La pizza con piña divide al mundo: unos la odian a muerte y otros la desprecian con toda su alma. Luego hay una parte de la población sin criterio a la que le gusta, a los que se debería estudiar retirarles el derecho a voto. Una abominación gastronómica, un insulto al buen gusto que debería ser prohibida por las Naciones Unidas con las mismas sanciones que el fósforo blanco.
Esta guarrada, conocida también como pizza hawaiana, no tiene ni un pelo de hawaiana (y de hecho tampoco tiene un pelo de pizza). Fue inventada en 1962 por un griego-canadiense, Sam Panopoulos, quien tiene el dudoso honor de tener su entrada en la wikipedia con una pizza con piña en el lugar donde casi todo el mundo tiene un retrato.
Sí, los canadienses son los culpables de semejante aberración. Ellos que van de civilizados, de desarrollados, con sus alces y su policía montada. Pero en realidad son los responsables de la división de la humanidad.
El propio primer ministro canadiense tuvo la desfachatez de apoyar en un tuit esta pizza de destrucción masiva. Y además haciendo una referencia a Pikotaro.
Tengo una piña. Tengo una pizza. Apoyo esta deliciosa creación del sudoeste de Ontario. #EquipoPiña
Los napolitanos enfurecen ante una pizza con piña
Si el mundo ya aborrece esta invención ¿cómo reaccionarán los napolitanos al recibir una? La tradición de comer pizza lleva arraigada en las faldas del Vesubio desde el siglo 18 y es considerada la cuna de la pizza moderna, aunque platos similares se han cocinado desde el neolítico.
El canal italiano fanpage.it ha querido arriesgar su vida añadiendo unas rodajas de piña a las pizzas que pedían sus clientes. Y de todos es conocido el sobreactuado carácter napolitano...
Y es que hay cosas con las que no se juega, y la pizza está bastante arriba en la lista. La reacción de la señora que sale de su casa dispuesta a canear al repartidor después de tirarle la pizza a la cara puede parecer exagerado, pero recordad: tenía piña y no lo había pedido.
La gente que quiere piña en su pizza es rara. Muy rara.