Antes o después iba a ocurrir y lo hizo en un escenario que tal vez no era fácil de prever, en el restaurante El Candil de Gijón. Los comensales de dos mesas se liaron a mamporrazos por el tema de moda en estas navidades: Cataluña.
Según ha denunciado una de las participantes en el incidente, una joven llamada Alba Luna, a través de un canal de YouTube, todo comenzó cuando en la mesa de al lado se les sentaron unos “pijos” que “comenzar a insultar a los catalanes”. Según su versión, ella pidió por favor que cambiasen de tema, ante lo cual comenzaron a insultarla, ella se calentó y finalmente acabaron echándola del restaurante.
Pero el episodio no acabó ahí, ya que cuando se dirigieron a un nuevo bar, apareció la Policía Nacional, quien supuestamente se sumó también a los insultos y amenazas. Muy compungida, asegura que cada vez tiene menos ganas de visitar a sus familiares asturianos.
El vídeo se ha viralizado a través de las redes sociales, llegando ya a las 50.000 visualizaciones, teniendo en cuenta que es el primer vídeo que comparte la chica y apenas tiene suscriptores.
La versión del restaurante, muy distinta
Sin embargo, la versión del restaurante es muy diferente, tal y como recoge La Nueva España. "Nadie les insultó y que la mesa de al lado estaba en una conversación privada y que en ningún momento se dirigieron a los catalanes". Según los responsables de El Candil, fue la chica y su acompañante quienes “llamaron la atención a los comensales de al lado y arrojaron una copa de vino sobre ellos, montando un espectáculo lamentable. Nuestro restaurante está abierto para cualquier tipo de persona con ganas de disfrutar una comida, no importa su ideología, credo o religión, solo que tenga que saber estar en una sociedad civilizada. Deseo que reflexionen sobre su comportamiento".
“Si ayer en lugar de ser día 22 fuese 28 de diciembre pensaríamos que todo esto se trataba de una broma de mal gusto o de una película de Berlanga”, explican. Y es que lo que hay muchas escenas que nos está dejando el procés son muy de Berlanga. Esta, sea quien sea quien tenga la razón, es profundamente lamentable.