por una carretera y las vivencias que desde entonces habían compartido juntos, incluidos los rodajes y alfombras rojas a las que el actor acudía a presentar sus películas.
El ejemplo de Hardy, que ha sido compartido por miles de personas, ha puesto de manifiesto el dolor y el vacío que se puede sentir tras la pérdida de un animal. Un duelo, sin embargo, que no siempre es entendido por el entorno de quienes lo experimentan. Al no tratarse de la muerte de un ser humano hay quien cuestiona que el trance pueda resultar tan doloroso.
Para salir de dudas hemos preguntado a Carmen Castro, psicóloga especializada en asistencia y terapia con animales, cómo actuar en una situación de este tipo. Esto es lo que nos ha contado:
"No era tu padre, ni tu hermana. Era un animal ¿de verdad es para tanto?"
En una conversación telefónica la psicóloga explica a EL ESPAÑOL que "la gente que utiliza este tipo de frases lo suele hacer para comparar, pero hay que tener en cuenta que el duelo que experimenta una persona que tenía mucho apego a su mascota, es exactamente igual al duelo por una pérdida humana". En muchos casos, señala, el apoyo psicológico resultará fundamental.
"Hay personas que viven solas o que no tienen familia para las que perder a su perro, por ejemplo, es como perder a un hijo", recuerda la psicóloga. "Los animales ofrecen compañía, cariño, compartes con ellos momentos importantes de igual forma que lo haces con tus seres queridos".
Castro señala que es normal sentirse dolido si alguien nos hace un comentario cuestionando la importancia de la pérdida -"posiblemente sea alguien que no nos conoce lo suficiente”-, pero, en ese caso, podemos contestar con un Respeta mi dolor aunque no lo comprendas".
Qué decir a alguien que está pasando por este trance
"Lo fundamental es dejarlos hablar para que vayan expresando cómo se sienten", indica la psicóloga. "Tratarlo de forma natural y centrarse en la etapa positiva y no en la enfermedad o el accidente. Por ejemplo, si hemos presenciado anécdotas bonitas o graciosas con el animal, podemos recordarlas y transmitirles mensajes del tipo: Quédate con lo bonito y los momentos de satisfacción que has vivido con el animal".
En las fases del duelo también jugará un papel determinante la causa de la muerte. "Si el animal está enfermo o es muy mayor, siempre hay más opción de ir asumiéndolo y preparándose para el momento de la muerte -aunque luego el dolor haya que pasarlo igual", explica la psicóloga.
La cosa cambia cuando la muerte es repentina y se produce de forma accidental por atropello o por envenenamiento. "Aquí entran en juego otros sentimientos como el de la culpabilidad", recuerda Castro. "La gente suele arrepentirse de haberlo dejado al cuidado de terceros o no haber estado del todo atentos cuando lo sacaron a pasear, así que hay que tratar de disminuir ese estado de shock".
¿Es buena idea adoptar otra mascota inmediatamente?
"Depende mucho de cada persona", explica la psicóloga. "Pero sin lugar a dudas, es algo que hay que valorar y pensar muy bien porque el nuevo animal nunca va a ser igual que el anterior".
Castro, que es miembro de la Asociación Hydra y colabora con un centro de adopción de animales, suele asistir también a personas que van en busca de una nueva mascota. "Intento hablar mucho con ellos antes para ver si realmente están preparados, si contar con un nuevo animal en casa les ayudará o no y, sobre todo, les insisto mucho en que no cojan uno físicamente igual, ni busquen en otra mascota lo que les aportaba la anterior porque cada animal es distinto".
Cómo actuar cuando hay niños implicados
Si se tienen niños y estos estaban en contacto con la mascota la psicóloga recomienda contarles que el animal ha muerto, utilizando un lenguaje adecuado a cada edad. "Si son pequeños, en torno a los 3-4 años, podemos contarles lo ocurrido pero sin entrar en muchos detalles o explicaciones que quizás no sean capaces de comprender", recuerda Castro.
Cuando los niños son más mayores "se puede hablar directamente de conceptos como la muerte o la enfermedad de una manera natural", señala la psicóloga. Lo que no se recomienda es mentir, maquilla la realidad o recurrir a eufemismos como "Se ha ido a vivir a otra casa" o "Está de viaje" porque a largo plazo resulta contraproducente.