Unas gambas con estrés y los pedos del vecino: el juicio más delirante
En la Jungla. ¿Pueden unos "cuescos descomunales que se oyen desde la cocina" del vecino estresar hasta la muerte a unas gambas? Según lo que vivieron en este juicio, sí.
2 marzo, 2018 16:26El homo sapiens es una criatura fascinante, empeñado hasta el infinito en demostrar que es un ejemplo de un nombre mal puesto. Pocos lugares se ve más claro esto que en un juzgado, donde los individuos de esta peculiar especie se esfuerzan en lanzarse trapos sucios a la cara con tal de erigirse ganadores.
Por suerte, las redes sociales son un lugar ideal donde los jueces pueden desahogarse ante las peripecias narradas por los demandantes y demandados, para que el resto del planeta podamos regocijarnos ante tan fascinantes historias. Como por ejemplo esta en la que los principales ingredientes son unas gambas estresadas y los pedos de un vecino.
@Lapelo1 es una jueza que combina en su timeline sus aventuras como jurista y como motera. En esta ocasión ha contado una delirante historia de un juicio de faltas en la que unos "cuescos descomunales" y unas gambas estresadas cobraban todo el protagonismo ante todo un bloque de vecinos que por lo que parece poco tienen que envidiar a los de Aquí no hay quien viva:
Hoy voy a contaros aquél juicio que tuve en el que estuvieron implicadas unas gambas que sufrían estrés.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
No, no estoy loca.
Sí, es un hecho real.
HILO
Pues érase que se era un juzgado de un pueblo perdido y un juicio de faltas. Dos vecinos de descansillo se habían denunciado mutuamente por amenazas. Llamémosles Ticio y Cayo, para no perdernos.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Ticio decía en su denuncia que Cayo ponía muy alta la televisión, era ruidoso y que, al recriminárselo, Cayo le había amenazado. Éste lo negaba; decía en su denuncia que Ticio se quejaba por todo y también le había amenazado.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Con estos mimbres llega el día del juicio y aparece como público todo el bloque de vecinos.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
«Sí hombre, me lo voy a perder. He puesto las alubias con un pie de cerdo a fuego lento así que tengo toda la mañana». (Recreación de comentarios en la puerta de la sala).
Al ver semejante panorama, mi primera reacción fue👇 pic.twitter.com/oCzOxlHxQF
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Pero como soy una juez hecha y derecha comencé el juicio tal que así👇 pic.twitter.com/HX1oaQ2NnN
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Ticio y Cayo sacaron todos los trapos sucios de su coexistencia ante todos sus vecinos y yo, que para eso se inventaron los juicios de faltas.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Así nos enteramos de que «Cayo se tira unos cuescos descomunales. Los oigo desde la cocina de mi casa, y así a uno le da asco cenar» (sic) a lo que Ticio contestaba que hacía lo que le daba la gana en su casa. «Sí, pero es que te vas a ahogar».
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Como veis, la cuestión jurídica era de gran calado y trascendencia, de forma que mi yo interno estaba así👇 pic.twitter.com/Mjyj4NlKgd
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
De repente una señora del público levantó la mano. Al minuto todo el bloque de pisos tenía la mano levantada y me miraba suplicante.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Sí. Cuánto daño hizo aquél programa de Ana Rosa, Veredicto, en que el público daba su opinión.
Yo miraba al infinito pero sentía esas miradas clavándose en mí. A todo esto Ticio y Cayo a lo suyo; sus pedos, su tele y sus amenazas.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
«Oiga, oiga, que quiero hablar». Oiga era yo y me interpela a una señora del público, a quien se le veía echada pa'lante.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
En semejante charco de ranas imaginé a mi madre, siempre sabia, que me decía «pero hija, ¿tanto estudiar para esto?». pic.twitter.com/R1rBzDPvxk
Así transcurría aquélla performance surrealista cuando de repente...
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Ticio se pone a llorar como una magdalena. Gruesos lagrimones caían por sus mejillas.
«Don Ticio, no llore» le dije.
Él levantó su mirada cristalina, me miró a los ojos y me dijo:
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
«Es que el ruido de Cayo les provoca estrés a las gambas que tengo en el acuario y se me mueren» pic.twitter.com/C5FmWHm7PL
Hice lo que las circunstancias aconsejaban, obviamente. Miré al techo buscando la cámara oculta. No la encontré así que aquéllo era real. Mi neurona tonta me hizo hablar y comenté «ah, que mascotas tan peculiares».
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
«No son mascotas, me las como cuando crecen. Y con el ruido se estresan, mueren pequeñas y no se pueden comer». pic.twitter.com/VQWHJlDTab
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
El respetable no se recuperó de esa bomba informativa y aproveché el desconcierto reinante en las filas enemigas para concluir el esperpento.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Mientras todos abandonaban la sala llegué a las siguientes conclusiones:
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
-Nadie sabe lo que se esconde en la casa del vecino.
-El ser humano es extraordinario.
Y este fue uno de los momentos estelares de sorpresa y estupefacción que he vivido en mi carrera. No el único.
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Es un hecho real aunque sea difícil de creer.
Fin del hilo. Gracias por leer.
Pero... ¿y la resolución del caso? El público ha preguntado:
Nadie ganó en ese juicio.🙃
— Lapelo (@Lapelo1) 2 de marzo de 2018
Y algunos de sus colegas han recordado alguna historia parecida:
Hola, yo tuve otro donde los pedos de un señor eran imitados por el perro del vecino de la casa contigua y eso impedía dormir a los hijos de la de abajo. Denunciada esta por amenazar al del pedo y gritar al perro.
— #LápizLópez (@_eztupendo) 2 de marzo de 2018