Internet ha normalizado el acceso al porno, pero quienes no tienen acceso permanente a la red siguen anclados, en cierta manera, en los noventa. Aquella década en la que para poder ver un pezoncillo había que lanzar miradas fugaces a las portadas de Interviú, conseguir un descodificador de Canal+ (porque lo de poner papel cebolla en la pantalla resultó ser fake news), o asomarse furtivamente detrás de aquella cortinilla del videoclub.
Ahora que tenemos porno hasta en el móvil hemos normalizado su presencia y no olvidamos la capacidad hipnótica que tenía en su día. Un sin techo entró a robar en una tienda conectada a un hogar del barrio de Van Nuys, en Los Ángeles, y ya que estaba, aprovechó para utilizar uno de los ordenadores y mirar un poco de porno que tenía en un disco que él mismo había traído.
Según muestran las cámaras de seguridad, estuvo allí durante 25 minutos. Fue entonces cuando Lisa, la madre de la familia que regenta el local, bajó de la zona residencial con la intención de hacerse un té solo para encontrarse con el intruso con los pantalones por los tobillos y haciendo cosas manuales. "No sabía si era un depredador sexual o solo un ladrón", explicó a Daily News. Entonces su marido y su hijo bajaron y redujeron al intruso hasta que llegó la policía.
El ladrón -tras entrar por un pequeño agujero por el que ocasionalmente entra algún gato- había cogido una importante suma de dinero de la caja registradora -el local es una tienda de pelucas- y de la cartera del dueño, que había dejado allí. "No era un puñado de dólares". "¿Quién entra en una tienda y se siente tan cómodo como para ponerse a mirar porno?", se preguntaba Steve, el padre. Aparentemente el ladrón, de 28, no tenía ni idea de que la tienda estaba conectada a una residencia, por lo que pensaba que estaba completamente solo. Y cuando estás solo en casa...