Esta canción de Sabina tiene un agujero de guión y Vigalondo nos lo demuestra
En la Jungla. El cineasta español ha desmenuzado la letra de la mítica canción de Joaquín Sabina para descubrir que las horas sencillamente no cuadran.
13 marzo, 2018 15:00'Y nos dieron las 10' es posiblemente una de las canciones más icónicas de Joaquín Sabina, hasta tal punto que el estribillo "y nos dieron las diez y las once, las doce y la una, y las dos y las tres" se ha convertido en parte del lenguaje popular, recordándola cada vez que algo se alarga más de la cuenta.
Resumiendo la historia que cuenta, tras un concierto, el protagonista solo encuentra un bar abierto en un pueblo con bar, y tras unos cubatas se acaba enrollando con la camarera y tras un año sin saber de ella -la canción es de 1992, no había ni Facebook ni móviles por aquella época, cuenta la leyenda-, cuando vuelve al pueblo se encuentra una sucursal bancaria en vez que apedrea en un ataque de ira, adelantándose 16 años a la crisis financiera. Y luego dirán que Sabina no era un visionario.
Pero nada acaba entero cuando pasa por el procesado del cerebro del cineasta Nacho Vigalondo. Como buen guionista, al escuchar la canción se paró a analizar a ver si los tiempos que se planteaban en la canción tenían algún tipo de sentido.
¿La conclusión? Que Sabina quería ser fanfarrón, diciendo que había estado horas y horas dale que te pego con la camarera, pero tal vez no tanto como llevábamos pensando todos estos años:
Me acabo de dar cuenta de que la letra de “Y nos dieron las diez”, de Joaquín Sabina, contiene un problema logístico.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
“Fue en un pueblo con mar”, “el último bar que vimos abierto”. El retrato conciso y transparente de un negocio familiar en una localidad con pocos habitantes.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
“Los clientes del bar, uno a uno, se fueron marchando”, “Tú saliste a cerrar”. No es un bar que se cierre de forma firme, con horario estricto; es un lento fade-out muy reconocible en bares y tascas de vieja escuela.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
La letra de la canción especifica que, una vez cerrado el bar, el protagonista y la camarera están flirteando un rato allí mismo.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
Vamos a imaginar que el bar ha cerrado a las doce, una hora realista para un negocio pequeño que cuenta con una clientela no muy diversa y numerosa, pero muy fidelizada.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
Entre el flirteo in situ y el tiempo implícito necesario para limpiar el bar, ordenarlo y hacer la caja del día pasa, pongamos, una hora. Ya son la una de la madrugada.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
“Caminito al hostal me besaste en cada farola”, vamos a dar por hecho que el hostal no está a la vuelta de la esquina, porque el verso sugiere una caminata alumbrada por varios postes de luz. Vamos a darles quince-veinte minutos.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
El estribillo de esta canción “Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres” siempre se ha interpretado como la especificación del tiempo que dura una noche de sexo.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
Pero la lógica que detalla la letra sugiere que, si acabaron a las tres, la pareja sólo estuvo follando algo más de hora y media, ¡que no está mal! Pero que palidece ante la bravuconada que siempre nos ha sugerido el estribillo.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
O eso, o la tia curraba en un STARBUCKS.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 13 de marzo de 2018
Sí, el Starbucks cierra a las 10, pero no sería el local con más glamour para empezar una historia de amor. Pero oye, qué café. Y qué precio.