Hasta preparar un Cola Cao es emocionante si lo retransmite un argentino
En la Jungla. Un hombre sabio dijo una vez que el idioma del fútbol era el español argentino, y oyendo la intensidad de alguna de las narraciones no se puede hacer otra cosa que darle la razón, aunque si narramos otras situaciones con el mismo tono el resultado es... bueno, ridículo.
24 febrero, 2018 18:49Los locutores argentinos son conocidos por vivirlo todo con una pasión, a veces un poco demasiada. Cualquier jugada -aunque sea un control en el centro del campo en el minuto 3 de partido- es vivida como si el destino del universo dependiera de ella. Cada gol es cantado como si fuera el tanto de la victoria en el último momento de la final de un Mundial.
Por el bien de la estabilidad de su sistema cardiovascular, ciertamente esperamos que no todo en esta vida se lo tomen así. Radagast, un popular comediante y mago argentino (que tomó su nombre de El Señor de los Anillos) no ha tenido mejor idea que comenzar a narrar cosas como si fuera un relator de fútbol, y el resultado no puede ser más histérico.
¿Su hija haciéndose un Cola Cao es aburrido? En absoluto. Aunque quizá lo mejor de todo es la mirada de su hija mientras se toma el chocolatado brebaje. No hace falta que lo verbalice, sus ojos lo dicen: "qué carajo habré hecho yo para tener que soportar estas boludeces":
#relatordecosas con #biancaeslomas los veo el 6 de abril en el GRAN REX! Unipersonal DESPEDIDA entradas en @TicketekAr pic.twitter.com/wpofgcnN4H
— RADAGAST (@soyradagast) 22 de febrero de 2018
La hija no es la primera vez que lo hace, su mujer ya tuvo que permanecer absolutamente impasible mientras su marido berreaba a su lado como si Boca acabara de meter el sexto gol a River.
#relatordecosas con @fermetilli vienen al GRAN REX EL 6 DE ABRIL? pic.twitter.com/f4QzeEGQUZ
— RADAGAST (@soyradagast) 31 de enero de 2018
Y es que los Simpson ya dejaron claro que a veces algunos narradores sudamericanos ponen tal vez demasiada energía en narrar momento que, tal vez, no lo merecen...
Y tanta intensidad en la vida facilita que de vez en cuando se te vaya un poco la olla con cosas así:
No se dejan nada dentro, eso está claro.